Pregunta

¿Por qué se valoraba tanto la bendición del padre en el Antiguo Testamento?

Respuesta
El libro de Génesis da gran importancia a la bendición que un padre daba a sus hijos. Los patriarcas Abraham, Isaac y Jacob pronunciaron bendiciones formales sobre sus descendientes—y en el caso de Jacob, incluso sobre algunos de sus nietos. Recibir la bendición del padre era un honor enorme, y perderla era casi como recibir una maldición.

Una bendición del padre en el Antiguo Testamento incluía palabras de ánimo, detalles sobre la herencia que recibiría cada hijo y palabras proféticas sobre su futuro. Por ejemplo, la bendición que Isaac pronunció sobre Jacob (y que originalmente estaba destinada a Esaú) le otorgaba la abundancia de la tierra y autoridad sobre su hermano (Génesis 27:28–29). También incluía la promesa de que quienes bendijeran a Jacob serían bendecidos, y quienes lo maldijeran recibirían maldición—palabras que reflejan la promesa que Dios le hizo a Abraham en Génesis 12:3.

Cuando Esaú se enteró de que Jacob había engañado a su padre y recibido la bendición que era para él, se desesperó y le preguntó: "¿No has reservado una bendición para mí?" (Génesis 27:36, NBLA). Las palabras de Isaac a Esaú confirmaron la superioridad de Jacob, pero también profetizaron que un día Esaú se rebelaría contra el dominio de su hermano (versículos 39–40).

Cuando Jacob bendijo a sus doce hijos, también hizo predicciones sobre el futuro de cada uno (Génesis 49). La Biblia registra el cumplimiento directo de muchas de esas profecías, lo cual muestra la capacidad sobrenatural que Dios le dio a Jacob como padre de las doce tribus de Israel.

En una de sus bendiciones, Jacob dijo: "A ti Judá, te alabarán tus hermanos; tu mano estará en el cuello de tus enemigos; se inclinarán a ti los hijos de tu padre" (Génesis 49:8, NBLA). La bendición también incluía una predicción de que de Judá saldrían reyes, y que un Rey recibiría "la obediencia de los pueblos" (versículo 10). Los descendientes de Judá se convirtieron en la tribu de donde vendría el rey David y en cuyo territorio se ubicaría Jerusalén. Jesús el Mesías también descendió de la tribu de Judá (Mateo 1:3).

Otro ejemplo de una predicción sobrenatural dentro de las bendiciones de Jacob aparece en sus palabras a Isacar: "Al ver que el lugar de reposo era bueno, y que la tierra era agradable" (Génesis 49:15, NBLA). Más adelante, la familia de Isacar heredó tierras en la Baja Galilea, incluyendo el fértil valle de Jezreel.

El hijo menor de Jacob también recibió una profecía que más tarde se cumpliría: "Benjamín es lobo rapaz; de mañana devora la presa, y a la tarde reparte los despojos" (Génesis 49:27, NBLA). La tribu de Benjamín daría origen a varios líderes militares de Israel, como Aod, el rey Saúl y el hijo de Saúl, Jonatán, mostrando así un carácter fuerte y guerrero (Jueces 5:14; 20:16; 1 Crónicas 8:40; 2 Crónicas 14:8; 17:17).

La bendición final de un patriarca era importante en tiempos bíblicos no solo por cuestiones prácticas de herencia, sino también porque muchas de esas bendiciones incluían declaraciones proféticas que demostraban el poder sobrenatural de Dios obrando a través de los hombres que Él escogía.