Pregunta
¿Por qué fue un error que Adán y Eva conocieran el bien y el mal (Génesis 3:22)?
Respuesta
En Génesis 3:22, Dios dice: "Ahora el hombre ha venido a ser como uno de nosotros, conociendo ellos el bien y el mal". El conocimiento en sí mismo no es malo (ver Lucas 2:52), entonces, ¿qué había de malo en que el hombre "conociera el bien y el mal"?
Es fundamental conocer el contexto de la declaración de Dios. Dios ya le había dicho a Adán que no comiera de ese árbol. Adán ya sabía que hacerlo estaba mal y conocía las consecuencias, pero aun así decidió unirse a Eva y comer el fruto. Cuando comieron, no solo tomaron conciencia del mal, sino que experimentaron el mal, hasta el punto de convertirse en malvados, pecadores por naturaleza.
El hombre sabía lo que era bueno: fue creado en la bondad y estaba rodeado de ella (Génesis 1:31). Se le había dado todo lo que Dios quería que tuviera, incluida la autoridad sobre el resto de la creación de Dios. Adán tenía todo lo que necesitaba para una vida plena. No necesitaba "conocer" el mal, especialmente cuando la única forma de "conocerlo" era experimentarlo. Debería haber sido suficiente que Dios hubiera advertido a Adán contra la desobediencia. Dios no quería que Adán y Eva "conocieran" el mal en el sentido de participar en él. El pecado de Adán y Eva no fue alcanzar el conocimiento, sino rechazar la voluntad de Dios en favor de la suya propia.
Debido a su pecado, Adán y Eva sufrieron terribles consecuencias. En primer lugar, a Eva se le dijo: "En gran manera multiplicaré tu dolor en el parto, con dolor darás a luz los hijos. Con todo, tu deseo será para tu marido, y él tendrá dominio sobre ti" (Génesis 3:16).
En segundo lugar, a Adán se le dijo: "Maldita será la tierra por tu causa; con trabajo comerás de ella todos los días de tu vida" (Génesis 3:17).
En tercer lugar, tanto a Adán como a Eva se les dijo: "Pues polvo eres, y al polvo volverás" (Génesis 3:19). Se les había dicho que "morirían" si comían del árbol (Génesis 2:17). Esta consecuencia no se produjo de inmediato, pero Adán y Eva murieron físicamente, un patrón que siguieron todos los demás seres humanos.
En cuarto lugar, fueron expulsados del jardín del Edén: "Y el Señor Dios lo echó del huerto del Edén, para que labrara la tierra de la cual fue tomado" (Génesis 3:23).
Adán y Eva comenzaron su vida en condiciones ideales: un jardín idílico, comida abundante, una relación armoniosa entre ellos y una estrecha comunión con Dios. Debido al pecado, perdieron su jardín, se vieron obligados a trabajar para producir alimentos, experimentaron conflictos interpersonales y dañaron su comunión con Dios. Estas consecuencias del pecado de Adán todavía nos afectan hoy en día.
El apóstol Pablo habló del último Adán (Jesús), que vino a restaurar nuestra relación rota con Dios (1 Corintios 15:45). Pablo también señaló: "Porque ya que la muerte entró por un hombre, también por un hombre vino la resurrección de los muertos" (1 Corintios 15:21). Adán fue responsable de la entrada del pecado en la humanidad. Jesucristo fue responsable de proporcionar el camino para la resurrección. Después de que el pecado entró en la humanidad, Jesús se convirtió en el sustituto perfecto para dar a cada persona la oportunidad de creer y recibir la vida eterna (Juan 3:16).
Es fundamental conocer el contexto de la declaración de Dios. Dios ya le había dicho a Adán que no comiera de ese árbol. Adán ya sabía que hacerlo estaba mal y conocía las consecuencias, pero aun así decidió unirse a Eva y comer el fruto. Cuando comieron, no solo tomaron conciencia del mal, sino que experimentaron el mal, hasta el punto de convertirse en malvados, pecadores por naturaleza.
El hombre sabía lo que era bueno: fue creado en la bondad y estaba rodeado de ella (Génesis 1:31). Se le había dado todo lo que Dios quería que tuviera, incluida la autoridad sobre el resto de la creación de Dios. Adán tenía todo lo que necesitaba para una vida plena. No necesitaba "conocer" el mal, especialmente cuando la única forma de "conocerlo" era experimentarlo. Debería haber sido suficiente que Dios hubiera advertido a Adán contra la desobediencia. Dios no quería que Adán y Eva "conocieran" el mal en el sentido de participar en él. El pecado de Adán y Eva no fue alcanzar el conocimiento, sino rechazar la voluntad de Dios en favor de la suya propia.
Debido a su pecado, Adán y Eva sufrieron terribles consecuencias. En primer lugar, a Eva se le dijo: "En gran manera multiplicaré tu dolor en el parto, con dolor darás a luz los hijos. Con todo, tu deseo será para tu marido, y él tendrá dominio sobre ti" (Génesis 3:16).
En segundo lugar, a Adán se le dijo: "Maldita será la tierra por tu causa; con trabajo comerás de ella todos los días de tu vida" (Génesis 3:17).
En tercer lugar, tanto a Adán como a Eva se les dijo: "Pues polvo eres, y al polvo volverás" (Génesis 3:19). Se les había dicho que "morirían" si comían del árbol (Génesis 2:17). Esta consecuencia no se produjo de inmediato, pero Adán y Eva murieron físicamente, un patrón que siguieron todos los demás seres humanos.
En cuarto lugar, fueron expulsados del jardín del Edén: "Y el Señor Dios lo echó del huerto del Edén, para que labrara la tierra de la cual fue tomado" (Génesis 3:23).
Adán y Eva comenzaron su vida en condiciones ideales: un jardín idílico, comida abundante, una relación armoniosa entre ellos y una estrecha comunión con Dios. Debido al pecado, perdieron su jardín, se vieron obligados a trabajar para producir alimentos, experimentaron conflictos interpersonales y dañaron su comunión con Dios. Estas consecuencias del pecado de Adán todavía nos afectan hoy en día.
El apóstol Pablo habló del último Adán (Jesús), que vino a restaurar nuestra relación rota con Dios (1 Corintios 15:45). Pablo también señaló: "Porque ya que la muerte entró por un hombre, también por un hombre vino la resurrección de los muertos" (1 Corintios 15:21). Adán fue responsable de la entrada del pecado en la humanidad. Jesucristo fue responsable de proporcionar el camino para la resurrección. Después de que el pecado entró en la humanidad, Jesús se convirtió en el sustituto perfecto para dar a cada persona la oportunidad de creer y recibir la vida eterna (Juan 3:16).