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Pregunta: "¿Es pecado fugarse? ¿Qué dice la Biblia sobre la fuga?"

Respuesta:
Fugarse es huir en secreto; en el contexto del matrimonio, la fuga termina en una boda, normalmente realizada sin el consentimiento de los padres. Fugarse no es lo mismo que celebrar una boda privada. Por lo general, aunque no siempre, la fuga implica algo de lo prohibido que justifica el secreto. En los últimos años, el término fugarse ha cambiado y ahora significa "planear una pequeña boda de destino o una en la que la lista de invitados es estrictamente limitada". Sin embargo, a efectos de este artículo, definiremos fuga como "el acto de huir para casarse en secreto", y consideraremos si la Biblia tiene algo que decir al respecto.

Las costumbres han cambiado con el paso de los siglos y aún difieren de una cultura a otra. En la historia más antigua del hombre, los novios simplemente se elegían el uno al otro y comenzaban un nuevo hogar (Génesis 2:22). Pero, a medida que la población aumentaba en la tierra, el establecimiento de una nueva familia era motivo de celebración. El primer indicio en las Escrituras de una costumbre matrimonial es cuando Abraham envió a su siervo a su país de origen para encontrar una esposa para su hijo Isaac (Génesis 24:3-4). El siervo pidió al Señor que lo guiara para encontrar la joven adecuada, y encontró a Rebeca (Génesis 24:5-51). Su familia le permitió tomar la decisión, y ella aceptó volver con el siervo y convertirse en la esposa de Isaac (Génesis 24:57-58). No se dice nada de una boda. Se limitó a seguir a un extranjero a una tierra lejana y se convirtió en la esposa de un hombre que no conocía.

Otro ejemplo de las costumbres matrimoniales es cuando Jacob huyó de su enfurecido hermano Esaú (Génesis 27:41) hacia el pueblo de su madre. Al llegar a casa de su tío Labán, al instante Jacob se enamoró de su prima Raquel (Génesis 29:18). Labán le exigió a Jacob que trabajara durante siete años como precio para su esposa Raquel (Génesis 29:20). Jacob aceptó -no se fugó con Raquel-, sin embargo, cuando llegó el día de la boda, Labán cambió de novia y le dio a Jacob su hija mayor, Lea, argumentando: "No es nuestra costumbre aquí dar en matrimonio a la hija menor antes que a la mayor". Así que las costumbres matrimoniales ya existían en aquella época, lo que significa que la fuga no era la norma.

Dios creó el matrimonio. En el Jardín del Edén, unió a Eva con Adán y los unió como marido y mujer en la primera boda (Génesis 2:21-24). El matrimonio siempre ha sido de gran importancia para Dios y, por lo tanto, vale la pena celebrarlo. Una de las razones por las que odia el divorcio es que el propio Señor es testigo de cada matrimonio (Malaquías 2:14). En la época de Jesús, las bodas eran grandes celebraciones, que a menudo duraban más de una semana en las que había banquetes y bailes. La idea de la fuga habría sido algo extraño en esa cultura.

La fuga implica cierta desaprobación por parte de las familias. Las razones habituales para fugarse son evitar la vergüenza si la novia ya está embarazada, eludir la desaprobación de los padres o, simplemente, evitar todo el alboroto que rodea a la mayoría de las ceremonias de boda. Sin embargo, muchas parejas que se han fugado se arrepienten de no tener fotografías ni recuerdos. Por lo general, sienten que le han quitado a sus amigos y familiares el privilegio de participar en su día de felicidad. Debido a que la fuga generalmente excluye la participación de los padres, pareciera que viola los repetidos mandatos bíblicos de honrar al padre y a la madre (Efesios 6:2; Éxodo 20:12).

Puede haber situaciones en las que una pareja cristiana desee casarse, pero, debido a que sus padres son de una religión falsa o los padres desean casar a su hijo con otra persona, la pareja puede ver la fuga como su única alternativa. No obstante, este tipo de decisiones sólo deben tomarse cuando se hayan agotado todos los demás intentos para hacer entrar en razón y apelar a los padres.

Teniendo en cuenta el énfasis en las celebraciones matrimoniales en toda la Biblia, la fuga no parece ser la elección de Dios para las parejas que se casan. La iglesia se compara con una novia, y Jesús es el Esposo (Marcos 2:19-20; 2 Corintios 11:2). Todas las menciones de esta futura unión se describen como alegres, hermosas y públicas, no secretas. Todas las menciones de bodas en la historia bíblica implicaban una gran celebración y honor para las familias que se unían. Aunque la fuga no es un pecado en sí mismo, una pareja debe pensar cuidadosamente en las razones por las que está considerando fugarse. Si la motivación se basa en la rebelión, el desafío o la vergüenza, la fuga podría empeorar las cosas. El matrimonio es demasiado importante como para empezarlo de esa manera. Merece el honor de una celebración.

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