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Pregunta: "¿Existen pruebas de los gigantes que se mencionan en la Biblia?"

Respuesta:
En la Biblia se mencionan los gigantes en varios pasajes (por ejemplo, Génesis 6:4; Josué 12:4). Og, rey de Basán (Deuteronomio 3:11), el pueblo gigante de Canaán del que informaron los espías de Moisés (Números 13:30-33), Goliat (2 Samuel 21:19) y los hijos de Anac (Deuteronomio 9:1-2) son ejemplos de gigantes en las Escrituras. Debemos tener en cuenta que los "gigantes" de la Biblia no eran colosos de casi 12 metros que se sentaban en las casas y se escarbaban los dientes con palos de olmo. Los gigantes de la Biblia eran altos -Goliat medía quizá tres o cuatro metros- y eran poderosos, aunque eran humanos. Además de los relatos bíblicos de gigantes, existen otras pruebas de la existencia de gigantes: relatos escritos aparte de la Biblia, la arqueología y los relatos de testigos presenciales de los hallazgos arqueológicos, las representaciones gráficas de gigantes que se encuentran en el arte antiguo y los registros históricos recientes.

En primer lugar, debemos considerar la evidencia arqueológica de los gigantes. Hay muchos relatos de arqueólogos que han encontrado huesos muy grandes y armas u otros artefactos que sólo un gigante podría haber utilizado. Por ejemplo, se cree que Stonehenge fue construido por gigantes porque las piedras son demasiado grandes y pesadas para que los hombres de tamaño normal las muevan y manipulen sin la ayuda de maquinaria. Existen ejemplos similares en muchas culturas: estructuras que no podrían haberse levantado razonablemente sin grúas u otras máquinas a las que los antiguos no tenían acceso. Estos argumentos arqueológicos hay que considerarlos con escepticismo. Puede que no sepamos cómo se construyó Stonehenge, sin embargo, este desconocimiento no demuestra automáticamente que los gigantes lo hicieran. Existen algunos artefactos de tamaño gigante en los museos, pero la gran mayoría de ellos (especialmente los ejemplos más grandes y llamativos) no existen, salvo en los relatos de testigos oculares que no se pueden verificar. Muchos de los supuestos descubridores explican la ausencia de pruebas fehacientes con historias relacionadas con encubrimientos gubernamentales o inundaciones repentinas u otras circunstancias igualmente convincentes.

En segundo lugar, está el argumento de que las representaciones visuales de personas muy grandes, como las que se encuentran en jarras y tumbas egipcias, son imágenes de gigantes. Los historiadores del arte generalmente concluyen que estas figuras gigantes son simplemente representaciones de dioses o reyes y que su gran tamaño era una forma de mostrar su importancia o su alto rango en comparación con otras figuras cercanas. Otra explicación es que las personas más pequeñas son representaciones de niños, no de hombres de menor rango. El arte anatómico fiel a la realidad no existió en ninguna cultura hasta el Renacimiento y, hasta entonces, los niños solían ser representados de forma proporcionalmente exacta a los adultos, sólo que más pequeños. Estos argumentos son válidos y lógicos. Sabemos que el arte egipcio era muy emblemático. El hecho de que los egipcios representaran al dios Anubis como un hombre con cabeza de perro no es razón para suponer que hubiera un hombre real con cabeza de perro al que adoraran. Dicho esto, no hay forma de demostrar la intención real de los antiguos artistas. Los historiadores forman teorías basadas en lo que consideran la explicación más probable y razonable de lo que ven en los objetos antiguos.

En tercer lugar, tenemos relatos escritos que no aparecen en la Biblia. Tres libros que son especialmente importantes son el Libro de Enoc, el Libro de Jaser y los escritos del historiador judío Josefo. Los tres libros mencionan la existencia de gigantes. Aparte de la Biblia, éste es el argumento más convincente de la existencia de los gigantes. Todos estos libros presentan historias de personas reales que se encontraron con gigantes, y las historias se presentan como relatos históricos, no ficticios. Josefo, en un pasaje sobre el traslado de los israelitas a Hebrón, menciona que los judíos se encontraron con los habitantes de esa tierra, incluyendo "la raza de los gigantes, que tenían cuerpos tan grandes y rostros tan diferentes de los demás hombres, que eran impresionantes a la vista y terribles al oído". Los huesos de estos hombres todavía se pueden ver hasta el día de hoy".

El Libro de Jaser, que se menciona en Josué 10:13 y 2 Samuel 1:18, es uno de los tres libros, junto con el Libro de los Jubileos y el Libro de Enoc, que describen el mundo antediluviano. Estos libros cuentan esencialmente la misma historia que se encuentra en el Génesis: que los ángeles caídos dejaron embarazadas a las mujeres humanas y su descendencia fue los Nefilim, una raza de gigantes (Génesis 6:1-4). El Libro de Jaser y los demás proporcionan más detalles sobre el mundo de aquella época, diciendo que los gigantes eran crueles y violentos, y gobernaban a la humanidad como dioses. El relato del Génesis sobre el diluvio está precedido por un pasaje que menciona a los Nefilim. La Biblia llama a Noé "era perfecto en sus generaciones" (Génesis 6:9). Esto podría ser una referencia al carácter de Noé, pero también podría ser que Noé era "perfecto" en el sentido de que su línea de sangre no había sido contaminada por los ángeles caídos, por lo que Dios lo salvó a él y a su familia para que fueran el comienzo de una nueva raza humana genéticamente limpia.

Sin embargo, la Biblia menciona a los hijos de Anac y a los gigantes después del diluvio, así que o bien la línea de sangre "gigante" permaneció, o también es posible que los ángeles caídos hicieran un segundo intento de contaminar a la humanidad después del diluvio. Cualquiera que sea el caso, los hijos de Anac eran un pueblo "grande y alto" (Deuteronomio 9:2).

Además de la evidencia anterior, hay personas que han sido documentadas como muy altas en la historia reciente: Robert Wadlow midió en junio de 1940 dos metros y medio de altura; John Carroll, en 1966, dos metros y medio; y Sultan Kösen, en 2011, dos metros y medio de altura (www.guinnessworldrecords.com/world-records/tallest-man-ever, consultado el 22/1). Tanto en la Biblia como fuera de ella, existe la evidencia bíblica de que los gigantes existieron.

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