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Pregunta: "¿Complementarismo vs. Igualitarismo... ¿qué punto de vista es bíblicamente correcto?"

Respuesta:
Resumido por el "Consejo sobre la Hombría y la Feminidad Bíblica", el complementarismo es el punto de vista de que Dios restringe a las mujeres para que no sirvan en los roles de liderazgo de la iglesia y en su lugar llama a las mujeres a servir en roles igualmente importantes, pero complementarios. Resumido por "Cristianos por la Igualdad Bíblica", el igualitarismo es el punto de vista de que no hay restricciones bíblicas basadas en el género para el ministerio en la iglesia. Ya que ambas posiciones afirman estar basadas en la Biblia, es muy importante examinar a fondo lo que la Biblia dice exactamente sobre el tema del complementarismo vs. el igualitarismo.

Otra vez, para resumir, por un lado, están los igualitarios que creen que no hay distinciones de género y que como todos somos uno en Cristo, las mujeres y los hombres se pueden intercambiar cuando se trata de roles funcionales en el liderazgo y en el hogar. La opinión contraria la tienen los que se refieren a sí mismos como complementarios. El punto de vista complementario cree en la igualdad esencial de hombres y mujeres como personas (es decir, como seres humanos creados a imagen de Dios), pero los complementarios mantienen las distinciones de género cuando se trata de roles funcionales en la sociedad, la iglesia y el hogar.

Un argumento a favor del complementarismo lo encontramos en 1 Timoteo 2:9-15. El versículo en particular que parece argumentar en contra del punto de vista igualitario es 1 Timoteo 2:12, que dice: "Porque no permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio". Pablo presenta un argumento similar en 1 Corintios 14 donde escribe, "vuestras mujeres callen en las congregaciones; porque no les es permitido hablar, sino que estén sujetas, como también la ley lo dice" (1 Corintios 14:34). Pablo argumenta de que a las mujeres no se les permite enseñar y/o ejercer autoridad sobre los hombres dentro del ambiente de la iglesia. Pasajes como 1 Timoteo 3:1-13 y Tito 1:6-9 parecen limitar también los "oficios" de liderazgo de la iglesia a los hombres.

El igualitarismo esencialmente argumenta su caso basado en Gálatas 3:28. En ese versículo Pablo escribe, "Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús". El punto de vista igualitario argumenta que en Cristo las distinciones de género que caracterizaron las relaciones caídas han sido removidas. Sin embargo, ¿es así como se debe entender Gálatas 3:28? ¿El contexto justifica tal interpretación? Está muy claro que esta interpretación perjudica al contexto del versículo. En Gálatas, Pablo está demostrando la gran verdad de la justificación únicamente por fe y no por obras (Gálatas 2:16). En Gálatas 3:15-29, Pablo argumenta la justificación en las diferencias entre la ley y la promesa. Gálatas 3:28 encaja en el argumento de Pablo de que todos los que están en Cristo son descendientes de Abraham por la fe y herederos de la promesa (Gálatas 3:29). El contexto de este pasaje deja claro que Pablo se refiere a la salvación, no a los roles en la iglesia. En otras palabras, la salvación se da libremente a todos sin tener en cuenta factores externos como la etnia, la situación económica o el género. Ampliar este contexto para que también se aplique a los roles de género en la iglesia va mucho más allá y fuera del argumento que Pablo estaba haciendo.

Lo que es realmente el punto crucial de este argumento, y lo que muchos igualitarios no entienden, es que una diferencia de rol no equivale a una diferencia de calidad, importancia o valor. Los hombres y las mujeres son igualmente valiosos a los ojos y el plan de Dios. Las mujeres no son inferiores a los hombres. Por el contrario, Dios asigna diferentes roles a los hombres y mujeres en la iglesia y el hogar porque esa es la forma en que Él nos diseñó para que funcionemos. La verdad de la diferenciación y la igualdad se puede ver en la jerarquía funcional dentro de la Trinidad (cf. 1 Corintios 11:3). El Hijo se somete al Padre, y el Espíritu Santo se somete al Padre y al Hijo. Esta sumisión funcional no implica una inferioridad de esencia equivalente; las tres Personas son igualmente Dios, pero difieren en su función. Asimismo, los hombres y las mujeres son igualmente seres humanos y comparten por igual la imagen de Dios, pero tienen papeles y funciones ordenados por Dios que reflejan la jerarquía funcional dentro de la Trinidad.

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