Pregunta

¿Quién es el hijo de perdición?

Respuesta
La expresión "hijo de perdición" aparece dos veces en el Nuevo Testamento: primero en Juan 17:12 y luego en 2 Tesalonicenses 2:3. Esta frase significa literalmente "hombre destinado a la destrucción" y no se limita a una sola persona. De hecho, se aplica a dos figuras diferentes en la Biblia: en Juan 17:12, se refiere a Judas Iscariote; en 2 Tesalonicenses 2:3, al "hombre de pecado" o "hijo de perdición", es decir, el Anticristo que aparecerá en los últimos tiempos antes del regreso de Cristo.

La palabra perdición hace referencia a la condenación eterna o a una destrucción total, y también puede usarse como sinónimo del infierno. Cuando a alguien se le llama hijo de perdición, la idea es que se trata de una persona en un estado irredimible, alguien que ya está condenado incluso antes de morir. Jesús utiliza esta expresión en Su oración sacerdotal en Juan 17. Mientras ora al Padre por Sus discípulos, dice que los ha guardado y que ninguno de ellos se perdió, "excepto el hijo de perdición, para que la Escritura se cumpliera" (Juan 17:12, NBLA). Es decir, el único discípulo perdido fue aquel que ya estaba condenado: Judas. Que esta misma frase se utilice más adelante para describir al Anticristo (2 Tesalonicenses 2:3) muestra que Judas no estaba dentro del plan de redención. Dios, si hubiera querido, pudo haberlo llevado al arrepentimiento, pero no lo hizo. Fue, en efecto, un hombre "destinado a la perdición".

Un buen ejemplo de alguien que encaja en esta descripción se encuentra en Hebreos 6:4–8, donde se habla de una persona que, como Judas, ha tenido una experiencia cercana con Dios y ha comprendido el mensaje de la salvación, pero decide rechazarlo. En lugar de dar fruto, produce "espinos y cardos". Esta es la persona que ve el camino de salvación—es decir, confiar en la gracia de Dios para el perdón de los pecados (Efesios 2:8–9)—pero lo rechaza. Algunos lo hacen negando abiertamente a Dios; otros, como Judas, rechazan el regalo de la gracia e intentan pagar su culpa por sí mismos. Judas eligió este camino, quitándose la vida en lugar de acudir a la misericordia de Dios.

Sin embargo, tanto Judas como el Anticristo son casos extremos. Ningún ser humano tiene la autoridad de llamar a otra persona "hijo de perdición", porque solo Dios conoce el destino eterno de cada alma. Solo en estos dos casos, Dios decidió revelar su condenación como parte de Su plan soberano. En cuanto a todas las demás personas, por más perdidas o malvadas que parezcan, nuestra responsabilidad es orar por su salvación y anhelar su redención (1 Timoteo 2:1).