Pregunta
¿Cuáles son los "bienes de este mundo" a los que se refiere 1 Juan 3:17?
Respuesta
1 Juan 3:17 dice: "Pero el que tiene bienes de este mundo, y ve a su hermano en necesidad y cierra su corazón contra él, ¿cómo puede morar el amor de Dios en él?" (NBLA).
Esta pregunta retórica revela la voluntad de Dios para los cristianos que "poseen bienes materiales" (NVI) o "tienen suficiente dinero para vivir bien" (NTV). Están llamados a ayudar a los necesitados. Un mandato similar se encuentra en 1 Timoteo 6:17–19, donde Pablo instruye a Timoteo a "[enseñarles] que no sean altaneros ni pongan su esperanza en la incertidumbre de las riquezas, sino en Dios, el cual nos da abundantemente todas las cosas para que las disfrutemos. Enséñales que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, generosos y prontos a compartir" (NBLA). El apóstol Santiago también ilustra de forma práctica que la fe verdadera se traduce en acciones: "Si un hermano o una hermana no tienen ropa y carecen del sustento diario, y uno de ustedes les dice: "Vayan en paz, caliéntense y sáciense", pero no les dan lo necesario para su cuerpo, ¿de qué sirve?" (Santiago 2:15–16, NBLA). Este mismo principio de generosidad con los bienes de este mundo también aparece en las instrucciones del Antiguo Testamento dadas a los israelitas (ver Éxodo 22:25; Levítico 19:9–10; 25:10; Proverbios 19:10).
Tener bienes de este mundo implica poseer cierta cantidad de riqueza, propiedad o recursos. En este contexto, el cristiano que los posee no está en necesidad, sino que tiene lo suficiente como para ayudar a otro. Es interesante que esta pregunta retórica de 1 Juan 3:17 viene justo después de que Juan dijera que "debemos poner nuestras vidas por los hermanos" (1 Juan 3:16, NBLA). Pablo también animó a los cristianos de Corinto a ser generosos, usando el ejemplo del sacrificio de Cristo (2 Corintios 8:9). Para Juan, el amor cristiano se expresa en actos concretos de generosidad. Un cristiano que se aferra egoístamente a sus posesiones no está viviendo el evangelio.
Además, las Escrituras ofrecen ejemplos de cristianos que dieron incluso en medio de su pobreza (2 Corintios 8:1–5), mostrando que el llamado a la generosidad no es exclusivo de los ricos. Como dijo Juan el Bautista: "El que tiene dos túnicas, comparta con el que no tiene; y el que tiene qué comer, haga lo mismo" (Lucas 3:11, NBLA). La idea aquí no es dar a regañadientes, sino dar con alegría y amor genuino por los demás en Cristo (ver 2 Corintios 9:7).
Tener una doctrina correcta y una buena comprensión del evangelio es fundamental, pero esas creencias deben reflejarse en una vida coherente. Y eso incluye la forma en que usamos nuestros bienes materiales.
Esta pregunta retórica revela la voluntad de Dios para los cristianos que "poseen bienes materiales" (NVI) o "tienen suficiente dinero para vivir bien" (NTV). Están llamados a ayudar a los necesitados. Un mandato similar se encuentra en 1 Timoteo 6:17–19, donde Pablo instruye a Timoteo a "[enseñarles] que no sean altaneros ni pongan su esperanza en la incertidumbre de las riquezas, sino en Dios, el cual nos da abundantemente todas las cosas para que las disfrutemos. Enséñales que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, generosos y prontos a compartir" (NBLA). El apóstol Santiago también ilustra de forma práctica que la fe verdadera se traduce en acciones: "Si un hermano o una hermana no tienen ropa y carecen del sustento diario, y uno de ustedes les dice: "Vayan en paz, caliéntense y sáciense", pero no les dan lo necesario para su cuerpo, ¿de qué sirve?" (Santiago 2:15–16, NBLA). Este mismo principio de generosidad con los bienes de este mundo también aparece en las instrucciones del Antiguo Testamento dadas a los israelitas (ver Éxodo 22:25; Levítico 19:9–10; 25:10; Proverbios 19:10).
Tener bienes de este mundo implica poseer cierta cantidad de riqueza, propiedad o recursos. En este contexto, el cristiano que los posee no está en necesidad, sino que tiene lo suficiente como para ayudar a otro. Es interesante que esta pregunta retórica de 1 Juan 3:17 viene justo después de que Juan dijera que "debemos poner nuestras vidas por los hermanos" (1 Juan 3:16, NBLA). Pablo también animó a los cristianos de Corinto a ser generosos, usando el ejemplo del sacrificio de Cristo (2 Corintios 8:9). Para Juan, el amor cristiano se expresa en actos concretos de generosidad. Un cristiano que se aferra egoístamente a sus posesiones no está viviendo el evangelio.
Además, las Escrituras ofrecen ejemplos de cristianos que dieron incluso en medio de su pobreza (2 Corintios 8:1–5), mostrando que el llamado a la generosidad no es exclusivo de los ricos. Como dijo Juan el Bautista: "El que tiene dos túnicas, comparta con el que no tiene; y el que tiene qué comer, haga lo mismo" (Lucas 3:11, NBLA). La idea aquí no es dar a regañadientes, sino dar con alegría y amor genuino por los demás en Cristo (ver 2 Corintios 9:7).
Tener una doctrina correcta y una buena comprensión del evangelio es fundamental, pero esas creencias deben reflejarse en una vida coherente. Y eso incluye la forma en que usamos nuestros bienes materiales.