Pregunta
¿Cuál es la postura de la presencia espiritual en la Cena del Señor?
Respuesta
La postura de la presencia espiritual en la Cena del Señor sostiene que Jesús está presente espiritualmente (pero no físicamente) durante la comunión. Este punto de vista se comprende mejor al compararlo con otras interpretaciones sobre la presencia de Cristo en la Cena del Señor.
La postura tradicional de la Iglesia Católica Romana es la de la transubstanciación, a veces llamada la postura de la "presencia real". Según esta doctrina, cuando el sacerdote pronuncia las palabras "esto es mi cuerpo" sobre el pan y eleva la copa, los elementos se transforman realmente en el cuerpo y la sangre físicos del Señor. Este cambio no es perceptible a los sentidos; es decir, el pan y el vino siguen pareciendo y sabiendo a pan y vino, pero en realidad son el cuerpo y la sangre del Señor, y deben ser tratados como tales.
Martín Lutero sostuvo una posición llamada consubstanciación, que afirma que el cuerpo y la sangre de Cristo están presentes físicamente junto con los elementos. Los elementos no se transforman, y el cuerpo y la sangre no se pueden reconocer por el sabor, pero de alguna manera real y física están presentes.
La mayoría de los protestantes hoy en día adoptan la postura de la presencia espiritual de Cristo en la Cena del Señor. Los elementos no se transforman ni se convierten en el cuerpo y la sangre del Señor de ninguna manera. Son símbolos de Su cuerpo y sangre. Aunque Jesús dijo: "Esto es mi cuerpo" y "Esto es mi sangre", lo hizo en el contexto de una cena de Pascua en la que cada elemento tenía un significado simbólico. Habría sido completamente fuera de lugar que los discípulos interpretaran literalmente esos elementos, especialmente considerando que Jesús aún no había sido crucificado.
Cuando participamos de la Cena del Señor hoy, reconocemos que es más que un simple recordatorio de algo que ocurrió hace mucho tiempo. Cada vez que nos reunimos para celebrarla, Cristo está presente con nosotros espiritualmente. No se trata solo de Su recuerdo, sino que Él mismo está en medio de la congregación. El énfasis está en Su presencia dentro del cuerpo de creyentes que adora, no en los elementos de la mesa. El creyente se encuentra con el Señor a través del acto de recordar y adorar.
Primera de Corintios 11:23–26 dice: "Porque yo recibí del Señor lo mismo que les he enseñado: que el Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó pan, y después de dar gracias, lo partió y dijo: "Esto es Mi cuerpo que es para ustedes; hagan esto en memoria de Mí". De la misma manera tomó también la copa después de haber cenado, diciendo: "Esta copa es el nuevo pacto en Mi sangre; hagan esto cuantas veces la beban en memoria de Mí". Porque todas las veces que coman este pan y beban esta copa, proclaman la muerte del Señor hasta que Él venga" (NBLA).
La postura tradicional de la Iglesia Católica Romana es la de la transubstanciación, a veces llamada la postura de la "presencia real". Según esta doctrina, cuando el sacerdote pronuncia las palabras "esto es mi cuerpo" sobre el pan y eleva la copa, los elementos se transforman realmente en el cuerpo y la sangre físicos del Señor. Este cambio no es perceptible a los sentidos; es decir, el pan y el vino siguen pareciendo y sabiendo a pan y vino, pero en realidad son el cuerpo y la sangre del Señor, y deben ser tratados como tales.
Martín Lutero sostuvo una posición llamada consubstanciación, que afirma que el cuerpo y la sangre de Cristo están presentes físicamente junto con los elementos. Los elementos no se transforman, y el cuerpo y la sangre no se pueden reconocer por el sabor, pero de alguna manera real y física están presentes.
La mayoría de los protestantes hoy en día adoptan la postura de la presencia espiritual de Cristo en la Cena del Señor. Los elementos no se transforman ni se convierten en el cuerpo y la sangre del Señor de ninguna manera. Son símbolos de Su cuerpo y sangre. Aunque Jesús dijo: "Esto es mi cuerpo" y "Esto es mi sangre", lo hizo en el contexto de una cena de Pascua en la que cada elemento tenía un significado simbólico. Habría sido completamente fuera de lugar que los discípulos interpretaran literalmente esos elementos, especialmente considerando que Jesús aún no había sido crucificado.
Cuando participamos de la Cena del Señor hoy, reconocemos que es más que un simple recordatorio de algo que ocurrió hace mucho tiempo. Cada vez que nos reunimos para celebrarla, Cristo está presente con nosotros espiritualmente. No se trata solo de Su recuerdo, sino que Él mismo está en medio de la congregación. El énfasis está en Su presencia dentro del cuerpo de creyentes que adora, no en los elementos de la mesa. El creyente se encuentra con el Señor a través del acto de recordar y adorar.
Primera de Corintios 11:23–26 dice: "Porque yo recibí del Señor lo mismo que les he enseñado: que el Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó pan, y después de dar gracias, lo partió y dijo: "Esto es Mi cuerpo que es para ustedes; hagan esto en memoria de Mí". De la misma manera tomó también la copa después de haber cenado, diciendo: "Esta copa es el nuevo pacto en Mi sangre; hagan esto cuantas veces la beban en memoria de Mí". Porque todas las veces que coman este pan y beban esta copa, proclaman la muerte del Señor hasta que Él venga" (NBLA).