Pregunta
¿Qué significa "dar coces contra el aguijón"?
Respuesta
La frase "dar coces contra el aguijón" era un proverbio griego, aunque también era conocida por los judíos y por cualquiera que trabajara en el campo. El aguijón era un palo con una punta de hierro en un extremo que se usaba para estimular a los bueyes mientras se araba la tierra. El agricultor pinchaba al animal para guiarlo en la dirección correcta. A veces, el animal se rebelaba y daba una coz contra el aguijón, lo que solo hacía que el aguijón se clavara aún más en su carne. En resumen, cuanto más se rebelaba el buey, más sufría. De ahí las palabras de Jesús a Saulo en el camino a Damasco: "Dura cosa te es dar coces contra el aguijón".
Entre las traducciones bíblicas más conocidas, la frase "dar coces contra el aguijón" aparece solo en la versión Reina-Valera y en la King James Version (KJV, en inglés), concretamente en Hechos 9:5 y Hechos 26:14. El apóstol Pablo (en ese momento aún llamado Saulo) iba rumbo a Damasco para perseguir a los cristianos cuando tuvo un encuentro cegador con Jesús. Lucas narra el suceso así: "Y habiendo caído todos nosotros en tierra, oí una voz que me hablaba, y decía en lengua hebrea: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Dura cosa te es dar coces contra el aguijón" (Hechos 26:14). En Hechos 9:5, la mayoría de las traducciones modernas omiten esta expresión porque no aparece en los manuscritos griegos más antiguos de ese pasaje. En su lugar, algunas versiones transmiten la idea con frases como "lo único que logras es hacerte daño" o "no tiene sentido que luches contra mí".
La conversión de Saulo fue sumamente significativa, ya que marcó un punto de inflexión en su vida. Más adelante, Pablo escribiría casi la mitad de los libros del Nuevo Testamento.
Jesús tomó el control de la vida de Pablo y le mostró que su rebeldía contra Dios era una batalla perdida. Sus acciones eran tan insensatas como las de un buey dando coces contra el aguijón. Aunque Pablo actuaba con pasión y sinceridad en su lucha contra el cristianismo, no avanzaba hacia el propósito que Dios tenía para él. Jesús lo estaba "aguijoneando" para guiarlo en la dirección correcta.
Este antiguo proverbio griego encierra una lección poderosa: también nosotros nos hacemos daño al resistir la guía de Dios. Salomón escribió: "La disciplina severa es para el que abandona el camino" (Proverbios 15:10, NBLA). Cuando elegimos desobedecer a Dios, actuamos como el buey rebelde, empujando cada vez más profundo el aguijón. "El camino de los malvados es difícil" (Proverbios 13:15, NBLA). ¡Cuánto mejor es escuchar la voz de Dios y atender los avisos de nuestra conciencia! Resistir la autoridad de Dios no hace más que perjudicarnos a nosotros mismos.
Entre las traducciones bíblicas más conocidas, la frase "dar coces contra el aguijón" aparece solo en la versión Reina-Valera y en la King James Version (KJV, en inglés), concretamente en Hechos 9:5 y Hechos 26:14. El apóstol Pablo (en ese momento aún llamado Saulo) iba rumbo a Damasco para perseguir a los cristianos cuando tuvo un encuentro cegador con Jesús. Lucas narra el suceso así: "Y habiendo caído todos nosotros en tierra, oí una voz que me hablaba, y decía en lengua hebrea: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Dura cosa te es dar coces contra el aguijón" (Hechos 26:14). En Hechos 9:5, la mayoría de las traducciones modernas omiten esta expresión porque no aparece en los manuscritos griegos más antiguos de ese pasaje. En su lugar, algunas versiones transmiten la idea con frases como "lo único que logras es hacerte daño" o "no tiene sentido que luches contra mí".
La conversión de Saulo fue sumamente significativa, ya que marcó un punto de inflexión en su vida. Más adelante, Pablo escribiría casi la mitad de los libros del Nuevo Testamento.
Jesús tomó el control de la vida de Pablo y le mostró que su rebeldía contra Dios era una batalla perdida. Sus acciones eran tan insensatas como las de un buey dando coces contra el aguijón. Aunque Pablo actuaba con pasión y sinceridad en su lucha contra el cristianismo, no avanzaba hacia el propósito que Dios tenía para él. Jesús lo estaba "aguijoneando" para guiarlo en la dirección correcta.
Este antiguo proverbio griego encierra una lección poderosa: también nosotros nos hacemos daño al resistir la guía de Dios. Salomón escribió: "La disciplina severa es para el que abandona el camino" (Proverbios 15:10, NBLA). Cuando elegimos desobedecer a Dios, actuamos como el buey rebelde, empujando cada vez más profundo el aguijón. "El camino de los malvados es difícil" (Proverbios 13:15, NBLA). ¡Cuánto mejor es escuchar la voz de Dios y atender los avisos de nuestra conciencia! Resistir la autoridad de Dios no hace más que perjudicarnos a nosotros mismos.