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Pregunta: "¿Cuál es el significado de "Creo; ayuda mi incredulidad" en Marcos 9:24?"

Respuesta:
En una ocasión, un hombre que buscaba la ayuda del Señor se acercó a Jesús, cayó de rodillas llorando y dijo: "Creo; ayuda mi incredulidad" (Marcos 9:24). La petición del hombre, sorprendente por su frase paradójica, da que pensar. ¿Cómo puede el hombre decir que cree y al mismo tiempo pedir ayuda para vencer la incredulidad?

El contexto completo de la oración del hombre, "Creo; ayuda mi incredulidad", ayuda a aclarar su significado. Jesús acababa de regresar del monte de la transfiguración cuando se encontró con una gran multitud que rodeaba a Sus discípulos. Había una discusión y la gente estaba alborotada. Jesús preguntó qué era lo que estaba pasando, y un hombre de la multitud explicó que los discípulos habían estado tratando de expulsar a un demonio de su hijo, pero que no habían podido hacerlo. Jesús dijo: "¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os he de soportar? Traédmelo" (Marcos 9:19).

Le llevaron el niño a Jesús, pero "cuando el espíritu vio a Jesús, sacudió con violencia al muchacho, quien cayendo en tierra se revolcaba, echando espumarajos" (Marcos 9:20). Después de que el padre del muchacho le explicara el estado de su hijo, le dijo a Jesús: "si puedes hacer algo, ten misericordia de nosotros, y ayúdanos" (versículo 22). Jesús le aseguró que "al que cree todo le es posible" (versículo 23). "Inmediatamente, el padre del muchacho exclamó: "Creo; ayuda mi incredulidad". (versículo 24).

Cuando escuchó la petición del hombre: "Creo; ayuda mi incredulidad", Jesús inmediatamente se dirigió al espíritu inmundo y lo expulsó definitivamente del muchacho. Luego, los discípulos de Jesús preguntaron por qué no podían expulsar al demonio. Jesús les dijo: "Este género con nada puede salir, sino con oración y ayuno" (Marcos 9:29).

El mensaje central de este pasaje es la fe y la duda. La primera respuesta de Jesús al enterarse de la condición del muchacho expresa su decepción por la falta de fe: "¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os he de soportar?". El padre del muchacho en un principio parece mostrar también una falta de fe. Le pide a Jesús que haga algo por su hijo "si puedes" (Marcos 9:22). Jesús interpreta esta duda y repite la afirmación condicional del hombre (versículo 23). En realidad, responde diciendo: "¿Qué quieres decir con "si puedo"? Continúa asegurándole al hombre que todo es posible si tiene fe. (En al menos dos ocasiones anteriores, Jesús había relacionado la sanidad con la fe en Él - Marco 5:34 y 36). Parece que lo único que impide que el hijo del hombre se sane es su fe, y éste se da cuenta de que ya ha manifestado su falta de fe. Quiere expresar su fe, pero al mismo tiempo ser auténtico. Por eso dice: "Creo; ayuda mi incredulidad". (versículo 24). En el fondo, dice: "Mi fe no es perfecta. Puede que no tenga suficiente fe. Si mi fe no es suficiente, ayúdame a tenerla". Jesús se complace con esta respuesta y sana al muchacho.

En ocasiones, la mayoría de los cristianos pueden identificarse con este hombre. Es el reconocimiento de nuestra insuficiencia lo que permite que Dios actúe en nuestras vidas. Esto es cierto en el momento de la salvación. La salvación viene a los pecadores incapaces que se dan cuenta de su necesidad y piden perdón. Es imposible que los "justos" se salven (véase Lucas 18:9-14). Del mismo modo, los cristianos sabemos lo que dice la Biblia y confiamos en que Dios cuida y dirige nuestras vidas, pero a veces nos enfrentamos a algo que parece dominar nuestra fe. Parece que no tenemos suficiente fe para seguirle en ese momento, así que pedimos más fe. Reconocemos que incluso nuestra fe viene de Dios. Es Su obra en nuestras vidas la que nos permite creer y obedecer.

Como siempre, podemos pedir lo que necesitamos. Cuando dudamos, podemos pedir más fe. Cuando vacilamos en nuestra decisión de seguir, podemos pedir una mayor determinación. Cuando no estemos dispuestos a obedecer, podemos pedir que estemos dispuestos. Un incrédulo no tiene ningún deseo de tener más fe o estar dispuesto a obedecer. El creyente sabe que su fe y su obediencia siempre son deficientes, y pedirá frecuentemente a Dios que le capacite para vivir la vida que a Dios le agrada. Si nos dejan solos con nuestras propias fuerzas y nuestra propia fe, nunca lo lograremos.

"Creo; ayuda a incredulidad" es a la vez una declaración de fe y un reconocimiento de que nuestra fe está lejos de ser perfecta.

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