Pregunta

¿Qué significa "A los débiles me hice débil" (1 Corintios 9:22)?

Respuesta
El objetivo más elevado en la vida del apóstol Pablo era ganar almas para Jesucristo. Adoptó un enfoque evangelístico claramente considerado, humilde y sensible para alcanzar ese objetivo: "Porque aunque soy libre de todos, de todos me he hecho esclavo para ganar al mayor número posible. A los judíos me hice como judío, para poder ganar a los judíos. A los que están bajo la ley, como bajo la ley, aunque yo no estoy bajo la ley, para poder ganar a los que están bajo la ley. A los que están sin ley, como sin ley, aunque no estoy sin la ley de Dios, sino bajo la ley de Cristo, para poder ganar a los que están sin ley. A los débiles me hice débil, para ganar a los débiles. A todos me he hecho todo, para que por todos los medios salve a algunos" (1 Corintios 9:19-22, NBLA).

Cuando Pablo escribió: "A todos me he hecho todo", no estaba defendiendo un enfoque camaleónico de la evangelización. "A los débiles me hice débil" no sugería que Pablo comprometiera sus normas morales y convicciones bíblicas para ganar gente para Cristo. Por el contrario, Pablo subrayaba la necesidad de tener en cuenta los distintos orígenes, circunstancias sociales, etnias y sistemas de creencias de las personas al ministrarles.

Al igual que los demás apóstoles, Pablo tenía ciertos derechos y privilegios. Tenía derecho a recibir manutención, comida y techo, y a llevar consigo a una esposa (si la tenía) (ver 1 Corintios 9:3-14). Pero Pablo renunció a esos derechos y privilegios por causa del Evangelio (1 Corintios 9:15-18). Desinteresadamente, rebajó sus intereses, dando prioridad a los intereses de los demás por encima de los suyos para llevarlos a la fe salvadora en Jesús.

Como misionero, Pablo se encontró con personas de toda condición. Estaba resuelto a encontrar puntos en común con todas las personas a las que ministraba para minimizar las posibles ofensas. Pablo empezó con valentía, afirmando que, aunque era un hombre libre, con todos los derechos y privilegios individuales que le otorgaba su libertad, se haría esclavo si eso significaba ganar más esclavos para Jesús. Hasta allí estaba dispuesto a llegar.

El ministerio de Pablo se centró en dos comunidades de personas muy distintas: judíos y gentiles. Las diferencias entre estos dos grupos -lo que comían, cómo vestían, sus celebraciones festivas y su vida familiar- eran tan extremas que Pablo tuvo que alterar a menudo sus métodos ministeriales. Pablo nunca comprometería el mensaje del Evangelio ni su defensa de la verdad (Romanos 1:16; 2 Corintios 4:2; 6:14-16; Gálatas 1:6-9). Pero saldría de su zona de confort, dejaría a un lado sus prejuicios y tradiciones familiares, y aceptaría ser flexible y adaptarse para llegar tanto al público judío como al no judío.

A los débiles me hice débil se refiere a otro grupo de personas a las que Pablo ministraba; concretamente, a ciertos miembros de la iglesia de Corinto. "Los débiles" eran cristianos que tenían escrúpulos contra comer carne sacrificada a los ídolos (ver 1 Corintios 8:1-13). En el culto pagano de Corinto, la costumbre de comer carne sacrificada a los ídolos se consideraba una forma de estar en comunión con los dioses. Los cristianos inmaduros que aún no comprendían que estos dioses no tenían poder se sentían condenados si consumían dicha carne. Sus conciencias, al ser débiles, no eran libres, sino culpables.

"Los fuertes" en este contexto eran cristianos más informados que no tenían ningún problema en comer carne sacrificada a los ídolos porque comprendían con precisión su libertad para hacerlo. Los fuertes sabían que "la comida no nos recomendará a Dios, pues ni somos menos si no comemos, ni somos más si comemos"(1 Corintios 8:8, NBLA). Sin embargo, Pablo advirtió: "Pero tengan cuidado, no sea que esta libertad de ustedes de alguna manera se convierta en piedra de tropiezo para el débil" (1 Corintios 8:9, NBLA; cf. Romanos 14:13, 21; 2 Corintios 6:3).

A los débiles me hice débil era la estrategia de Pablo para construir puentes en lugar de muros entre él y aquellos a los que ministraba. Hacía todo lo posible por no ofender ni escandalizar a su audiencia para que estuviera abierta y receptiva a su mensaje. Si bien es cierto que el mensaje en sí puede ofender o escandalizar al oyente (ver 1 Corintios 1:18, 23; 2:14), el mensajero debe hacer lo posible por no resultar personalmente ofensivo.

Pablo hizo concesiones a los débiles. En el caso de la carne ofrecida a los ídolos, Pablo estaba dispuesto a "no comeré carne jamás, para no hacer pecar a mi hermano [débil]" (1 Corintios 8:13, NBLA). Empatizaba con los débiles del mismo modo que Cristo se identificó con nuestra debilidad (Hebreos 4:15). A Pablo le preocupaba más el bien de los demás que sus propios derechos y privilegios. Se humilló, sacrificó su libertad y adaptó su comportamiento para ayudar a los débiles.

El mismo principio se aplica al tema contemporáneo de la bebida social. Podemos tener la libertad de beber alcohol sin caer en el pecado, pero debemos asegurarnos de que nunca hacemos tropezar y caer a un hermano o hermana más débil haciendo alarde de nuestra libertad delante de él o ella. Por amor y para construir el reino de Dios en lugar de derribarlo (1 Corintios 8:1), debemos decir, como Pablo: "A los débiles me hice débil".