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Pregunta: "¿Qué podemos aprender de la mujer junto al pozo?"

Respuesta:
La historia de la mujer samaritana anónima junto al pozo, que sólo se relata en el Evangelio de Juan, es reveladora y está repleta de verdades y poderosas lecciones para nosotros hoy en día. La historia de la mujer junto al pozo sigue al relato de la conversación de Jesús con Nicodemo, un fariseo y miembro importante del Sanedrín judío (Juan 3:1-21). En Juan 4:4-42 leemos la conversación de Jesús con una mujer samaritana solitaria que había venido a buscar agua a un pozo (conocido como el pozo de Jacob) situado a unos 800 metros de la ciudad de Sicar, en Samaria.

Esta era una mujer extraordinaria. Era samaritana, una raza que los judíos despreciaban por completo ya que no tenían derecho a su Dios, y era una marginada y despreciada por su propio pueblo. Esto se evidencia por el hecho de que vino sola a sacar agua del pozo de la comunidad cuando, durante los tiempos bíblicos, sacar agua y charlar en el pozo era el punto álgido de la vida social de una mujer. Sin embargo, esta mujer fue condenada al ostracismo y señalada como inmoral, una mujer soltera que vivía abiertamente con el sexto de una serie de hombres.

La historia de la mujer en el pozo nos enseña que Dios nos ama a pesar de nuestras vidas arruinadas. Dios nos valora lo suficiente como para buscarnos abiertamente, para acogernos en la intimidad y para alegrarse con nuestra adoración. Como resultado de la conversación con Jesús, sólo una persona como la samaritana, una marginada de su propio pueblo, podría entender lo que esto significa. Sentirse amada, ser atendida cuando nadie, ni siquiera ella misma, podía ver nada de valor en ella: esto sí que es gracia.

Sin embargo, hay muchas otras verdades valiosas que se desprenden de esta historia. Aprenderemos que:

1) Sólo a través de Jesús podemos obtener y recibir la vida eterna: "Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna" (Juan 4:13-14; cf. Juan 14:6).

2) El hecho de que Jesús ministre a los marginados de la sociedad judía (los samaritanos) revela que todas las personas son valiosas para Dios y que Jesús desea que demostremos amor a todos... incluso a nuestros enemigos (Juan 4:7-9; Mateo 5:44).

3) Jesús es el Mesías (Juan 4:25-26; 1:41; Mateo 27:22; Lucas 2:11).

4) Los que adoran a Dios, lo hacen en espíritu y en verdad (Juan 4:23-24; Salmo 145:18).

5) Nuestro testimonio sobre Jesús es una herramienta poderosa para llevar a otros a creer en Él: "Y muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por la palabra de la mujer, que daba testimonio diciendo: Me dijo todo lo que he hecho. Entonces vinieron los samaritanos a él y le rogaron que se quedase con ellos; y se quedó allí dos días. Y creyeron muchos más por la palabra de él, y decían a la mujer: Ya no creemos solamente por tu dicho, porque nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente este es el Salvador del mundo, el Cristo" (Juan 4:39-42).

Además, del diálogo de Jesús con la mujer junto al pozo aprendemos tres verdades absolutas sobre la salvación:

1) La salvación sólo llega a quienes reconocen su desesperada necesidad de la vida espiritual que no tienen. El agua viva sólo se puede obtener por aquellos que reconocen que están espiritualmente sedientos.

2) La salvación viene sólo a aquellos que confiesan y se arrepienten de su pecado y desean el perdón. Antes de que esta mujer inmoral pudiera aceptar al Salvador, tuvo que admitir toda la carga de sus pecados.

3) La salvación viene sólo a aquellos que se aferran a Jesús como su Mesías. La verdad absoluta es que la salvación no se encuentra en nadie más (Juan 14:6; Hechos 4:12).

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