Pregunta
¿Es bíblicamente aceptable que un pastor sea gay?
Respuesta
Algunas personas se consideran gay porque se sienten atraídas por personas de su mismo sexo, aunque no actúen conforme a esas atracciones. Su situación es similar a la de una persona casada que se siente atraída por alguien que no es su cónyuge, pero que se niega a actuar sobre esos deseos adúlteros. Así que puede que sea bíblicamente aceptable que un pastor se considere gay—es decir, que luche con atracción hacia personas del mismo sexo—, si está comprometido con la pureza sexual, nunca actúa conforme a esos deseos y jamás anima a otros a hacerlo (ver Romanos 1:32). Para los fines de este artículo, definiremos "gay" como "vivir activamente un estilo de vida homosexual".
Esta pregunta sobre si la Biblia permite que un pastor sea gay era impensable hasta hace un par de décadas. Nunca hubo duda dentro de la iglesia en cuanto a si una persona que practica la homosexualidad podía o debía pastorear una iglesia. La pecaminosidad de la homosexualidad nunca estuvo en debate, hasta que nuestra cultura, cada vez más sexualizada, decidió que debía estarlo. La Palabra de Dios sigue siendo igual de clara respecto al pecado del comportamiento homosexual que siempre lo ha sido (Levítico 18:22; 20:13; Romanos 1:26–27; 1 Timoteo 1:10; 1 Corintios 6:9). Las dudas han surgido como resultado de que el pueblo de Dios ha rebajado sus propios estándares morales y ha intentado acomodarse a los del mundo. Puede que la cultura cambie de parecer y se deslice hacia la destrucción moral, pero eso no significa que Dios reconsidere lo que ha ordenado (Malaquías 3:6; Números 23:19).
Quienes eligen una vida de pecado sexual encabezan la lista de los que no heredarán el reino de Dios: "¿O no saben que los injustos no heredarán el reino de Dios? No se dejen engañar: ni los inmorales, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales" (1 Corintios 6:9, NBLA; cf. Gálatas 5:19–20). La homosexualidad aparece con frecuencia en las listas de perversiones y nunca es aprobada de ninguna manera en la Escritura. Es contrario a la enseñanza clara de la Biblia que un pastor sea gay
La buena noticia es que 1 Corintios 6 continúa diciendo esto: "Y esto eran algunos de ustedes; pero fueron lavados, pero fueron santificados, pero fueron justificados en el nombre del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios" (versículo 11, NBLA). En otras palabras, sin importar cuál haya sido nuestro pecado, cuando recibimos el perdón y la limpieza mediante la fe en Jesucristo, ese pecado queda clavado en la cruz y ya no cargamos más con la culpa ni la vergüenza (Colosenses 2:14; 2 Corintios 5:21). El pecado homosexual no es diferente de cualquier otro en cuanto a que todo pecado nos separa de Dios. Pero cuando lo renunciamos y aceptamos a Jesús como Señor de nuestra vida, somos "lavados, santificados y justificados". Nos presentamos como justos delante de Dios (Hechos 2:38; Romanos 5:1). Y entonces Él puede usarnos poderosamente para Su gloria.
Un pastor es un ser humano falible, al igual que quienes forman su congregación. Así que es bíblicamente aceptable que luche con deseos homosexuales, deseos adúlteros, codicia, orgullo, etc. (ver Romanos 7:15–25). Pero un pastor debe ser un ejemplo de arrepentimiento y sumisión al Señor, y debe guiar a los que están a su cuidado a seguir ese ejemplo. Su vida debe estar libre de pecados dominantes para poder caminar en el Espíritu Santo (Efesios 5:18; 1 Timoteo 3:1–13). Un pastor que elige vivir un estilo de vida homosexual no está capacitado para guiar a una congregación y ha perdido de vista lo que significa seguir a Jesús (Juan 14:15, 23).
Jesús lo dijo así: "Y el que no toma su cruz y sigue en pos de Mí, no es digno de Mí. El que ha hallado su vida, la perderá; y el que ha perdido su vida por Mi causa, la hallará" (Mateo 10:38–39, NBLA). A menos que estemos dispuestos a abandonar nuestro pecado, incluido el pecado del comportamiento homosexual, no podemos ser seguidores de Jesús. Vamos a luchar con tentaciones de todo tipo, pero tenemos el poder del Espíritu Santo para vencerlas (1 Juan 4:4). Así como no podemos decir que está bien que un pastor practique otros pecados, tampoco podemos decir que sea bíblicamente aceptable que un pastor sea gay. No es algo que se someta a votación; Dios ya ha dado la última palabra al respecto.
Esta pregunta sobre si la Biblia permite que un pastor sea gay era impensable hasta hace un par de décadas. Nunca hubo duda dentro de la iglesia en cuanto a si una persona que practica la homosexualidad podía o debía pastorear una iglesia. La pecaminosidad de la homosexualidad nunca estuvo en debate, hasta que nuestra cultura, cada vez más sexualizada, decidió que debía estarlo. La Palabra de Dios sigue siendo igual de clara respecto al pecado del comportamiento homosexual que siempre lo ha sido (Levítico 18:22; 20:13; Romanos 1:26–27; 1 Timoteo 1:10; 1 Corintios 6:9). Las dudas han surgido como resultado de que el pueblo de Dios ha rebajado sus propios estándares morales y ha intentado acomodarse a los del mundo. Puede que la cultura cambie de parecer y se deslice hacia la destrucción moral, pero eso no significa que Dios reconsidere lo que ha ordenado (Malaquías 3:6; Números 23:19).
Quienes eligen una vida de pecado sexual encabezan la lista de los que no heredarán el reino de Dios: "¿O no saben que los injustos no heredarán el reino de Dios? No se dejen engañar: ni los inmorales, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales" (1 Corintios 6:9, NBLA; cf. Gálatas 5:19–20). La homosexualidad aparece con frecuencia en las listas de perversiones y nunca es aprobada de ninguna manera en la Escritura. Es contrario a la enseñanza clara de la Biblia que un pastor sea gay
La buena noticia es que 1 Corintios 6 continúa diciendo esto: "Y esto eran algunos de ustedes; pero fueron lavados, pero fueron santificados, pero fueron justificados en el nombre del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios" (versículo 11, NBLA). En otras palabras, sin importar cuál haya sido nuestro pecado, cuando recibimos el perdón y la limpieza mediante la fe en Jesucristo, ese pecado queda clavado en la cruz y ya no cargamos más con la culpa ni la vergüenza (Colosenses 2:14; 2 Corintios 5:21). El pecado homosexual no es diferente de cualquier otro en cuanto a que todo pecado nos separa de Dios. Pero cuando lo renunciamos y aceptamos a Jesús como Señor de nuestra vida, somos "lavados, santificados y justificados". Nos presentamos como justos delante de Dios (Hechos 2:38; Romanos 5:1). Y entonces Él puede usarnos poderosamente para Su gloria.
Un pastor es un ser humano falible, al igual que quienes forman su congregación. Así que es bíblicamente aceptable que luche con deseos homosexuales, deseos adúlteros, codicia, orgullo, etc. (ver Romanos 7:15–25). Pero un pastor debe ser un ejemplo de arrepentimiento y sumisión al Señor, y debe guiar a los que están a su cuidado a seguir ese ejemplo. Su vida debe estar libre de pecados dominantes para poder caminar en el Espíritu Santo (Efesios 5:18; 1 Timoteo 3:1–13). Un pastor que elige vivir un estilo de vida homosexual no está capacitado para guiar a una congregación y ha perdido de vista lo que significa seguir a Jesús (Juan 14:15, 23).
Jesús lo dijo así: "Y el que no toma su cruz y sigue en pos de Mí, no es digno de Mí. El que ha hallado su vida, la perderá; y el que ha perdido su vida por Mi causa, la hallará" (Mateo 10:38–39, NBLA). A menos que estemos dispuestos a abandonar nuestro pecado, incluido el pecado del comportamiento homosexual, no podemos ser seguidores de Jesús. Vamos a luchar con tentaciones de todo tipo, pero tenemos el poder del Espíritu Santo para vencerlas (1 Juan 4:4). Así como no podemos decir que está bien que un pastor practique otros pecados, tampoco podemos decir que sea bíblicamente aceptable que un pastor sea gay. No es algo que se someta a votación; Dios ya ha dado la última palabra al respecto.