Pregunta

¿Qué es el pozo del abismo (Apocalipsis 9:1–12)?

Respuesta
La expresión "pozo del abismo" que aparece en Apocalipsis 9:1–12 es una sola palabra en el griego del Nuevo Testamento: abyssos, que significa "sin fondo", "sin límites", "pozo profundo" o "profundidad inconmensurable". La mitología romana incluía un lugar similar llamado Orcus, un abismo o sima muy profundo en las partes más bajas de la tierra, usado como morada de los muertos y especialmente como el hogar de demonios. El pozo del abismo descrito en Apocalipsis contiene un tipo único de demonios. También es el lugar de donde surge la bestia que hace guerra contra los dos testigos (Apocalipsis 11:7). Al comienzo del Reino Milenial, el pozo del abismo es el lugar donde Satanás es encerrado (Apocalipsis 20:1–3), y al terminar los mil años, es liberado para dirigir una última, pero fallida, rebelión contra Dios (Apocalipsis 20:7–10).

Este pozo del abismo podría estar relacionado con un lugar llamado Tártaro. Esta palabra griega, que se traduce como "infierno" en algunas versiones, aparece solo una vez en la Escritura, en 2 Pedro 2:4, donde se dice que los ángeles que pecaron fueron lanzados allí y están en "prisiones de oscuridad, para ser reservados al juicio" (NBLA). La NTV describe este lugar como "fosas tenebrosas". Estos mismos ángeles son mencionados en Judas 6 como aquellos que "abandonaron su morada legítima" (NBLA; cf. Génesis 6:2).

Si el Tártaro es el mismo lugar que el abismo, entonces los habitantes del pozo del abismo son los mismos ángeles que pecaron y dejaron su morada asignada. Dios utiliza el abismo como lugar de reclusión para los ángeles más perversos, incluyendo a Satanás, y posiblemente también a los que, antes del diluvio, intentaron frustrar el plan de Dios de traer al mundo la Simiente de la mujer (Génesis 3:15). Los habitantes del abismo serán liberados por un corto período durante los últimos tres años y medio de la tribulación para cumplir el propósito de Dios: atormentar a los impíos (Apocalipsis 9:5). Estas criaturas odian a la humanidad y buscan su destrucción, pero Dios controla su accionar y limita su poder, recordándonos que aun las fuerzas del mal están sujetas a Su soberana voluntad