Pregunta

¿Qué significa "golpear el púlpito"?

Respuesta
Golpear el púlpito es una metáfora tradicional que se utiliza para referirse a predicar con un emotivo fervor y una convicción contundente. Mientras pronuncia su sermón, un predicador entusiasta puede golpear con fuerza el púlpito con el puño para llamar la atención de los oyentes, despertar sus emociones y reforzar su mensaje.

Aunque "golpear el púlpito" es una figura retórica que no siempre denota el golpeo literal del puño sobre un podio, la expresión tiene su origen en la práctica real de golpear el atril mientras se predica. Términos como Holy Roller (ruleta religiosa) y hellfire preacher (predicador del fuego del infierno) evocan la imagen de ministros puritanos, pastores carismáticos y avivados del Gran Despertar, como Jonathan Edwards (1703-1758), que golpeaban sus púlpitos con un vigor inusual mientras predicaban a su público sobre las llamas eternas del infierno.

El reformador escocés del siglo XVI John Knox era conocido por su apasionada "oratoria marcial o belicosa desde el púlpito" (Broadus, J., Lectures on the History of Preaching, Sheldon & Company, 1876, p. 194). "En sus sermones, Knox solía dedicar media hora a exponer con calma un pasaje bíblico. Luego, al aplicar el texto a la situación escocesa, se volvía "activo y vigoroso" y golpeaba violentamente el púlpito. Según un asistente que tomó notas, "me hizo temblar y estremecer tanto que no podía sostener el bolígrafo para escribir"" (Galli, M. y Olsen, T., 131 cristianos que todo el mundo debería conocer, Broadman & Holman Publishers, 2000, p. 171).

El pastor bautista W. A. Criswell (1909-2002) era conocido como "un fanático religioso con un doctorado". Gritaba, escupía, lloraba, suplicaba y golpeaba. Predicaba con la grandilocuencia de Billy Sunday y la urgencia de Savonarola" (George, T., "The ‘Baptist Pope’", Christianity Today, 11/3/02, p. 54).

Golpear el púlpito también conlleva la idea de utilizar el lugar o la posición de autoridad de uno —el púlpito— para influir o manipular a los oyentes. Un predicador escribe: "A menudo me he sentido impulsado a golpear el púlpito para denunciar ciertos males sociales que azotan nuestra ciudad. He visto de primera mano las vidas destrozadas y creo saber lo que se necesita para revertir esta tendencia maligna. Pero resisto esa tentación. Mi gente necesita escuchar la Palabra de Dios el domingo por la mañana" (Fowler, R., "Unlikely Allies", en Growing Your Church through Evangelism and Outreach, ed. Shelley, M., 1.ª ed., Library of Christian Leadership, Moorings, 1996, p. 278).

En términos de la predicación, la kinesia es el estudio de la comunicación a través de las expresiones faciales, el contacto visual, los movimientos corporales, los gestos con las manos y la postura. En su libro Delivering the Sermon: Voice, Body, and Animation in Proclamation, Teresa Fry Brown clasifica ampliamente los gestos corporales y los movimientos de las manos como "abiertos" o "cerrados". Según Brown, los gestos abiertos, como las palmas abiertas y levantadas, tienden a transmitir confianza, mientras que los gestos cerrados, como cerrar el puño y golpear el púlpito, suelen comunicar una actitud defensiva (Fortress Press, 2008, pág. 79-80).

Golpear el púlpito puede tener connotaciones negativas o positivas dependiendo del contexto de la discusión. Al igual que un cristiano demasiado entusiasta y «sermoneador» es tildado de "fanático de la Biblia", un predicador excesivamente apasionado puede ser criticado por ser uno que "golpea el púlpito con ojos desorbitados". Por el contrario, un ministro de la Palabra dedicado y con muchos años de servicio puede ser elogiado por golpear fielmente el púlpito a lo largo de sus años de ministerio.

Para algunos veteranos, golpear el púlpito simplemente significa predicar con energía, entusiasmo y convicción. Para otros, se aplica el antiguo adagio de los predicadores: "Cuando tu argumento es débil, golpea el púlpito". Los pastores, predicadores y maestros contemporáneos son menos propensos a incorporar el golpear el púlpito en su estilo de predicación, ya que entienden que la mayoría de la gente hoy en día interpreta ese comportamiento como manipulador, desagradable, excesivamente artificial o agresivo.

En última instancia, el trabajo de un predicador es ministrar la Palabra de Dios en fiel obediencia a las instrucciones de Dios y a la guía del Espíritu Santo. Así como el Señor inspiró a los profetas y predicadores de la Biblia a comunicarse de maneras poco convencionales, el Señor puede inspirar a un predicador a gritar o susurrar, levantar las manos en alabanza o golpear el púlpito. Tu lenguaje corporal debe seguir de manera natural el mensaje que Dios está usando para transmitir.