Pregunta
¿Qué significa ganar el mundo entero, pero perder el alma?
Respuesta
En Mateo 16, Jesús pregunta de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si pierde su alma (Mateo 16:26). Ganar el mundo entero es recibir todo lo que este mundo puede ofrecer: dinero, fama, placer, poder, prestigio, etc. Perder el alma es morir sin una relación correcta con Cristo y pasar la eternidad en el lago de fuego.
En el contexto de esta pregunta retórica, el Señor estaba anunciando Su sufrimiento, muerte y resurrección (Mateo 16:21). Cuando Pedro se opuso a esa enseñanza, Jesús lo reprendió y le dijo: "No estás pensando en las cosas de Dios, sino en las de los hombres" (versículo 23, NBLA). Luego Jesús habló a la multitud y les recordó que no hay nada más valioso que el alma eterna. Rechazar a Cristo podría traer ganancias terrenales temporales, pero a un precio altísimo.
El pueblo judío llevaba siglos esperando al Prometido. La mayoría esperaba que el Mesías fuera un líder militar o un rey como David o Salomón. Los discípulos de Jesús reconocieron que Él era el anunciado por los profetas. Sin embargo, Jesús no habló de conquistar con un ejército ni de tomar el gobierno. En cambio, enseñó que el Mesías debía sufrir y morir a manos de los hombres.
Justo antes de preguntar: "¿Qué provecho obtendrá un hombre si gana el mundo entero, pero pierde su alma?", Jesús dice que, si alguien quiere seguirlo de verdad, debe "[negarse] a sí mismo, tomar su cruz y seguirme" (Mateo 16:24). Tomar la cruz era una referencia clara a estar condenado a morir. La declaración de Jesús es un llamado simbólico a un compromiso total y definitivo.
En otras palabras, uno debe estar dispuesto a renunciar a todo con tal de seguir a Jesucristo. El sufrimiento terrenal no debe ser un obstáculo. Este es el contexto de la pregunta de Jesús: "¿Qué provecho obtendrá un hombre si gana el mundo entero, pero pierde su alma?". Si una persona rechaza a Jesús y llega a ser la más rica y poderosa del mundo, igualmente habrá tomado una pésima decisión. Tarde o temprano, todo lo terrenal desaparecerá, y esa persona habrá perdido lo único que dura para siempre. El día del juicio llegará: "Porque el Hijo del Hombre ha de venir en la gloria de Su Padre con Sus ángeles, y entonces recompensará a cada uno según su conducta" (Mateo 16:27, NBLA).
No hay nada más valioso que el alma de una persona. Cambiarla por cualquier otra cosa es el colmo de la necedad. Cuando alguien elige aferrarse a este mundo en lugar del cielo, está entregando su alma. Si una persona rechaza a Cristo por obtener algo en esta vida, perderá su alma. Esaú despreció su primogenitura por un plato de guiso; Judas vendió al Salvador por unas monedas de plata; Demas amó este mundo y abandonó el ministerio. Los tres pensaron que ganaban algo, pero en realidad lo perdieron todo.
En el contexto de esta pregunta retórica, el Señor estaba anunciando Su sufrimiento, muerte y resurrección (Mateo 16:21). Cuando Pedro se opuso a esa enseñanza, Jesús lo reprendió y le dijo: "No estás pensando en las cosas de Dios, sino en las de los hombres" (versículo 23, NBLA). Luego Jesús habló a la multitud y les recordó que no hay nada más valioso que el alma eterna. Rechazar a Cristo podría traer ganancias terrenales temporales, pero a un precio altísimo.
El pueblo judío llevaba siglos esperando al Prometido. La mayoría esperaba que el Mesías fuera un líder militar o un rey como David o Salomón. Los discípulos de Jesús reconocieron que Él era el anunciado por los profetas. Sin embargo, Jesús no habló de conquistar con un ejército ni de tomar el gobierno. En cambio, enseñó que el Mesías debía sufrir y morir a manos de los hombres.
Justo antes de preguntar: "¿Qué provecho obtendrá un hombre si gana el mundo entero, pero pierde su alma?", Jesús dice que, si alguien quiere seguirlo de verdad, debe "[negarse] a sí mismo, tomar su cruz y seguirme" (Mateo 16:24). Tomar la cruz era una referencia clara a estar condenado a morir. La declaración de Jesús es un llamado simbólico a un compromiso total y definitivo.
En otras palabras, uno debe estar dispuesto a renunciar a todo con tal de seguir a Jesucristo. El sufrimiento terrenal no debe ser un obstáculo. Este es el contexto de la pregunta de Jesús: "¿Qué provecho obtendrá un hombre si gana el mundo entero, pero pierde su alma?". Si una persona rechaza a Jesús y llega a ser la más rica y poderosa del mundo, igualmente habrá tomado una pésima decisión. Tarde o temprano, todo lo terrenal desaparecerá, y esa persona habrá perdido lo único que dura para siempre. El día del juicio llegará: "Porque el Hijo del Hombre ha de venir en la gloria de Su Padre con Sus ángeles, y entonces recompensará a cada uno según su conducta" (Mateo 16:27, NBLA).
No hay nada más valioso que el alma de una persona. Cambiarla por cualquier otra cosa es el colmo de la necedad. Cuando alguien elige aferrarse a este mundo en lugar del cielo, está entregando su alma. Si una persona rechaza a Cristo por obtener algo en esta vida, perderá su alma. Esaú despreció su primogenitura por un plato de guiso; Judas vendió al Salvador por unas monedas de plata; Demas amó este mundo y abandonó el ministerio. Los tres pensaron que ganaban algo, pero en realidad lo perdieron todo.