Pregunta

¿Qué tipo de ministerios interreligiosos son apropiados?

Respuesta
En tiempos de recursos limitados, muchas iglesias y organizaciones cristianas buscan formas de generar un impacto significativo colaborando con otras entidades en una amplia gama de cuestiones, como la atención en desastres, la lucha contra la pobreza o la educación. Sin embargo, muchos creyentes tienen preocupaciones legítimas en cuanto a nuestra responsabilidad de defender "la fe que ha de una vez para siempre fue entregada a los santos" (Judas 1:3, NBLA). ¿Es bíblicamente aceptable cooperar con un grupo no cristiano? ¿Puede una organización cristiana unirse a un grupo musulmán o hindú para ministrar a otros? ¿Qué tipo de ministerios interreligiosos son apropiados?

Dejémoslo claro: los cristianos estamos llamados a cuidar de los necesitados de maneras tangibles (Lucas 10:25–37). Pero ¿cuál es la mejor forma de brindar esa ayuda? ¿Son necesarios o efectivos los ministerios interreligiosos y la cooperación con otras religiones? ¿Una alianza interreligiosa para alimentar al hambriento equivale al ecumenismo o a un compromiso doctrinal inaceptable?

Al considerar ministerios interreligiosos, una de las preguntas clave que debemos hacernos es: "¿Esta colaboración me llevará a comprometer alguna doctrina esencial del cristianismo?" Si Dios y Su Palabra deben ser honrados por encima de todo, debemos poder responder con claridad a esta cuestión. Sin importar el bien social que una alianza pueda generar, si un cristiano o una iglesia se ve forzado a aceptar una visión distinta sobre Dios, Jesucristo, las Escrituras, la salvación o cualquier otro punto esencial de la fe bíblica, entonces esa colaboración no es aceptable. La acción no debe contradecir la confesión.

Por ejemplo, algunas organizaciones sociales no aceptan grupos a menos que adopten políticas de no discriminación en la contratación, promoción o despido, incluyendo una cláusula que indique que no se discrimina por sexo, raza, discapacidad, orientación sexual, etnicidad, religión, edad, nacionalidad o estado civil. Es decir, para poder cooperar, una iglesia tendría que estar dispuesta a contratar a cualquier persona, incluso a quienes no comparten su fe o contradicen sus enseñanzas.

Otra exigencia común que se impone a las iglesias tiene que ver con el uso de "prácticas coercitivas", como pedir a quienes reciben ayuda que participen en clases bíblicas. Aceptar el enfoque "no coercitivo" que muchas veces exigen los programas interreligiosos puede ser un obstáculo para organizaciones cristianas que desean honrar la Palabra de Dios. Si una misión cristiana de ayuda no puede compartir el evangelio con quienes llegan a sus puertas, entonces su labor se vuelve ineficaz. Las iglesias deben estar atentas ante cualquier asociación que les obligue a firmar políticas de este tipo.

Otra pregunta crucial es: "¿Esta colaboración honrará a Dios?" Puede que un ministerio interreligioso no exija renunciar a nuestras creencias, pero podría asociar a una organización cristiana con entidades que deshonran a Dios. Incluso si la iglesia mantiene su declaración doctrinal y su política de contrataciones, debe reflexionar seriamente sobre las interpretaciones públicas que se podrían generar a partir de esa alianza. A veces incluso el nombre del proyecto puede ser problemático; si una iglesia que cree fielmente en la Biblia se une, por ejemplo, a "El Consorcio Ecuménico de los Amigos de Alá", estamos ante una clara dificultad. Honrar a Dios debe seguir siendo la máxima prioridad, y nuestro testimonio ante el mundo es importante.

Una tercera pregunta a considerar es: "¿Será más eficaz nuestro trabajo si lo hacemos en conjunto?" Algunos proyectos funcionan mejor cuando una sola organización lleva la dirección. A veces una escala más pequeña es más eficiente. Otros proyectos, por su complejidad, requieren un grupo amplio y diverso de colaboradores. Esta cuestión es más logística que doctrinal, pero sigue siendo importante, pues el objetivo no es unirse por el simple hecho de cooperar, sino ayudar efectivamente a quienes lo necesitan.

Por tanto, mientras no se comprometa la doctrina bíblica, no se ensucie el testimonio cristiano, y no se malgasten los recursos, sí, una organización cristiana puede colaborar con otros grupos en ministerios interreligiosos para llevar adelante un proyecto que honre a Dios.

Nuestro objetivo debe ser siempre amar a Dios y amar al prójimo. Si un ministerio interreligioso puede servir a este propósito, entonces no hay razón para descartarlo sin más. Ningún grupo por sí solo puede hacerlo todo, pero juntos se puede lograr mucho. En cuestiones sociales como la lucha contra la pobreza o la asistencia en catástrofes, existen numerosas oportunidades para colaborar con otros en favor de los más necesitados. Al hacerlo, honramos al Señor, mostramos amor al prójimo y marcamos una diferencia real en la vida de muchas personas.

Como dijo Jesús: "Así brille la luz de ustedes delante de los hombres, para que vean sus buenas acciones y glorifiquen a su Padre que está en los cielos" (Mateo 5:16, NBLA).