Pregunta
¿Cuáles son las calificaciones bíblicas para un pastor?
Respuesta
Las calificaciones bíblicas para un pastor se encuentran principalmente en dos pasajes del Nuevo Testamento: 1 Timoteo 3:1–7 y Tito 1:5–9. Hay tres términos que se usan indistintamente en el Nuevo Testamento para referirse al oficio más alto dentro de una iglesia: anciano, obispo y pastor hacen referencia al mismo oficio.
1 Timoteo 3:1–7 contiene las calificaciones bíblicas para un pastor: "Palabra fiel es esta: si alguien aspira al cargo de obispo, buena obra desea hacer. Un obispo debe ser, pues, irreprochable, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, de conducta decorosa, hospitalario, apto para enseñar, no dado a la bebida, no pendenciero, sino amable, no contencioso, no avaricioso. Que gobierne bien su casa, teniendo a sus hijos sujetos con toda dignidad; (pues si un hombre no sabe cómo gobernar su propia casa, ¿cómo podrá cuidar de la iglesia de Dios?). No debe ser un recién convertido, no sea que se envanezca y caiga en la condenación en que cayó el diablo. Debe gozar también de una buena reputación entre los de afuera de la iglesia, para que no caiga en descrédito y en el lazo del diablo" (NBLA).
También encontramos las calificaciones bíblicas para un pastor en Tito 1:5–9: "Por esta causa te dejé en Creta, para que pusieras en orden lo que queda, y designaras ancianos en cada ciudad como te mandé. Lo designarás, si el anciano es irreprensible, marido de una sola mujer, que tenga hijos creyentes, no acusados de disolución ni de rebeldía. Porque el obispo debe ser irreprensible como administrador de Dios, no obstinado, no iracundo, no dado a la bebida, no pendenciero, no amante de ganancias deshonestas. Antes bien, debe ser hospitalario, amante de lo bueno, prudente, justo, santo, dueño de sí mismo. Debe retener la palabra fiel que es conforme a la enseñanza, para que sea capaz también de exhortar con sana doctrina y refutar a los que contradicen" (NBLA).
Al combinar ambas listas, obtenemos las siguientes calificaciones para un pastor:
Debe ser una persona íntegra y digna del respeto de quienes están tanto dentro como fuera de la iglesia (irreprochable, decoroso, intachable, justo, santo, amante de lo bueno, con buen testimonio ante los de afuera).
Debe tener dominio propio (ser sobrio, dueño de sí mismo). Esto abarca muchas de las características que se mencionan más adelante en la lista.
No debe abusar del alcohol ni embriagarse (no dado al vino).
Debe ser hospitalario. Debe estar dispuesto a recibir personas en su hogar y en su vida. No puede ser alguien distante o inaccesible.
Debe tratar a las personas con respeto (no violento, sino amable; no pendenciero; no soberbio; no iracundo).
Debe ser un buen esposo (marido de una sola mujer) y un buen padre (hombre cuyos hijos crean y no estén acusados de desobediencia o rebeldía. Debe gobernar bien su casa y asegurarse de que sus hijos le obedezcan, haciéndolo de una manera digna de respeto. Si alguien no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?). En algunos contextos, esto se interpreta como que un pastor debe estar casado y tener más de un hijo, pero la mayoría lo interpreta como que, si un hombre está casado o tiene hijos, debe ser un buen esposo y padre. En la época de Pablo, era raro que un hombre adulto fuera soltero o no tuviera hijos. En otros pasajes, Pablo elogia el valor de la soltería para servir al Señor, y él mismo era soltero, por lo que es poco probable que estar casado y tener hijos sea un requisito para el liderazgo en la iglesia (ver 1 Corintios 7).
Ahora bien, ¿esto significa que los hijos de un pastor deben ser creyentes, y que si alguno no profesa fe en Cristo, el padre queda descalificado? El enfoque parece estar en los hijos que viven en casa y en su conducta visible. La mayoría de los hijos adoptan la fe de sus padres, aunque pueden rechazarla más adelante. Si un hijo que aún vive en el hogar rechaza la fe de su padre, esto puede indicar que el padre no ha cumplido bien su rol. En ese caso, haría bien en dejar el liderazgo de la iglesia y enfocar todos sus esfuerzos en su hogar. Dios puede levantar a otra persona para guiar la iglesia, pero el padre es el único que puede guiar su hogar.
Además, ambos pasajes asumen que solo los hombres serán pastores. Pablo aborda este tema directamente en 1 Timoteo 2:12, donde se prohíbe que las mujeres enseñen o ejerzan autoridad sobre los hombres en la iglesia. Por definición, el pastor de una iglesia está llamado a enseñar a los hombres y ejercer autoridad sobre ellos.
Un pastor debe creer y ser capaz de comunicar la Palabra de Dios (apto para enseñar, que retenga firmemente el mensaje fiel para animar con sana doctrina).
Un pastor no debe estar motivado por el dinero (no amante del dinero, no codicioso de ganancias deshonestas). El dinero no debe ser la razón por la cual alguien desee entrar al ministerio, ni el principio que guíe su servicio. Un pastor podría usar su posición para influenciar indebidamente a las personas o incluso aprovecharse de los recursos de la iglesia. Por eso, debe tener la capacidad de resistir esas tentaciones.
Finalmente, en 1 Timoteo, Pablo dice que un pastor no debe ser un recién convertido, para que no se enorgullezca con su rápido "ascenso al poder". Esta calificación no se menciona específicamente en Tito. Algunos han señalado que la iglesia en Creta era muy reciente, por lo que cualquier pastor allí probablemente sería un nuevo creyente. Sin embargo, en la mayoría de los casos actuales, hay hombres con experiencia comprobada disponibles. Elevar a alguien al liderazgo demasiado pronto es una trampa tanto para él como para la iglesia que sirve.
Otras calificaciones bíblicas para un pastor se encuentran en otros pasajes de la Escritura. Cristo enseñó que los líderes en la iglesia deben ser siervos (Lucas 22:25–27). Pedro destaca esto en 1 Pedro 5:3, mencionando que el pastor no debe "enseñorearse" del rebaño. Un pastor ambicioso por el poder queda descalificado.
Nadie es perfecto, y ningún pastor encarna a la perfección todas estas cualidades. Pero un pastor debe ser un hombre con un historial constante. Si una evaluación honesta revela una deficiencia clara en alguna de estas áreas, entonces ese hombre no está calificado para ser pastor.
1 Timoteo 3:1–7 contiene las calificaciones bíblicas para un pastor: "Palabra fiel es esta: si alguien aspira al cargo de obispo, buena obra desea hacer. Un obispo debe ser, pues, irreprochable, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, de conducta decorosa, hospitalario, apto para enseñar, no dado a la bebida, no pendenciero, sino amable, no contencioso, no avaricioso. Que gobierne bien su casa, teniendo a sus hijos sujetos con toda dignidad; (pues si un hombre no sabe cómo gobernar su propia casa, ¿cómo podrá cuidar de la iglesia de Dios?). No debe ser un recién convertido, no sea que se envanezca y caiga en la condenación en que cayó el diablo. Debe gozar también de una buena reputación entre los de afuera de la iglesia, para que no caiga en descrédito y en el lazo del diablo" (NBLA).
También encontramos las calificaciones bíblicas para un pastor en Tito 1:5–9: "Por esta causa te dejé en Creta, para que pusieras en orden lo que queda, y designaras ancianos en cada ciudad como te mandé. Lo designarás, si el anciano es irreprensible, marido de una sola mujer, que tenga hijos creyentes, no acusados de disolución ni de rebeldía. Porque el obispo debe ser irreprensible como administrador de Dios, no obstinado, no iracundo, no dado a la bebida, no pendenciero, no amante de ganancias deshonestas. Antes bien, debe ser hospitalario, amante de lo bueno, prudente, justo, santo, dueño de sí mismo. Debe retener la palabra fiel que es conforme a la enseñanza, para que sea capaz también de exhortar con sana doctrina y refutar a los que contradicen" (NBLA).
Al combinar ambas listas, obtenemos las siguientes calificaciones para un pastor:
Debe ser una persona íntegra y digna del respeto de quienes están tanto dentro como fuera de la iglesia (irreprochable, decoroso, intachable, justo, santo, amante de lo bueno, con buen testimonio ante los de afuera).
Debe tener dominio propio (ser sobrio, dueño de sí mismo). Esto abarca muchas de las características que se mencionan más adelante en la lista.
No debe abusar del alcohol ni embriagarse (no dado al vino).
Debe ser hospitalario. Debe estar dispuesto a recibir personas en su hogar y en su vida. No puede ser alguien distante o inaccesible.
Debe tratar a las personas con respeto (no violento, sino amable; no pendenciero; no soberbio; no iracundo).
Debe ser un buen esposo (marido de una sola mujer) y un buen padre (hombre cuyos hijos crean y no estén acusados de desobediencia o rebeldía. Debe gobernar bien su casa y asegurarse de que sus hijos le obedezcan, haciéndolo de una manera digna de respeto. Si alguien no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?). En algunos contextos, esto se interpreta como que un pastor debe estar casado y tener más de un hijo, pero la mayoría lo interpreta como que, si un hombre está casado o tiene hijos, debe ser un buen esposo y padre. En la época de Pablo, era raro que un hombre adulto fuera soltero o no tuviera hijos. En otros pasajes, Pablo elogia el valor de la soltería para servir al Señor, y él mismo era soltero, por lo que es poco probable que estar casado y tener hijos sea un requisito para el liderazgo en la iglesia (ver 1 Corintios 7).
Ahora bien, ¿esto significa que los hijos de un pastor deben ser creyentes, y que si alguno no profesa fe en Cristo, el padre queda descalificado? El enfoque parece estar en los hijos que viven en casa y en su conducta visible. La mayoría de los hijos adoptan la fe de sus padres, aunque pueden rechazarla más adelante. Si un hijo que aún vive en el hogar rechaza la fe de su padre, esto puede indicar que el padre no ha cumplido bien su rol. En ese caso, haría bien en dejar el liderazgo de la iglesia y enfocar todos sus esfuerzos en su hogar. Dios puede levantar a otra persona para guiar la iglesia, pero el padre es el único que puede guiar su hogar.
Además, ambos pasajes asumen que solo los hombres serán pastores. Pablo aborda este tema directamente en 1 Timoteo 2:12, donde se prohíbe que las mujeres enseñen o ejerzan autoridad sobre los hombres en la iglesia. Por definición, el pastor de una iglesia está llamado a enseñar a los hombres y ejercer autoridad sobre ellos.
Un pastor debe creer y ser capaz de comunicar la Palabra de Dios (apto para enseñar, que retenga firmemente el mensaje fiel para animar con sana doctrina).
Un pastor no debe estar motivado por el dinero (no amante del dinero, no codicioso de ganancias deshonestas). El dinero no debe ser la razón por la cual alguien desee entrar al ministerio, ni el principio que guíe su servicio. Un pastor podría usar su posición para influenciar indebidamente a las personas o incluso aprovecharse de los recursos de la iglesia. Por eso, debe tener la capacidad de resistir esas tentaciones.
Finalmente, en 1 Timoteo, Pablo dice que un pastor no debe ser un recién convertido, para que no se enorgullezca con su rápido "ascenso al poder". Esta calificación no se menciona específicamente en Tito. Algunos han señalado que la iglesia en Creta era muy reciente, por lo que cualquier pastor allí probablemente sería un nuevo creyente. Sin embargo, en la mayoría de los casos actuales, hay hombres con experiencia comprobada disponibles. Elevar a alguien al liderazgo demasiado pronto es una trampa tanto para él como para la iglesia que sirve.
Otras calificaciones bíblicas para un pastor se encuentran en otros pasajes de la Escritura. Cristo enseñó que los líderes en la iglesia deben ser siervos (Lucas 22:25–27). Pedro destaca esto en 1 Pedro 5:3, mencionando que el pastor no debe "enseñorearse" del rebaño. Un pastor ambicioso por el poder queda descalificado.
Nadie es perfecto, y ningún pastor encarna a la perfección todas estas cualidades. Pero un pastor debe ser un hombre con un historial constante. Si una evaluación honesta revela una deficiencia clara en alguna de estas áreas, entonces ese hombre no está calificado para ser pastor.