Pregunta
¿Qué significa "Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo" en Efesios 1:3?
Respuesta
Efesios 1:3 comienza con una maravillosa doxología. Pablo declara: "Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo" (NBLA). La doxología de Pablo es fundamental para comprender el libro de Efesios, especialmente las bendiciones espirituales que los creyentes tienen en Cristo. La doxología no es solo una invocación de alabanza, sino que también enmarca toda la carta.
La declaración "Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo" reconoce al Padre como la fuente de todas las bendiciones. Aquí, Pablo utiliza la palabra griega eulogētos, traducida como "bendito". Esta palabra es un término de exaltación y alabanza reservado para Dios. Como Dios y Padre de Jesucristo, Él merece ser exaltado y alabado, porque "de tal manera amó Dios al mundo, que dio a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en Él, no se pierda, sino que tenga vida eterna" (Juan 3:16, NBLA). En Cristo, los creyentes han recibido bendición sobre bendición.
La elección de Pablo de dirigirse a Dios como "Dios" y "Padre" de Jesucristo refuerza la doctrina de la Trinidad. Se reconoce la naturaleza de Jesús como hijo. En otros pasajes, vemos que Jesús es distinto del Padre, pero uno con Él. Esto afirma no solo la deidad de Cristo, sino también la relación íntima y personal que los creyentes tienen con Dios a través de Cristo: "La gloria que me diste les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno: Yo en ellos, y Tú en Mí, para que sean perfeccionados en unidad, para que el mundo sepa que Tú me enviaste, y que los amaste tal como me has amado a Mí" (Juan 17:22-23, NBLA).
Al exaltar y alabar a Dios, Pablo continúa las tradiciones litúrgicas judías que se encuentran en los Salmos y otros escritos del Antiguo Testamento. El Salmo 72:18 (NBLA) dice: "Bendito sea el Señor Dios, el Dios de Israel, el único que hace maravillas" (NBLA). ¡Oh, qué cosas maravillosas ha hecho el Padre por nosotros en Cristo! Él "nos ha bendecido con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo" (Efesios 1:3, NBLA). Es posible que los creyentes no tengan todo lo que desean, pero sin duda tienen todo lo que necesitan.
La doxología de Pablo es importante por varias razones. En primer lugar, glorifica a Dios como la fuente de toda bendición espiritual, como la elección, la adopción, la gracia, la redención, el perdón y la revelación de Su voluntad (Efesios 1:4-10). Estas bendiciones no son dones terrenales y temporales, sino que están "en los lugares celestiales". Esto recuerda las palabras de Jesús en el Sermón del Monte: "acumulen tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni la herrumbre destruyen, y donde ladrones no penetran ni roban" (Mateo 6:20, NBLA). Las bendiciones que hemos recibido del Padre no nos las pueden quitar, porque son eternamente seguras. De hecho, nosotros estamos eternamente seguros (Juan 10:28-30).
Además de los propósitos litúrgicos y teológicos de la doxología de Pablo, sus palabras contienen una dimensión escatológica. Al mencionar los "lugares celestiales", Pablo dirige nuestra atención lejos de la era presente hacia la era venidera. En la era venidera, los creyentes serán "resucitados con él" y "sentados... con él en los lugares celestiales" (Efesios 2:6, NBLA). Esta perspectiva celestial tiene por objeto proporcionar consuelo y seguridad a los creyentes que están soportando diversas pruebas y tribulaciones. Estas cosas no durarán para siempre. ¡Alabado sea Dios por Su maravilloso Hijo, Jesucristo!
La declaración "Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo" reconoce al Padre como la fuente de todas las bendiciones. Aquí, Pablo utiliza la palabra griega eulogētos, traducida como "bendito". Esta palabra es un término de exaltación y alabanza reservado para Dios. Como Dios y Padre de Jesucristo, Él merece ser exaltado y alabado, porque "de tal manera amó Dios al mundo, que dio a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en Él, no se pierda, sino que tenga vida eterna" (Juan 3:16, NBLA). En Cristo, los creyentes han recibido bendición sobre bendición.
La elección de Pablo de dirigirse a Dios como "Dios" y "Padre" de Jesucristo refuerza la doctrina de la Trinidad. Se reconoce la naturaleza de Jesús como hijo. En otros pasajes, vemos que Jesús es distinto del Padre, pero uno con Él. Esto afirma no solo la deidad de Cristo, sino también la relación íntima y personal que los creyentes tienen con Dios a través de Cristo: "La gloria que me diste les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno: Yo en ellos, y Tú en Mí, para que sean perfeccionados en unidad, para que el mundo sepa que Tú me enviaste, y que los amaste tal como me has amado a Mí" (Juan 17:22-23, NBLA).
Al exaltar y alabar a Dios, Pablo continúa las tradiciones litúrgicas judías que se encuentran en los Salmos y otros escritos del Antiguo Testamento. El Salmo 72:18 (NBLA) dice: "Bendito sea el Señor Dios, el Dios de Israel, el único que hace maravillas" (NBLA). ¡Oh, qué cosas maravillosas ha hecho el Padre por nosotros en Cristo! Él "nos ha bendecido con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo" (Efesios 1:3, NBLA). Es posible que los creyentes no tengan todo lo que desean, pero sin duda tienen todo lo que necesitan.
La doxología de Pablo es importante por varias razones. En primer lugar, glorifica a Dios como la fuente de toda bendición espiritual, como la elección, la adopción, la gracia, la redención, el perdón y la revelación de Su voluntad (Efesios 1:4-10). Estas bendiciones no son dones terrenales y temporales, sino que están "en los lugares celestiales". Esto recuerda las palabras de Jesús en el Sermón del Monte: "acumulen tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni la herrumbre destruyen, y donde ladrones no penetran ni roban" (Mateo 6:20, NBLA). Las bendiciones que hemos recibido del Padre no nos las pueden quitar, porque son eternamente seguras. De hecho, nosotros estamos eternamente seguros (Juan 10:28-30).
Además de los propósitos litúrgicos y teológicos de la doxología de Pablo, sus palabras contienen una dimensión escatológica. Al mencionar los "lugares celestiales", Pablo dirige nuestra atención lejos de la era presente hacia la era venidera. En la era venidera, los creyentes serán "resucitados con él" y "sentados... con él en los lugares celestiales" (Efesios 2:6, NBLA). Esta perspectiva celestial tiene por objeto proporcionar consuelo y seguridad a los creyentes que están soportando diversas pruebas y tribulaciones. Estas cosas no durarán para siempre. ¡Alabado sea Dios por Su maravilloso Hijo, Jesucristo!