Pregunta

¿Cuáles son los posibles problemas con los pastores famosos?

Respuesta
Un pastor celebridad es aquel que, además de pastorear una congregación local, ha alcanzado cierto grado de fama, es decir, es ampliamente conocido y reconocido. Los pastores celebridad suelen tener una plataforma de enseñanza nacional o incluso internacional. Normalmente, utilizan los medios masivos para ampliar su alcance e influir en una multitud de corazones y mentes a distancia. Podcasts, contratos editoriales, grandes cantidades de seguidores en redes sociales y conferencias multitudinarias suelen formar parte de la experiencia de un pastor celebridad.

La Biblia no prohíbe ser famoso, por lo tanto, ser un pastor celebridad no es un pecado en sí mismo. Sin embargo, hay algunos posibles problemas asociados a esa condición. Por ejemplo, pastorear una congregación local es una gran responsabilidad. Atender a una iglesia local y, al mismo tiempo, a miles de seguidores adicionales, es más de lo que una persona normalmente puede manejar. Pastorear bien una iglesia requiere cultivar y mantener relaciones personales con los miembros. Es prácticamente imposible que un solo pastor brinde el nivel de cuidado necesario tanto a su congregación local como a sus seguidores a la distancia. Aunque el deseo de cuidar a muchos es loable, a veces genera una falsa sensación de intimidad con los seguidores y una distancia involuntaria entre el pastor y su propia iglesia. Los admiradores podrían llegar a confiar más en el pastor celebridad que ven en televisión que en su propio pastor local, o incluso más que en las Escrituras. Mientras tanto, la congregación del pastor celebridad podría sufrir por falta de atención.

Pastorear más allá de la congregación local agota y puede conducir al agotamiento espiritual. Una alternativa más saludable y realista podría ser enfocar la atención y energía en la iglesia local, produciendo recursos que beneficien tanto a esa congregación como al público en general.

Otros problemas posibles en los pastores celebridad son el orgullo y la falta de rendición de cuentas. En 1 Timoteo 3:1–7 se describen las características y requisitos para un pastor:

"Palabra fiel es esta: si alguien aspira al cargo de obispo, buena obra desea hacer. Un obispo debe ser, pues, irreprochable, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, de conducta decorosa, hospitalario, apto para enseñar, no dado a la bebida, no pendenciero, sino amable, no contencioso, no avaricioso. Que gobierne bien su casa, teniendo a sus hijos sujetos con toda dignidad; (pues si un hombre no sabe cómo gobernar su propia casa, ¿cómo podrá cuidar de la iglesia de Dios?). No debe ser un recién convertido, no sea que se envanezca y caiga en la condenación en que cayó el diablo. Debe gozar también de una buena reputación entre los de afuera de la iglesia, para que no caiga en descrédito y en el lazo del diablo".

La advertencia contra el orgullo es especialmente pertinente en el caso del pastor celebridad actual. Una vez que los pastores entran en el mundo de la fama y la riqueza, puede resultar difícil vivir en humildad y someterse a la rendición de cuentas. A medida que las personas se familiarizan más con la imagen pública del pastor que con su corazón, aumenta el aislamiento, lo cual suele derivar en una disminución de la supervisión. Sin rendición de cuentas, es fácil caer en pecados ocultos. Las desgarradoras historias de abuso, escándalos sexuales o financieros entre pastores celebridad admirados evidencian la necesidad urgente de una sólida rendición de cuentas bíblica.

Las tentaciones que acompañan a la fama no son nuevas y pueden afectar a cualquiera. David, un hombre conforme al corazón de Dios, creció en poder y autoridad, y terminó envuelto en un escándalo sexual con Betsabé (ver 2 Samuel 11). Salomón, lleno de sabiduría, también creció en riquezas y poder, y acabó adorando ídolos junto con sus 700 esposas y 300 concubinas (ver 1 Reyes 11). A pesar de haber sido dos de los reyes más piadosos y conocidos de Israel, ninguno siguió plenamente las instrucciones de Dios. Aun las personas piadosas pueden tomar decisiones pecaminosas, y los pastores que han alcanzado el estatus de celebridad deben tomar en serio la advertencia de 1 Corintios 10:12: "Por tanto, el que cree que está firme, tenga cuidado, no sea que caiga".

El mejor modelo para los pastores celebridad —y para todos los pastores— es Jesucristo. En Marcos 9, los discípulos discuten sobre quién de ellos es el mayor. Jesús responde: "Si alguien desea ser el primero, será[a]el último de todos y el servidor de todos" (Marcos 9:35). Este pasaje resalta la importancia de vivir el verdadero servicio como antídoto contra el orgullo. También es útil que los pastores celebridad examinen sus motivaciones: ¿Estoy usando esta plataforma para engrandecer mi nombre o para engrandecer el nombre de Jesús? ¿Deseo que las personas me sigan a mí o que sigan a Cristo? ¿Estoy modelando una fidelidad bíblica? Hacerse estas preguntas con sinceridad ayuda a proteger el corazón del orgullo.

Todo pastor debe dar prioridad a su congregación local, buscar rendición de cuentas diariamente y reconocer con humildad que su plataforma es un regalo de Dios que existe únicamente para Su gloria. John Bunyan, quien fue una especie de pastor celebridad en su tiempo, comprendía bien lo engañosa que puede ser la fama. Una vez, después de predicar un sermón, un amigo le dijo: "Has predicado un sermón admirable". Bunyan respondió: "¡Ah! Llegas tarde; el diablo ya me lo había dicho antes de bajar del púlpito" (citado por Charles Spurgeon, “El orgullo, el destructor”, 27 de mayo de 1883, Metropolitan Tabernacle Pulpit, vol. 44).