Pregunta
¿Qué era el Reino de Jerusalén?
Respuesta
El Reino de Jerusalén fue un estado cruzado que existió desde el 1099 hasta el 1291.
En tiempos de Cristo, Jerusalén estaba bajo el dominio del Imperio Romano, situación que se mantuvo hasta el siglo VII. Con la conversión del emperador Constantino a comienzos del siglo IV, el cristianismo se convirtió primero en una religión legal y luego en la religión oficial del Imperio. Constantino mandó construir iglesias y santuarios en Jerusalén y en toda Palestina para conmemorar los lugares santos, lo que hizo de la ciudad un importante destino de peregrinación cristiana.
A comienzos del siglo VII, el Imperio Romano perdió el control de Jerusalén. La ciudad pasó a manos persas y, posteriormente, árabe-musulmanas. Para el Islam, Jerusalén también era un lugar sagrado, y allí se levantaron mezquitas y santuarios para conmemorar eventos relevantes de su historia. El más destacado de estos edificios es la Cúpula de la Roca, construida directamente sobre el monte del templo. Bajo dominio árabe, Jerusalén prosperó y, al principio, los cristianos gozaron de cierta tolerancia religiosa, aunque esta disminuyó con el paso del tiempo.
A inicios del siglo XI, un gobernante de la dinastía fatimí ordenó la destrucción de todas las iglesias de Jerusalén. Este acto provocó indignación en toda Europa y llevó a convocar la Primera Cruzada (1095–1099), impulsada por el Papa Urbano II. Las cruzadas eran expediciones militares con un propósito espiritual. La Primera Cruzada comenzó como una ayuda militar al Imperio bizantino contra los turcos musulmanes, pero rápidamente se transformó en una campaña para reconquistar Jerusalén. En 1099, los ejércitos cruzados sitiaron la ciudad, la tomaron y masacraron a muchos de sus habitantes musulmanes y judíos.
El territorio conquistado fue reorganizado en varios estados cruzados, pequeños dominios gobernados por nobles europeos. El Reino de Jerusalén fue el más importante de ellos. Colonos cristianos se establecieron allí para repoblar y reconstruir la ciudad, y pronto se reanudaron las peregrinaciones. Este control cristiano duró hasta 1187, cuando Jerusalén fue conquistada por el líder musulmán Saladino, quien, a diferencia de los cruzados, mostró tolerancia religiosa hacia los habitantes de diferentes credos. Aunque Jerusalén quedó bajo control musulmán, el Reino de Jerusalén sobrevivió por un tiempo como un pequeño enclave con capital en Acre, en la costa del Mediterráneo.
La pérdida de Jerusalén llevó a la Tercera Cruzada, que intentó recuperar la ciudad y restablecer el dominio cristiano. Aunque los cruzados no lograron reconquistarla, se firmó un tratado con Saladino que permitió reanudar las peregrinaciones cristianas. En los años siguientes, Jerusalén cambió de manos en varias ocasiones debido a los conflictos entre distintos grupos musulmanes. Aproximadamente cincuenta años después, los cristianos recuperaron brevemente la ciudad, pero el último bastión del Reino de Jerusalén, la ciudad de Acre, cayó definitivamente en manos musulmanas en 1291.
Jerusalén y Palestina permanecieron bajo control musulmán hasta el siglo XX, cuando las Naciones Unidas dividieron el territorio y se estableció el Estado moderno de Israel tras la Segunda Guerra Mundial.
En tiempos de Cristo, Jerusalén estaba bajo el dominio del Imperio Romano, situación que se mantuvo hasta el siglo VII. Con la conversión del emperador Constantino a comienzos del siglo IV, el cristianismo se convirtió primero en una religión legal y luego en la religión oficial del Imperio. Constantino mandó construir iglesias y santuarios en Jerusalén y en toda Palestina para conmemorar los lugares santos, lo que hizo de la ciudad un importante destino de peregrinación cristiana.
A comienzos del siglo VII, el Imperio Romano perdió el control de Jerusalén. La ciudad pasó a manos persas y, posteriormente, árabe-musulmanas. Para el Islam, Jerusalén también era un lugar sagrado, y allí se levantaron mezquitas y santuarios para conmemorar eventos relevantes de su historia. El más destacado de estos edificios es la Cúpula de la Roca, construida directamente sobre el monte del templo. Bajo dominio árabe, Jerusalén prosperó y, al principio, los cristianos gozaron de cierta tolerancia religiosa, aunque esta disminuyó con el paso del tiempo.
A inicios del siglo XI, un gobernante de la dinastía fatimí ordenó la destrucción de todas las iglesias de Jerusalén. Este acto provocó indignación en toda Europa y llevó a convocar la Primera Cruzada (1095–1099), impulsada por el Papa Urbano II. Las cruzadas eran expediciones militares con un propósito espiritual. La Primera Cruzada comenzó como una ayuda militar al Imperio bizantino contra los turcos musulmanes, pero rápidamente se transformó en una campaña para reconquistar Jerusalén. En 1099, los ejércitos cruzados sitiaron la ciudad, la tomaron y masacraron a muchos de sus habitantes musulmanes y judíos.
El territorio conquistado fue reorganizado en varios estados cruzados, pequeños dominios gobernados por nobles europeos. El Reino de Jerusalén fue el más importante de ellos. Colonos cristianos se establecieron allí para repoblar y reconstruir la ciudad, y pronto se reanudaron las peregrinaciones. Este control cristiano duró hasta 1187, cuando Jerusalén fue conquistada por el líder musulmán Saladino, quien, a diferencia de los cruzados, mostró tolerancia religiosa hacia los habitantes de diferentes credos. Aunque Jerusalén quedó bajo control musulmán, el Reino de Jerusalén sobrevivió por un tiempo como un pequeño enclave con capital en Acre, en la costa del Mediterráneo.
La pérdida de Jerusalén llevó a la Tercera Cruzada, que intentó recuperar la ciudad y restablecer el dominio cristiano. Aunque los cruzados no lograron reconquistarla, se firmó un tratado con Saladino que permitió reanudar las peregrinaciones cristianas. En los años siguientes, Jerusalén cambió de manos en varias ocasiones debido a los conflictos entre distintos grupos musulmanes. Aproximadamente cincuenta años después, los cristianos recuperaron brevemente la ciudad, pero el último bastión del Reino de Jerusalén, la ciudad de Acre, cayó definitivamente en manos musulmanas en 1291.
Jerusalén y Palestina permanecieron bajo control musulmán hasta el siglo XX, cuando las Naciones Unidas dividieron el territorio y se estableció el Estado moderno de Israel tras la Segunda Guerra Mundial.