Pregunta

¿Qué es el ministerio de la encarnación o la teología de la encarnación, y ¿son bíblicos?

Respuesta
Respuesta: Una definición práctica de ministerio de la encarnación es "la inmersión personal en una cultura local y ‘convertirse en Jesús’ para esa cultura". El ministerio de la encarnación busca evitar el ministerio "a distancia" y abrazar un enfoque más cercano y personal: el amor de Dios y el evangelio de Cristo son "encarnados" o representados por la persona que ministra. Así como el Hijo de Dios tomó forma humana y vino a nuestro mundo, este modelo sostiene que debemos adoptar la cultura a la que servimos y "ser Jesús" en medio de ella. La idea de que los cristianos deben representar el evangelio encarnado se conoce como teología de la encarnación. Un principio central de este enfoque es "vivir las buenas nuevas en lugar de predicarlas".

La comprensión cristiana del término encarnación es que "el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros" (Juan 1:14, NBLA). El fundamento mismo de la fe cristiana es que Dios el Hijo—el Verbo, la segunda Persona de la Trinidad—tomó forma humana al entrar en nuestro mundo. La teología de la encarnación aplica el concepto de encarnación al ministerio y la misión de la iglesia.

Sin embargo, enfatizar en exceso la encarnación distorsiona el sentido bíblico del término. En ningún sentido podemos ser encarnaciones como lo fue Cristo. Intentar extender el concepto de encarnación de Juan 1:14 hasta la Gran Comisión (Mateo 28:19–20) no tiene fundamento. Además, la idea de "ser Jesús", como enseñan algunos defensores del ministerio de la encarnación, no es bíblica. Estamos llamados a ser semejantes a Cristo. Somos seguidores y discípulos de Jesús. Debemos comunicar Su amor al mundo. Pero la Biblia nunca nos dice que seamos encarnaciones del mismo Jesús.

Una preocupación importante sobre el ministerio de la encarnación es que implica alcanzar a los incrédulos exclusivamente mediante un enfoque de "ven y sígueme". La Biblia habla del "escándalo de la cruz" (Gálatas 5:11, NBLA), algo que muchos en el ministerio de la encarnación tratan de evitar al "relacionarse" con la cultura y "mostrar" su fe de forma discreta. Hay un peligro inherente cuando las relaciones personales se elevan por encima de la predicación del evangelio. Los verdaderos creyentes siguen a Jesucristo, no a otros creyentes. Siguen la Escritura inspirada por Dios, no las enseñanzas ni los ejemplos de los hombres (2 Timoteo 3:16). El mensaje del evangelio se ve afectado cuando se asocia más con el mensajero humano que con la Persona de Jesucristo. El componente relacional del ministerio es sumamente importante, pero nunca debemos permitir que se distorsione el mensaje del evangelio. La cruz será necedad para algunos y ofensa para otros (1 Corintios 1:23).

El ministerio de la encarnación pone énfasis en conectar con las personas y vivir una vida semejante a la de Cristo, lo cual es bíblico. Pero integrarse en una cultura no es la misión central de la iglesia. Estas acciones forman parte del proceso de cumplir esa misión, que es predicar el evangelio hasta los confines de la tierra. El apóstol Pablo entendía bien el ministerio transcultural, y estaba dispuesto a hacerse siervo de todos (1 Corintios 9:19–23), pero el evangelio siempre fue lo principal: "Porque nada me propuse saber entre ustedes excepto a Jesucristo, y Este crucificado" (1 Corintios 2:2, NBLA). Es por medio de "la locura de la predicación" que Dios salva a los que creen (1 Corintios 1:21, NVI).