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Pregunta: "¿Si nacemos en pecado, ¿será justo que Dios nos juzgue por nuestro pecado?"

Respuesta:
Una acusación común contra el cristianismo es que juzga injustamente a las personas. Especialmente, algunas personas dicen que Dios nos prepara para el fracaso y luego nos castiga por el fracaso que Él provocó. Si eso fuera cierto, sería una situación injusta. ¿Es así como funciona el cristianismo? ¿Nos juzga Dios injustamente por algo sobre lo que no tenemos control? Las respuestas se encuentran en la Biblia.

Para empezar, debemos conocer lo que dice la Biblia sobre el hecho de haber nacido en pecado. David, el hombre según el corazón de Dios, escribió en el Salmo 51:5: "He aquí, en maldad he sido formado,

Y en pecado me concibió mi madre". El apóstol Pablo escribió que todos satisfacemos "los deseos de nuestra carne" (Efesios 2:3). Eso significa que hay algo natural en nuestro interior que nos empuja hacia el pecado.

Por lo tanto, la Biblia ciertamente enseña que nacemos en pecado. ¿Decidió Dios arbitrariamente que las personas iban a nacer pecadoras? La respuesta se encuentra en relación con el primer hombre, Adán. Cuando Adán fue creado (sin pecado) por Dios y colocado en el jardín del Edén, también se le dio una simple ley (Génesis 2:16-17). Adán desobedeció la ley de Dios, y Dios lo declaró culpable y lo condenó a muerte. Fue la elección de Adán de desobedecer lo que lo hizo culpable ante Dios. Fue el padre de la raza humana, y sus rasgos fueron transmitidos a sus hijos. Romanos 5:12 dice que el pecado entró en el mundo por Adán, y la muerte vino por el pecado, porque todos pecaron. Como descendientes de Adán, recibimos la naturaleza pecaminosa transmitida por nuestros padres. Eso nos hace nacer en pecado, con una inclinación natural a hacer el mal.

Algunos podrían argumentar que no podemos elegir a nuestra familia, y que por lo tanto Dios no puede hacernos responsables de la naturaleza pecaminosa. Aunque no podemos elegir cómo nacemos, la Biblia es clara en cuanto a que sí podemos elegir nuestros pecados. Anteriormente, vimos Efesios 2:3, que dice que satisfacemos los deseos de nuestra carnea. Esa es una elección. Romanos 5:12 dice que "todos pecaron". Somos pecadores tanto por obra como por naturaleza. Nuestro propio pecado nos condena, no sólo el de Adán. Nacemos en pecado, pero seguimos pecando por nuestra propia elección personal. Cuando decidimos pecar, nos convertimos en culpables ante Dios, y Su juicio es justo.

Dios no sólo es justo, sino también misericordioso. La enseñanza bíblica sobre el pecado personal no termina con una declaración de culpabilidad del hombre. Romanos 5, que nos dice que el pecado y la muerte entraron en el mundo a través de un hombre, también nos habla de la mayor bendición, que también vino a través de un hombre. El don de la gracia de Dios vino a través de Jesucristo (Romanos 5:15) y se extendió a muchos. El versículo 19 dice: "Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos". Dios es justo al aplicar el pecado de Adán a toda la raza humana, y es justo al aplicar la muerte de Jesucristo a todos los que lo reciban por fe. Jesucristo murió por los pecados del mundo, para que el mundo pudiera tener vida a través de la fe en Su sacrificio. Eso no es "justo": ¡es gracia!

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