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Pregunta: "¿Qué podemos aprender de la tribu de José?"

Respuesta:
Técnicamente, no existe la tribu de José. Más bien, José recibió una "doble bendición", y sus dos hijos, Efraín y Manasés, llegaron a ser cada uno su propia tribu (Génesis 48; Josué 14:4; Ezequiel 47:13). A veces, la Biblia se refiere a una "tribu de José" (Números 13:11; 36:5; Apocalipsis 7:8). Sin embargo, en los contextos, la "tribu de José" parece referirse a la tribu de Efraín o Manasés, o a la "casa de José", que incluía a Efraín y Manasés. Cuando Jacob lanzó una profecía sobre cada uno de sus hijos, le dio a José una de las más largas: "Rama fructífera es José, rama fructífera junto a una fuente, cuyos vástagos se extienden sobre el muro. Le causaron amargura, le asaetearon, y le aborrecieron los arqueros; mas su arco se mantuvo poderoso, y los brazos de sus manos se fortalecieron por las manos del Fuerte de Jacob (Por el nombre del Pastor, la Roca de Israel), por el Dios de tu padre, el cual te ayudará, por el Dios Omnipotente, el cual te bendecirá con bendiciones de los cielos de arriba, con bendiciones del abismo que está abajo, con bendiciones de los pechos y del vientre. Las bendiciones de tu padre fueron mayores que las bendiciones de mis progenitores; hasta el término de los collados eternos serán sobre la cabeza de José, y sobre la frente del que fue apartado de entre sus hermanos" (Génesis 49:22-26). Como con todas las profecías de Jacob a sus hijos, la que se refiere a la tribu/casa de José contiene lecciones para todos nosotros.

José, el "príncipe entre sus hermanos", era el segundo entre los doce más jóvenes. La vida de José, la historia de su conflicto con sus hermanos, su cautiverio y la posterior victoria que Dios obtuvo a través de sus pruebas están bien detalladas en el Génesis, capítulos 37-51. Jacob comienza su profecía comparando a José con una vid fructífera, o un árbol joven. Dios lo había hecho fructífero en la tierra de su aflicción (Génesis 41:52). Los dos hijos de José eran como los sarmientos de una vid que corría sobre el muro. Luego, Jacob continúa recordando a los otros hermanos el maltrato que dieron a José. Son los "arqueros" que atacaron a José con amargura y hostilidad, junto con la mujer de Potifar, cuyas falsas acusaciones lo enviaron a la cárcel durante dos años (Génesis 39; 41:1).

No obstante, en medio de todos estos problemas, la fuerza de José se compara con un arco que se mantiene firme. Es decir, su fe no decayó, sino que se mantuvo firme y salió vencedor. Sus brazos permanecieron fuertes y diestros, una metáfora de su sabiduría, valor y paciencia. En pocas palabras, José mantuvo tanto su integridad como su consuelo en todas sus pruebas, soportando todas sus cargas mediante una determinación invencible, y no se hundió bajo el peso de las mismas. Esta fortaleza provenía de las manos del Poderoso de Jacob, que siempre estaba presente para fortalecerlo. José nos recuerda que toda nuestra fuerza para resistir las tentaciones y soportar las aflicciones proviene de Dios. Su gracia es suficiente, y Su fuerza se perfecciona en nuestra debilidad (2 Corintios 12:9).

De sus aflicciones, y por el poder de Dios, José alimentó y sostuvo al pueblo de Dios -la nación de Israel tal como existía en ese momento en Jacob y su familia- durante la hambruna que devastó la tierra. Se puede considerar a José como una figura de Cristo, quien también fue atacado y odiado, pero que soportó Sus sufrimientos (Isaías 50:7-9) y se convirtió en el Buen Pastor y en la Roca y Redentor de Su pueblo.

Los sufrimientos de José también simbolizan y prefiguran a la iglesia en general, así como a los creyentes en particular. La verdadera iglesia de Cristo siempre ha sido perseguida por Satanás, y comenzó con la gran persecución del primer siglo bajo los romanos. Sin embargo, incluso en tiempos de relativa paz para la iglesia, el enemigo sigue lanzando sus flechas contra los santos, aunque Dios nos protege, nos fortalece y nos llevará a salvo a casa con Su poder.

Jacob termina la profecía para la tribu de José con una serie de bendiciones. Profetiza bendiciones de los cielos de arriba, con bendiciones del abismo que está abajo, con bendiciones de los pechos y del vientre, todo ello refiriéndose a las bendiciones temporales de fructificación y generosidad que eran el futuro de la tribu de José. Años después, Moisés dio estas mismas promesas de abundantes bendiciones a la tribu de José (Deuteronomio 33:13-16), reiterando que José era un "príncipe entre sus hermanos". La historia judía nos cuenta que el territorio de la tribu de José era una de las partes más valiosas del país, y la casa de José llegó a ser el grupo más dominante en el reino de Israel. José nos recuerda que todas las bendiciones, tanto temporales como espirituales, vienen de Dios. "Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación" (Santiago 1:17). Procuremos todos ser tan firmes y fuertes como José, soportando la aflicción y cosechando la recompensa de las bendiciones eternas de Dios.

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