Pregunta
¿Por qué era tan importante el lugar de entierro en la Biblia?
Respuesta
En Génesis 49:29–32 leemos las instrucciones de Jacob respecto a su lugar de entierro: "Voy a ser reunido a mi pueblo. Sepúltenme con mis padres en la cueva que está en el campo de Efrón el hitita, en la cueva que está en el campo de Macpela, que está frente a Mamre, en la tierra de Canaán, la cual Abraham compró junto con el campo de Efrón el hitita, para posesión de una sepultura. Allí sepultaron a Abraham y a su mujer Sara. Allí sepultaron a Isaac y a su mujer Rebeca, y allí sepulté yo a Lea. El campo y la cueva que hay en él, fueron comprados de los hijos de Het" (NBLA). Es evidente que Jacob estaba muy preocupado por el lugar donde sería sepultado, y conocía con precisión la historia del lugar que había escogido. Cuando José se acercaba a la muerte, también dio instrucciones respecto a sus restos (Génesis 50:25).
Una de las razones por las que el lugar de entierro era tan importante para los patriarcas tenía que ver con la promesa de Dios sobre la tierra. Dios había prometido que los descendientes de Abraham poseerían la tierra donde fue sepultado (Génesis 12:1–3). Jacob sabía que, si era enterrado en Canaán, su tumba permanecería para siempre en la Tierra Prometida. El hecho de que Abraham, Isaac y Jacob fueran enterrados allí—tres generaciones—remarcaba su fe en la promesa de Dios de dar esa tierra a su familia.
Una segunda razón importante era que Jacob deseaba ser enterrado con su familia. Aún hoy, muchas personas prefieren descansar junto a sus seres queridos como muestra de amor y unidad. En la antigüedad, era considerado un honor ser sepultado en una tumba familiar. La muerte de muchos reyes queda registrada con la frase "durmió con sus padres" (por ejemplo, 2 Reyes 14:16; 2 Crónicas 21:1). El deseo de Jacob de ser sepultado con su esposa, su padre y su abuelo mostraba naturalmente su profundo amor por ellos.
Una tercera razón por la que Jacob deseaba ser enterrado en la cueva de Macpela era que se trataba de una propiedad de su familia. Su abuelo la había comprado a los hititas. Aunque a Jacob se le había dado tierra en Egipto para vivir, no la consideraba suya. Su hogar estaba en Canaán, la tierra donde había nacido y crecido, y donde deseaba ser enterrado.
Una cuarta razón para la insistencia de los patriarcas en ser sepultados en Canaán era que mantenían la esperanza de un reino futuro. Hebreos 11:9–10 dice: "Por la fe [Abraham] habitó como extranjero en la tierra de la promesa como en tierra extraña, viviendo en tiendas como Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa, porque esperaba la ciudad que tiene cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios" (NBLA). El versículo 16 añade: "Pero en realidad, anhelan una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo cual, Dios no se avergüenza de ser llamado Dios de ellos, pues les ha preparado una ciudad" (NBLA).
Los patriarcas comprendían que la muerte no era el final de la vida. En realidad, Dios había preparado un reino futuro, uno donde el Señor Dios reinará como Rey.
Una de las razones por las que el lugar de entierro era tan importante para los patriarcas tenía que ver con la promesa de Dios sobre la tierra. Dios había prometido que los descendientes de Abraham poseerían la tierra donde fue sepultado (Génesis 12:1–3). Jacob sabía que, si era enterrado en Canaán, su tumba permanecería para siempre en la Tierra Prometida. El hecho de que Abraham, Isaac y Jacob fueran enterrados allí—tres generaciones—remarcaba su fe en la promesa de Dios de dar esa tierra a su familia.
Una segunda razón importante era que Jacob deseaba ser enterrado con su familia. Aún hoy, muchas personas prefieren descansar junto a sus seres queridos como muestra de amor y unidad. En la antigüedad, era considerado un honor ser sepultado en una tumba familiar. La muerte de muchos reyes queda registrada con la frase "durmió con sus padres" (por ejemplo, 2 Reyes 14:16; 2 Crónicas 21:1). El deseo de Jacob de ser sepultado con su esposa, su padre y su abuelo mostraba naturalmente su profundo amor por ellos.
Una tercera razón por la que Jacob deseaba ser enterrado en la cueva de Macpela era que se trataba de una propiedad de su familia. Su abuelo la había comprado a los hititas. Aunque a Jacob se le había dado tierra en Egipto para vivir, no la consideraba suya. Su hogar estaba en Canaán, la tierra donde había nacido y crecido, y donde deseaba ser enterrado.
Una cuarta razón para la insistencia de los patriarcas en ser sepultados en Canaán era que mantenían la esperanza de un reino futuro. Hebreos 11:9–10 dice: "Por la fe [Abraham] habitó como extranjero en la tierra de la promesa como en tierra extraña, viviendo en tiendas como Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa, porque esperaba la ciudad que tiene cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios" (NBLA). El versículo 16 añade: "Pero en realidad, anhelan una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo cual, Dios no se avergüenza de ser llamado Dios de ellos, pues les ha preparado una ciudad" (NBLA).
Los patriarcas comprendían que la muerte no era el final de la vida. En realidad, Dios había preparado un reino futuro, uno donde el Señor Dios reinará como Rey.