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Pregunta: "¿Qué dice la Biblia sobre el feminismo? ¿Debería un cristiano ser feminista?"

Respuesta:
El actual concepto de feminismo no existía en la época en que se escribió la Biblia, pero eso no significa que la Biblia no tenga nada que decir sobre los temas básicos del feminismo. Incluso cuando parece que las Escrituras guardan silencio sobre algo que nos afecta hoy, existen principios eternos que tratan el tema de fondo.

Para empezar, hay que definir el feminismo, ya que este término puede tener varios significados para diferentes personas. Básicamente, el feminismo es una filosofía que promueve la igualdad de derechos entre mujeres y hombres, tanto en el ámbito social como en el político y económico, entre otros. Las primeras feministas lucharon por el sufragio femenino y lo consiguieron. Sin embargo, el feminismo de hoy en día va más allá de exigir la igualdad de trato entre hombres y mujeres. Las feministas modernas luchan por el derecho al aborto, y la desaparición de las diferencias de género. Las feministas más radicales tratan de derribar cualquier tipo de dominio masculino en la sociedad, se oponen a los roles bíblicos de los esposos y las esposas, y promueven el lesbianismo. Las feministas radicales rechazan la idea de que exista alguna diferencia entre hombres y mujeres, afirmando que cualquier diferencia que se perciba entre los sexos es únicamente un problema social.

El feminismo moderno no es más que una falsa solución al verdadero problema de la desigualdad de la mujer en una sociedad pecadora. El feminismo se atribuye el derecho de exigir respeto e igualdad en todos los aspectos de la vida. El feminismo se basa en la arrogancia, y es lo contrario del llamado al creyente nacido de nuevo de ser un siervo. Las feministas modernas y agresivas llaman a las mujeres a levantarse y rebelarse contra el orden que Dios le dio a la humanidad. Ese tipo de feminismo busca imponer valores humanos en oposición directa a la Palabra de Dios. Originalmente, el feminismo fue un movimiento positivo, enfocado en dar a las mujeres los derechos básicos que Dios quiere que todo ser humano tenga. Desgraciadamente, el feminismo ahora se enfoca en eliminar las distintas funciones del hombre y la mujer.

¿Entonces, cuál debe ser la opinión de los cristianos sobre el feminismo? Una mujer creyente que busque obedecer a Dios y andar en paz y gracia debe recordar que ella tiene el mismo acceso a todas las bendiciones espirituales en Cristo. "Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús" (Gálatas 3:28). Una mujer creyente no debe permitir que la usen como peón en el programa mundial del movimiento feminista. Un hombre creyente debe defender al núcleo de la familia como el modelo bíblico para la sociedad, promover los verdaderos valores cristianos, y (si está casado) honrar y apreciar a su esposa y asumir la responsabilidad de proteger y proveer a su familia. Tanto los hombres como las mujeres tienen el privilegio dado por Dios de cumplir el plan que Él ha establecido para nosotros. La rebeldía contra ese plan y la arrogancia que busca ponerse a sí mismo por encima de la Palabra de Dios trae graves consecuencias. Podemos ver esas consecuencias en las relaciones destruidas entre esposos y esposas, la destrucción de la familia y la falta de respeto por la vida humana.

Muchas mujeres hoy en día han creído la mentira de que el feminismo les dará poder y libertad. Sin embargo, apoyar el aborto, renunciar a los roles dados por Dios, y trabajar para disolver la unidad familiar no traerá ni poder ni libertad. La protección de los inocentes, la obediencia a la Palabra de Dios y el fortalecimiento de la familia son mucho más poderosos y liberadores. "Y andaré en libertad", dice el salmista, "porque busqué tus mandamientos" (Salmo 119:45).

Siempre ha existido la desigualdad en el mundo. Es triste pero cierto que los obstáculos artificiales siempre han dividido a la humanidad (barreras que no tienen ningún fundamento en la Palabra de Dios). Es el pecado en el corazón lo que causa la desigualdad, el pecado hace que algunos hombres traten a las mujeres como objetos o de forma humillante. Y es el pecado el responsable de buscar salidas falsas para combatir estas desigualdades. La única manera de combatir la discriminación y la desigualdad es la obediencia a Dios. Si los hombres y las mujeres se someten con humildad a la Palabra de Dios, entonces dejarán de pelearse, los géneros se complementarán y la armonía que Dios ordenó florecerá.

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