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Pregunta: "¿Qué es un pecador?"

Respuesta:
Por lo general, un pecador es una persona que peca (Lucas 18:13). El término griego traducido como "pecador" en la Biblia lleva la idea de una persona que "no da en el blanco", al igual que un arquero que no da en el blanco. Por lo tanto, un pecador no acierta en el blanco de Dios y, de hecho, no acierta en el objetivo de su vida.

Normalmente, pensamos en un pecador como alguien que es extremadamente inmoral, malvado o perverso. Sin embargo, la Biblia nos dice que todos somos pecadores: "Por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios" (Romanos 3:23). Mediante el acto original de desobediencia de Adán, todos los seres humanos heredaron una naturaleza pecaminosa (Romanos 5:12-14) y se les atribuyó la culpa del pecado de Adán (Romanos 5:18). Sólo Jesucristo fue sin pecado: "El cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca" (1 Pedro 2:22).

En términos teológicos, es correcto entender la palabra pecador no como una designación o juicio moralista sino, más bien, como una palabra relacional. Todo el que está separado de Dios por el pecado es un pecador. El término pecador define el estado roto de la relación de una persona con Dios. Los pecadores son aquellos que han roto la ley de Dios (1 Juan 3:4). Los pecadores son esclavos del pecado (Juan 8:34). Se enfrentan al juicio de Dios (Judas 1:14-15). Están en el camino de la muerte y la destrucción (Ezequiel 18:20; Santiago 1:5).

La brecha entre los pecadores y Dios sólo se puede cerrar mediante el acto de redención del Señor: Dios mismo viniendo al lado humano de la brecha a través de Jesucristo (que es "Dios con nosotros") y el Espíritu Santo que Jesús envió en Su lugar. En el lado humano de la brecha, las personas más bondadosas y virtuosas son pecadoras, y las más viles y malvadas también lo son. Todos son pecadores. Sin embargo, Dios ama a los pecadores y envió a Su Hijo a morir por ellos (Romanos 5:8).

A los que creen en Jesucristo se les perdonan los pecados y se les concede la vida eterna: "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él" (Juan 3:16-17).

La Biblia presenta a los pecadores bajo diversos estados y modos de existencia. Las personas que no viven según las leyes de Dios son consideradas pecadoras (Salmo 1). Los profetas describen como pecadores a los que fueron infieles a la alianza de Israel con Dios y siguieron a otros dioses (Oseas 1-3).

Los judíos religiosos consideraban a los gentiles como pecadores (Gálatas 2:15), lo mismo que a cualquiera que no guardara las tradiciones y prescripciones ceremoniales de los fariseos. En la Biblia se llama pecadores a los transgresores de la ley (1 Timoteo 1:9). Las personas manchadas por ciertos delitos o vicios eran consideradas pecadoras (Lucas 15:2; 18:13; 19:7). Pecador era un término que se utilizaba para designar a los paganos (Mateo 26:45), a los especialmente pecadores (Gálatas 2:17) y a las mujeres con mala reputación (Lucas 7:37).

Cuando Jesús se introdujo al mundo, desafió los puntos de vista dominantes de su época sobre los pecadores, especialmente los de la élite religiosa. Jesús trastornó el status quo al compartir una estrecha comunión con los pecadores: "Se acercaban a Jesús todos los publicanos y pecadores para oírle, y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: Este a los pecadores recibe, y con ellos come". (Lucas 15:1-2). Los fariseos, a su vez, acusaron a Jesús de ser un pecador (Juan 9:24).

La misión de Cristo en la tierra, Su cumplimiento del propósito eterno de Dios, era la restauración y la salvación de los pecadores. Jesús dijo: "Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores" (Marcos 2:17; ver también 1 Timoteo 1:15). Nada trae más alegría al corazón del Señor ni más regocijo en el cielo que cuando un pecador es restaurado a una relación correcta con Dios (Lucas 15:7, 10).

Como pecadores, todos nos equivocamos. Todos somos culpables de los cargos: "Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros" (1 Juan 1:8). El pecado - la rebelión contra Dios, la desobediencia, la violación de la ley de Dios - debe ser castigado. Los pecadores no pueden pagar la pena del pecado sin perecer, pues el castigo que se requiere es la muerte (Romanos 6:23). Sólo la perfección sin pecado y sin mancha de Jesucristo satisface la exigencia divina. Cristo ha hecho el pago completo por el pecado. Mediante Su muerte en la cruz, Jesús satisfizo la justicia de Dios, reivindicando y liberando perfectamente de la condenación a todos los pecadores que lo reciben por fe (Romanos 3:25).

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