Pregunta

¿Qué significa que no hay otro nombre bajo el cielo en el cual podamos ser salvos (Hechos 4:12)?

Respuesta
En Hechos 4:12, el apóstol Pedro anunció que la salvación no se encuentra en nadie más que en la persona de Jesucristo de Nazaret: "En ningún otro hay salvación, porque no hay otro nombre bajo el cielo dado a los hombres, en el cual podamos ser salvos". Para comprender mejor lo que Pedro quiso decir aquí, es necesario conocer algunos antecedentes y el contexto.

Un día después de Pentecostés, los gobernantes, ancianos y maestros de la ley judíos presenciaron cómo Pedro y Juan sanaban a un mendigo cojo en la Puerta Hermosa del templo (Hechos 3:1-11). Cuando los apóstoles entraron en el patio, el hombre discapacitado les pidió dinero. Pedro respondió: "No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy: en el nombre de Jesucristo el Nazareno, ¡anda!" (Hechos 3:6). A la orden de Pedro, el hombre se levantó al instante y comenzó a andar, a saltar y a alabar a Dios en el templo (Hechos 3:7-8).

Aprovechando el momento y el asombro de la multitud, Pedro comenzó a predicar un mensaje profundamente convincente. Explicó que Jesucristo, el hombre que habían crucificado, era en realidad el Autor de la vida (Hechos 3:12-15). "Por la fe en el nombre de Jesús, este hombre fue sanado, y ustedes saben que él antes era un lisiado. La fe en el nombre de Jesús lo ha sanado delante de sus propios ojos" (Hechos 3:16, NTV).

Pedro predicó que Jesús era el Mesías prometido de Israel. Llamó al pueblo al arrepentimiento y a creer en Él (Hechos 3:19-21). Muchos de los que oyeron el mensaje aquel día fueron salvos (Hechos 4:4). Sin embargo, los líderes judíos se sintieron muy perturbados por estos acontecimientos y se enfadaron por las enseñanzas de los apóstoles, así que arrestaron a Pedro y a Juan (Hechos 4:2-3).

Al día siguiente, los líderes religiosos exigieron saber cómo había sido sanado el mendigo discapacitado. Preguntaron: "¿Con qué poder, o en qué nombre, han hecho esto?" (Hechos 4:7). Una vez más, aprovechando la oportunidad, Pedro respondió: "si se nos está interrogando hoy por causa del beneficio hecho a un hombre enfermo, de qué manera este ha sido sanado, sepan todos ustedes, y todo el pueblo de Israel, que en el nombre de Jesucristo el Nazareno, a quien ustedes crucificaron y a quien Dios resucitó de entre los muertos, por Él, este hombre se halla aquí sano delante de ustedes" (Hechos 4:9-10, NBLA).

Pedro dijo mucho con pocas palabras. Quería que todos supieran que solo por el nombre de Jesucristo de Nazaret, crucificado por ellos, pero resucitado de entre los muertos, él y Juan tenían el poder de sanar y predicar. Además, la salvación solo se encontraba en Él porque "Dios no ha dado ningún otro nombre bajo el cielo, mediante el cual podamos ser salvos" (Hechos 4:12, NTV).

Es fundamental comprender que el nombre de una persona tenía un significado mucho mayor en los tiempos bíblicos que en la actualidad. Los nombres no eran simplemente títulos aleatorios para distinguir la identidad de alguien. Un nombre representaba el carácter esencial y la personalidad del individuo. Al igual que un poder notarial, el nombre de una persona tenía el mismo peso y autoridad que la persona a la que se le había dado.

El nombre de Jesús y la persona de Jesucristo están indisolublemente unidos. El nombre de Jesús y Su poder, autoridad y personalidad son uno y lo mismo. El nombre de Jesús encarna quién es Él.

El nombre español Jesús proviene de la transcripción griega del nombre hebreo Yeshua, que literalmente significa "Yavé es salvación" o "El Señor salva". Cuando los primeros cristianos pronunciaban el nombre de Jesús, expresaban su conciencia de que Él era el Cristo, el Mesías ungido, que encarnaba la salvación que Dios había prometido.

Cuando el ángel se le apareció a José, le dijo que llamara a su hijo "Jesús", porque "Él salvará a su pueblo de sus pecados" (Mateo 1:21). Solo el nombre de Jesús puede ofrecer la salvación, porque es el único nombre que ha recibido "poder" de Dios para dar la salvación a los seres humanos.

En Hechos 4:11, Pedro se refirió al Salmo 118:22 para ayudar a los líderes religiosos a comprender que su rechazo a Jesús mediante la crucifixión y Su posterior resurrección formaban parte del cumplimiento del plan de salvación de Dios. Estos líderes sabían por las Escrituras que el Dios de Israel es el único Salvador (Isaías 43:11; Oseas 13:4). Ahora Pedro afirmaba que Dios mismo había asignado el papel de salvador a Jesús. Lo hizo enviando a Su Hijo para que se hiciera carne y viviera entre nosotros (Juan 1:1-3, 14), para pagar el castigo por nuestros pecados mediante Su propia muerte en la cruz (Romanos 3:25; 5:9; 8:32; Hebreos 2:17; 1 Juan 4:10), a fin de que los que creemos en Él seamos salvos para vida eterna (Juan 3:15; 1 Juan 5:11). El nombre de Jesús —el poder, la autoridad y la persona de Jesús— fue dado a los seres humanos por Dios para que pudieran ser salvos.

¿Qué significa que no hay otro nombre bajo el cielo por el cual podamos ser salvos? Simplemente, no hay otra persona que pueda salvarnos. Solo Jesús salva. Juan 3:16-17 (NBLA) nos da la buena noticia: "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en Él, no se pierda, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a Su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por Él".