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Pregunta: "¿Con qué frecuencia deberíamos celebrar la Cena del Señor?"

Respuesta:
En ninguna parte la Biblia nos enseña con qué frecuencia deberíamos tomar la Cena. 1 Corintios 11:23-26 registra las siguientes instrucciones para la Cena: "Porque yo recibí del Señor lo que también os he enseñado: Que el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan; y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí. Asimismo tomó también la copa, después de haber Cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí. Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga". Este pasaje da todas las instrucciones que necesitamos para llevar a cabo la ceremonia de la Cena y para comprender el significado de lo que estamos haciendo.

El pan que Jesús partió, representa Su cuerpo que fue molido en la cruz por nosotros. La copa representa la sangre que Él derramó a nuestro favor, sellando un pacto entre Él y nosotros. Cada vez que celebramos la ordenanza de la Cena del Señor, no sólo estamos recordando lo que Él hizo por nosotros, sino que también lo estamos "demostrando" a todos los que observan y a todos los que participan. La Cena del Señor es una hermosa imagen de lo que sucedió en la cruz, lo que significa, y cómo impacta nuestras vidas como creyentes.

Ya que al parecer tomamos la Cena del Señor para recordar la muerte de Cristo, deberíamos tomarla con más frecuencia. Algunas iglesias tienen un servicio mensual para tomar la Cena del Señor; otras lo hacen cada dos meses; otras semanalmente. Puesto que la Biblia no nos da las instrucciones específicas en cuanto a la frecuencia, existe cierta flexibilidad en qué tan seguido la iglesia debe celebrar la Cena del Señor. Debería ser suficiente como para renovar nuestro enfoque en Cristo, sin que se convierta en rutina por la misma frecuencia con que se hace. En cualquier caso, lo que importa no es la cantidad de veces que se haga, sino la actitud del corazón de quienes participan. Deberíamos participar con reverencia, amor y un profundo sentido de gratitud por el Señor Jesús, que estuvo dispuesto a morir en la cruz para llevar sobre Sí mismo nuestros pecados.

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