Pregunta
¿Qué significa que el Señor es mi Pastor?
Respuesta
La frase "el Señor es mi pastor" proviene de uno de los pasajes más amados de toda la Escritura, el Salmo 23. En este pasaje y a lo largo de todo el Nuevo Testamento, aprendemos que el Señor es nuestro Pastor de dos maneras. En primer lugar, como el Buen Pastor, Él dio su vida por Sus ovejas y, en segundo lugar, Sus ovejas conocen Su voz y le siguen (Juan 10:11, 14).
En el Salmo 23, Dios utiliza la analogía de las ovejas y su naturaleza para describirnos. Las ovejas tienen una tendencia natural a alejarse y perderse. Como creyentes, tendemos a hacer lo mismo. Es como dijo Isaías: "Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, nos apartamos cada cual por su camino" (Isaías 53:6). Cuando las ovejas se descarrían, corren el peligro de perderse, ser atacadas e incluso morir ahogadas o cayendo por un precipicio.
Del mismo modo, dentro de nuestra propia naturaleza existe una fuerte tendencia a descarriarnos (Romanos 7:5; 8:8), siguiendo la pasión de la carne, de los ojos, y buscando la arrogancia de la vida (1 Juan 2:16). Como tales, somos como ovejas que se alejan del Pastor a través de nuestros propios remedios inútiles y nuestros intentos de justicia propia. Es nuestra naturaleza alejarnos (Hebreos 2:1), rechazar a Dios y quebrantar Sus mandamientos. Cuando hacemos esto, corremos el riesgo de perdernos, incluso de olvidar el camino de regreso a Dios. Además, cuando nos alejamos del Señor, pronto nos encontramos enfrentándonos a un enemigo tras otro que nos atacará de numerosas maneras.
Las ovejas son criaturas básicamente indefensas que no pueden sobrevivir mucho tiempo sin un pastor, del que dependen totalmente para su cuidado. Del mismo modo, como las ovejas, dependemos totalmente del Señor para que nos pastoree, nos proteja y nos cuide. Las ovejas son animales esencialmente tontos que no aprenden bien y son extremadamente difíciles de entrenar. No tienen buena vista ni oyen bien. Son animales muy lentos que no pueden escapar de los depredadores; no tienen camuflaje ni armas para defenderse, como garras, pezuñas afiladas o mandíbulas poderosas.
Además, las ovejas se asustan fácilmente y se confunden con facilidad. De hecho, se sabe que se lanzan ciegamente por un precipicio siguiendo a las demás. Los pastores de la época bíblica se enfrentaban a peligros increíbles al cuidar de sus ovejas, arriesgando sus propias vidas al luchar contra animales salvajes como lobos y leones que amenazaban al rebaño. David era uno de esos pastores (1 Samuel 17:34-35). Para ser buenos pastores, tenían que estar dispuestos a dar la vida por las ovejas.
Jesús declaró que Él es nuestro Pastor y lo demostró dando Su vida por nosotros. El "Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir y para dar Su vida en rescate por muchos" (Mateo 20:28). A través de Su sacrificio voluntario, el Señor hizo posible la salvación para todos los que vienen a Él con fe (Juan 3:16). Al proclamar que Él es el buen pastor, Jesús habla de "dar" Su vida por Sus ovejas (Juan 10:15, 17-18).
Al igual que las ovejas, nosotros también necesitamos un pastor. Los hombres están espiritualmente ciegos y perdidos en su pecado. Por eso Jesús contó la parábola de la oveja perdida (Lucas 15:4-6). Él es el Buen Pastor que dio Su vida por nosotros. Él nos busca cuando estamos perdidos, para salvarnos y mostrarnos el camino a la vida eterna (Lucas 19:10). Tendemos a ser como ovejas, consumidos por la preocupación y el miedo, siguiendo unas a otras. Al no seguir ni escuchar la voz del Pastor (Juan 10:27), podemos ser fácilmente desviados por otros hacia nuestra propia destrucción. Jesús, el Buen Pastor, advierte a los que no creen ni le escuchan: "Se lo he dicho a ustedes y no creen...ustedes no creen porque no son de Mis ovejas. Mis ovejas oyen Mi voz; Yo las conozco y me siguen. Yo les doy vida eterna y jamás perecerán, y nadie las arrebatará de Mi mano" (Juan 10:25-28).
El Salmo 23:1-3 nos dice que el pastor satisface todas las necesidades de las ovejas: alimento, agua, descanso, seguridad y dirección. Cuando nosotros, como creyentes, seguimos a nuestro Pastor, también sabemos que tendremos todo lo que necesitamos. No nos faltará lo necesario para vivir, porque Él sabe exactamente lo que necesitamos (Lucas 12:22-30).
Las ovejas no se acuestan cuando tienen hambre, ni beben de arroyos caudalosos. A veces, el pastor embalsa temporalmente un arroyo para que las ovejas puedan saciar su sed. El Salmo 23:2 habla de guiar a las ovejas "junto a aguas de reposo". El pastor debe guiar a sus ovejas porque ellas no pueden ser conducidas. En cambio, las ovejas escuchan la voz de su pastor y lo siguen, tal como nosotros escuchamos a nuestro Pastor, Jesucristo, en Su Palabra y lo seguimos (Juan 10:3-5, 16, 27). Y si una oveja se aleja, el pastor deja el rebaño a cargo de sus ayudantes y busca al animal perdido (Mateo 9:36; 18:12-14; Lucas 15:3-7).
En Salmos 23:3, la palabra hebrea traducida como "senderos" significa "caminos trillados o surcos". En otras palabras, cuando las ovejas se desvían por un camino nuevo, comienzan a explorarlo, lo que invariablemente las lleva a meterse en problemas. Este pasaje se asemeja mucho a la advertencia de Hebreos 13:9: "No se dejen llevar por doctrinas diversas y extrañas". El apóstol Pablo también alude a esta idea en Efesios 4:14.
Por último, el pastor cuida de las ovejas porque las ama y quiere mantener su buena reputación como pastor fiel. Como hemos visto en el Salmo 23, la analogía del Señor como el Buen Pastor también fue aplicada por Jesús en el capítulo 10 de Juan. Al declarar que Él es el pastor de las ovejas, Jesús confirma que Él es Dios. El Dios eterno es nuestro Pastor. Y no querríamos que fuera de otra manera.
En el Salmo 23, Dios utiliza la analogía de las ovejas y su naturaleza para describirnos. Las ovejas tienen una tendencia natural a alejarse y perderse. Como creyentes, tendemos a hacer lo mismo. Es como dijo Isaías: "Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, nos apartamos cada cual por su camino" (Isaías 53:6). Cuando las ovejas se descarrían, corren el peligro de perderse, ser atacadas e incluso morir ahogadas o cayendo por un precipicio.
Del mismo modo, dentro de nuestra propia naturaleza existe una fuerte tendencia a descarriarnos (Romanos 7:5; 8:8), siguiendo la pasión de la carne, de los ojos, y buscando la arrogancia de la vida (1 Juan 2:16). Como tales, somos como ovejas que se alejan del Pastor a través de nuestros propios remedios inútiles y nuestros intentos de justicia propia. Es nuestra naturaleza alejarnos (Hebreos 2:1), rechazar a Dios y quebrantar Sus mandamientos. Cuando hacemos esto, corremos el riesgo de perdernos, incluso de olvidar el camino de regreso a Dios. Además, cuando nos alejamos del Señor, pronto nos encontramos enfrentándonos a un enemigo tras otro que nos atacará de numerosas maneras.
Las ovejas son criaturas básicamente indefensas que no pueden sobrevivir mucho tiempo sin un pastor, del que dependen totalmente para su cuidado. Del mismo modo, como las ovejas, dependemos totalmente del Señor para que nos pastoree, nos proteja y nos cuide. Las ovejas son animales esencialmente tontos que no aprenden bien y son extremadamente difíciles de entrenar. No tienen buena vista ni oyen bien. Son animales muy lentos que no pueden escapar de los depredadores; no tienen camuflaje ni armas para defenderse, como garras, pezuñas afiladas o mandíbulas poderosas.
Además, las ovejas se asustan fácilmente y se confunden con facilidad. De hecho, se sabe que se lanzan ciegamente por un precipicio siguiendo a las demás. Los pastores de la época bíblica se enfrentaban a peligros increíbles al cuidar de sus ovejas, arriesgando sus propias vidas al luchar contra animales salvajes como lobos y leones que amenazaban al rebaño. David era uno de esos pastores (1 Samuel 17:34-35). Para ser buenos pastores, tenían que estar dispuestos a dar la vida por las ovejas.
Jesús declaró que Él es nuestro Pastor y lo demostró dando Su vida por nosotros. El "Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir y para dar Su vida en rescate por muchos" (Mateo 20:28). A través de Su sacrificio voluntario, el Señor hizo posible la salvación para todos los que vienen a Él con fe (Juan 3:16). Al proclamar que Él es el buen pastor, Jesús habla de "dar" Su vida por Sus ovejas (Juan 10:15, 17-18).
Al igual que las ovejas, nosotros también necesitamos un pastor. Los hombres están espiritualmente ciegos y perdidos en su pecado. Por eso Jesús contó la parábola de la oveja perdida (Lucas 15:4-6). Él es el Buen Pastor que dio Su vida por nosotros. Él nos busca cuando estamos perdidos, para salvarnos y mostrarnos el camino a la vida eterna (Lucas 19:10). Tendemos a ser como ovejas, consumidos por la preocupación y el miedo, siguiendo unas a otras. Al no seguir ni escuchar la voz del Pastor (Juan 10:27), podemos ser fácilmente desviados por otros hacia nuestra propia destrucción. Jesús, el Buen Pastor, advierte a los que no creen ni le escuchan: "Se lo he dicho a ustedes y no creen...ustedes no creen porque no son de Mis ovejas. Mis ovejas oyen Mi voz; Yo las conozco y me siguen. Yo les doy vida eterna y jamás perecerán, y nadie las arrebatará de Mi mano" (Juan 10:25-28).
El Salmo 23:1-3 nos dice que el pastor satisface todas las necesidades de las ovejas: alimento, agua, descanso, seguridad y dirección. Cuando nosotros, como creyentes, seguimos a nuestro Pastor, también sabemos que tendremos todo lo que necesitamos. No nos faltará lo necesario para vivir, porque Él sabe exactamente lo que necesitamos (Lucas 12:22-30).
Las ovejas no se acuestan cuando tienen hambre, ni beben de arroyos caudalosos. A veces, el pastor embalsa temporalmente un arroyo para que las ovejas puedan saciar su sed. El Salmo 23:2 habla de guiar a las ovejas "junto a aguas de reposo". El pastor debe guiar a sus ovejas porque ellas no pueden ser conducidas. En cambio, las ovejas escuchan la voz de su pastor y lo siguen, tal como nosotros escuchamos a nuestro Pastor, Jesucristo, en Su Palabra y lo seguimos (Juan 10:3-5, 16, 27). Y si una oveja se aleja, el pastor deja el rebaño a cargo de sus ayudantes y busca al animal perdido (Mateo 9:36; 18:12-14; Lucas 15:3-7).
En Salmos 23:3, la palabra hebrea traducida como "senderos" significa "caminos trillados o surcos". En otras palabras, cuando las ovejas se desvían por un camino nuevo, comienzan a explorarlo, lo que invariablemente las lleva a meterse en problemas. Este pasaje se asemeja mucho a la advertencia de Hebreos 13:9: "No se dejen llevar por doctrinas diversas y extrañas". El apóstol Pablo también alude a esta idea en Efesios 4:14.
Por último, el pastor cuida de las ovejas porque las ama y quiere mantener su buena reputación como pastor fiel. Como hemos visto en el Salmo 23, la analogía del Señor como el Buen Pastor también fue aplicada por Jesús en el capítulo 10 de Juan. Al declarar que Él es el pastor de las ovejas, Jesús confirma que Él es Dios. El Dios eterno es nuestro Pastor. Y no querríamos que fuera de otra manera.