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Pregunta: "¿Qué dice la Biblia sobre controlar el temperamento?"

Respuesta:
Muchas personas luchan con un temperamento fuerte o agresivo. Aunque la sociedad con frecuencia anima a la gente a que se exprese y no se contenga, la Palabra de Dios enseña que dar rienda suelta al temperamento es un pecado.

La Biblia tiene mucho que decir sobre la importancia de controlar el temperamento. Llama "necio" a la persona que pierde fácilmente la calma (Proverbios 29:11; Eclesiastés 7:9) y describe a quien no puede controlarse como una "ciudad cuyos muros se derrumban" (Proverbios 25:28). Una persona con un temperamento fuerte generalmente está en desacuerdo con los que lo rodean, se ofende fácilmente y explota de ira hasta por el más mínimo detalle (Proverbios 15:18). Como hijos de Dios, estamos llamados a amar a los demás (Juan 13:35; Efesios 4:2, 31-32) y a estar en paz (Santiago 1:19; Proverbios 19:11; Santiago 3:17-18). "El amor cubre multitud de pecados" (1 Pedro 4:8). Una persona que mantiene la calma y la tranquilidad es más rápida a la hora de perdonar y es más fácil vivir en paz con los demás (Proverbios 15:1, 8; 12:16; 19:11).

Con el Espíritu Santo en nuestras vidas, mostraremos el fruto de su obra en nosotros. Algunos de los frutos del Espíritu son la paz, la paciencia y el autocontrol (Gálatas 5:22-23), que son fundamentales para controlar la pérdida de la paciencia. Es más, la palabra griega que se traduce como "paciencia" tiene la idea de "larga duración", como si tuviéramos una mecha larga. A medida que crecemos en Cristo, debemos seguir manejando la ira correctamente (¡sin mechas cortas!) y reaccionar con amor y paciencia (Colosenses 3:8).

Por lo general, nos sentimos justificados cuando perdemos el control, especialmente cuando alguien nos ha herido u ofendido. Pero se nos ordena perdonar (Mateo 5:44; 6:12; 18:21-22), no ceder a la ira ni buscar la venganza. En última instancia, es potestad de Dios castigar a los malhechores (Deuteronomio 32:35; Romanos 12:19). Para ver un ejemplo de este perdón, sólo tenemos que mirar a Jesús. Cuando estaba colgado en la cruz, crucificado por pecados que no había cometido, no descargó Su ira sobre los responsables. En cambio, pidió a Dios Padre que los perdonara (Lucas 23:34).

Es importante destacar que la ira es una emoción válida y no siempre es pecaminosa. Dios permite el "enojo justo", que es el enojo con el enfoque apropiado, la motivación apropiada, el control apropiado, la duración apropiada y el resultado apropiado. Nuestro problema es que nuestro temperamento generalmente está motivado por el egoísmo y dirigido hacia otras personas en vez del pecado. Por eso Dios nos dice que " Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira (pasión, enojo, mal genio), gritería y maledicencia...." (Efesios 4:31). Con la ayuda de Dios, podemos mantener nuestro temperamento bajo control.

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