Pregunta
¿Necesita una persona o ministerio una cobertura espiritual?
Respuesta
El término cobertura espiritual se utiliza normalmente en el contexto del Movimiento de Pastoreo (Shepherding Movement), aunque también puede tener otros significados. En su significado principal, tener una cobertura espiritual significa estar sometido a la autoridad de otro creyente cristiano. La idea detrás de este concepto es que, para que la vida espiritual o el ministerio de una persona sea válido ante los ojos de Dios, dicha persona o ministerio debe estar en sumisión directa a alguien específico. Esta autoridad puede ser un anciano o pastor de una iglesia, un cristiano mayor o más maduro, u otra figura de autoridad. Esta enseñanza se originó dentro del movimiento carismático, y hoy a veces se asocia con la Nueva Reforma Apostólica o el movimiento Raíces Hebreas.
Según esta enseñanza, los cristianos no solo deben rendir cuentas a Dios, sino también a sus líderes y ancianos. Quienes apoyan la idea de la cobertura espiritual citan pasajes como Efesios 5:2, 1 Tesalonicenses 5:12–13, 1 Corintios 11:2–16 y 1 Pedro 5:5. En la práctica, este concepto lleva a que una figura de autoridad terrenal actúe como intercesor o incluso como sustituto de Dios en la vida de la persona o del ministerio bajo su "cobertura". Esto ha llevado a que algunos creyentes consulten a su "pastor asignado" antes de tomar decisiones sobre su carrera o su familia. En ciertos casos, incluso se ha oído a cristianos profesantes decir que, ante la elección de obedecer a Dios o a su pastor, elegirían obedecer al pastor.
Naturalmente, esta idea genera bastante controversia dentro del cristianismo. La enseñanza de la cobertura espiritual ha sido causa de distintos niveles de abuso autoritario. Varios de sus primeros promotores, como Bob Mumford y Charles Simpson, más tarde se distanciaron de ella y pidieron perdón por su participación. Por supuesto, no está mal someterse a la autoridad de un pastor y seguir su guía; sin embargo, con el concepto de "cobertura espiritual", algunos grupos han llevado la estructura básica de autoridad dentro de la iglesia mucho más allá de los principios bíblicos.
Desde una perspectiva bíblica, cada persona es, en última instancia, responsable solo ante Dios (Romanos 3:19; Mateo 12:36), no ante otro ser humano. Buscar consejo (Proverbios 11:14) y tener la humildad de aprender de la sabiduría de otros (Proverbios 5:11–14) son cosas buenas. Nuestra aprobación viene de Dios, no de los hombres (2 Timoteo 2:15). Estrictamente hablando, nadie tiene el derecho absoluto de declarar válido o inválido nuestro servicio a Dios (Romanos 14:4). Exigir la presencia de un pastor o "cobertura humana" para nuestra vida espiritual no solo opaca nuestra relación con Cristo (1 Timoteo 2:5), sino que también puede causar divisiones dentro de la iglesia (1 Corintios 3:4–9). De hecho, Jesús advierte contra el exceso de autoridad terrenal en Mateo 20:25–28.
La sumisión a la voluntad de Dios es esencial para toda persona y para cualquier actividad se considere un "ministerio". El respeto a la autoridad (Romanos 13:1), la sumisión mutua (Efesios 5:21) y la cooperación entre creyentes (Juan 13:34) son mandatos bíblicos. Además, apoyarse en la experiencia y sabiduría de otros es de sentido común. Sin embargo, no existe ningún mandato bíblico que exija estar bajo una "cobertura espiritual" humana para que nuestras labores sean legítimas ante Dios.
Según esta enseñanza, los cristianos no solo deben rendir cuentas a Dios, sino también a sus líderes y ancianos. Quienes apoyan la idea de la cobertura espiritual citan pasajes como Efesios 5:2, 1 Tesalonicenses 5:12–13, 1 Corintios 11:2–16 y 1 Pedro 5:5. En la práctica, este concepto lleva a que una figura de autoridad terrenal actúe como intercesor o incluso como sustituto de Dios en la vida de la persona o del ministerio bajo su "cobertura". Esto ha llevado a que algunos creyentes consulten a su "pastor asignado" antes de tomar decisiones sobre su carrera o su familia. En ciertos casos, incluso se ha oído a cristianos profesantes decir que, ante la elección de obedecer a Dios o a su pastor, elegirían obedecer al pastor.
Naturalmente, esta idea genera bastante controversia dentro del cristianismo. La enseñanza de la cobertura espiritual ha sido causa de distintos niveles de abuso autoritario. Varios de sus primeros promotores, como Bob Mumford y Charles Simpson, más tarde se distanciaron de ella y pidieron perdón por su participación. Por supuesto, no está mal someterse a la autoridad de un pastor y seguir su guía; sin embargo, con el concepto de "cobertura espiritual", algunos grupos han llevado la estructura básica de autoridad dentro de la iglesia mucho más allá de los principios bíblicos.
Desde una perspectiva bíblica, cada persona es, en última instancia, responsable solo ante Dios (Romanos 3:19; Mateo 12:36), no ante otro ser humano. Buscar consejo (Proverbios 11:14) y tener la humildad de aprender de la sabiduría de otros (Proverbios 5:11–14) son cosas buenas. Nuestra aprobación viene de Dios, no de los hombres (2 Timoteo 2:15). Estrictamente hablando, nadie tiene el derecho absoluto de declarar válido o inválido nuestro servicio a Dios (Romanos 14:4). Exigir la presencia de un pastor o "cobertura humana" para nuestra vida espiritual no solo opaca nuestra relación con Cristo (1 Timoteo 2:5), sino que también puede causar divisiones dentro de la iglesia (1 Corintios 3:4–9). De hecho, Jesús advierte contra el exceso de autoridad terrenal en Mateo 20:25–28.
La sumisión a la voluntad de Dios es esencial para toda persona y para cualquier actividad se considere un "ministerio". El respeto a la autoridad (Romanos 13:1), la sumisión mutua (Efesios 5:21) y la cooperación entre creyentes (Juan 13:34) son mandatos bíblicos. Además, apoyarse en la experiencia y sabiduría de otros es de sentido común. Sin embargo, no existe ningún mandato bíblico que exija estar bajo una "cobertura espiritual" humana para que nuestras labores sean legítimas ante Dios.