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Pregunta: "¿Es bíblico invitar a Jesús para que entre en tu corazón?"

Respuesta:
"¿Quieres ser salvo? Entonces invita a Jesús para que entre en tu corazón." Si bien esta declaración no es antibíblica, tampoco es claramente bíblica. Esta frase genera una imagen mental que puede producir fácilmente ideas equivocadas, especialmente entre los niños, ya que ellos tienden a tomar las cosas al pie de la letra. Además, la exhortación de "invita a Jesús para que entre en tu corazón", si ese es el mensaje completo, deja algunas cosas importantes como el arrepentimiento y la fe. La Biblia menciona el hecho de que, en cierto sentido, Jesús vive en nuestros corazones: Pablo oró "para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones" (Efesios 3:17). Pero Pablo está escribiendo a los creyentes que ya habían recibido a Cristo. La oración paralela en el versículo 16 es de "ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu" de parte de Dios. No hay un llamamiento evangelístico en el contexto de Efesios 3. Pablo no le está diciendo a los Efesios que "inviten a Jesús que entre en sus corazones"; simplemente está haciendo que se den cuenta que Jesús está en sus corazones por medio del Espíritu Santo.

Por lo general, el versículo del que se toma el concepto de "invita a Jesús a entrar en tu corazón" es Apocalipsis 3:20, "He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo". Observa, sin embargo, que el versículo para nada menciona el corazón. Tampoco la persona le pide a Jesús que haga algo, sino que Jesús nos pide que hagamos algo. En el contexto, Jesús está hablando a la iglesia de Laodicea, que necesitaba arrepentirse urgentemente (versículo 19). Los Laodicenses efectivamente habían excluido a Jesús de su comunión, y el Señor buscaba restaurarla. Este pasaje no tiene nada que ver con una persona pidiéndole al Señor que la salve.

La idea de Jesús "entrando en tu corazón" no se usa en ninguna predicación de la Biblia. El evangelio son las buenas nuevas de la muerte y resurrección de Jesús para el perdón de nuestros pecados (1 Corintios 15:3-4). Las presentaciones del Evangelio en la Biblia instan a dar una respuesta adecuada a ese mensaje: creer (Juan 3:16; Hechos 16:31), recibir (Juan 1:12) o arrepentirse (Hechos 3:19). Tenemos que cambiar nuestra forma de pensar sobre nuestro pecado y sobre quién es Cristo, creer que Jesús murió y resucitó, y recibir por fe el regalo de la vida eterna. Nunca ninguno de los apóstoles le dijo a alguien que "invitara a Jesús para que entrara en su corazón".

Con frecuencia, la exhortación de "invita a Jesús para que entre en tu corazón" se usa como una forma sencilla de decir: "Invita a Jesús para que entre en tu vida" o "Permite que el Señor tome el control". Si esto se hace en el contexto donde se presenta todo el evangelio, entonces no hay ningún problema. Pero antes de pedirle a una persona que "invite a Jesús a entrar en su corazón", esa persona debe entender el pecado y su penalidad, el pago que Cristo hizo en la cruz, y la realidad de la resurrección de Cristo. En realidad, el referirse a la salvación como que Jesús "viene a tu corazón", puede incluso ayudar a una persona a entender que el Espíritu de Cristo viene a habitar en el alma (ver Juan 14:17). Aun así, siempre es mejor usar la terminología que usa la Biblia. "Invitar a Jesús en tu corazón" no comunica completamente lo que realmente sucede en la salvación.

Cuando compartimos el evangelio, debemos tener cuidado con lo que decimos y cómo lo decimos. Incluso la palabra "creer" puede ser engañosa si se presenta como un mero acto intelectual (aceptando que ciertos hechos son verdaderos), y no como una confianza (confiando en esos hechos verdaderos). Judas Iscariote creía en ciertos hechos sobre Jesús, pero nunca confió en Jesús para su salvación. La salvación no consiste en creer en una lista de hechos. La salvación no es pedirle a Jesús que entre en tu corazón. La salvación consiste en confiar en Jesús como tu Salvador, recibiendo por gracia el perdón que Él ofrece por medio de la fe. La salvación tiene que ver con ser regenerado a través del sacrificio de Jesucristo y renovado por el poder del Espíritu Santo (Tito 3:5).

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