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Pregunta: "¿Por qué la Biblia debería ser nuestra fuente de moralidad?"

Respuesta:
Si la Biblia no es la fuente de la moralidad cristiana, entonces hay que preguntarse: "¿Cuál debería ser?" La cosmovisión cristiana se basa en dos axiomas fundamentales: 1) Dios existe, y 2) Dios nos ha hablado en la Biblia. Si estas dos premisas no son el punto de partida de una visión cristiana, entonces somos como todos los demás, tratando de encontrar la objetividad en un mar de subjetividad.

Según la Biblia, el hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios. Parte de esa imagen hace que el hombre sea un ser moral. Somos agentes morales que toman decisiones morales y somos capaces de diferenciar entre el bien y el mal. La base sobre la que diferenciamos entre el bien y el mal es nuestro conocimiento de la ley de Dios, y ese conocimiento proviene de dos fuentes: la revelación y la conciencia. La revelación se explica por sí misma. Dios le dio un mandamiento a Adán y Eva en el Jardín. A los israelitas les dio los Diez Mandamientos, además de muchas otras leyes y regulaciones específicas, después del éxodo en el Sinaí. Jesús resumió las leyes del Antiguo Testamento con dos mandamientos esenciales: amar a Dios y amar al prójimo. Todos ellos representan la revelación de la ley de Dios, que es simplemente un reflejo de Su carácter moral para Su pueblo.

La Biblia también dice que Dios escribió Su ley en nuestros corazones (Romanos 2:15). Esto es conciencia. En otras palabras, incluso sin la revelación de Dios en los mandamientos, intuitivamente conocemos la ley de Dios basada en el hecho de que fuimos creados a Su imagen. Sin embargo, a causa de la caída (Génesis 3), esa imagen está manchada y desfigurada, incluyendo nuestra conciencia. Por lo tanto, aunque conocemos la ley de Dios a través de nuestra conciencia, tendemos a distorsionarla en nuestro beneficio. Por eso necesitamos la revelación.

La Biblia, la cual contiene la voluntad moral revelada de Dios en Su ley y mandamientos, constituye Su revelación a Su pueblo. Así, la Biblia se convierte en nuestra fuente de moralidad porque la Biblia es la misma Palabra de Dios en forma escrita (2 Timoteo 3:16; 2 Pedro 1:21). Si el cristiano quiere conocer la voluntad de Dios, recurre a la Biblia para encontrar los mandamientos que Dios le ha dado. Si el cristiano quiere discernir entre el bien y el mal, recurre a la descripción de la Biblia para conocer la santidad de Dios.

¿Qué pasa si el cristiano no recurre a la Biblia como su fuente de moralidad? Hay muchas maneras de responder a esta pregunta, aunque la conclusión es que todos tendemos a confiar en nuestra conciencia, ya sea implícita o explícitamente. La conciencia humana puede ser comparada con un sistema de alarma; nos advierte si transgredimos nuestra norma moral. La trampa es que nuestra conciencia es igual de buena a la norma moral que la sustenta. Si no es la Biblia, entonces inevitablemente informamos a nuestra conciencia por otros medios.

El actual "competidor" de la moral bíblica en nuestra sociedad es el consenso social. En otras palabras, nuestra moral está moldeada y cambiada por la cultura que nos rodea. Debería ser fácil ver que si el consenso social es nuestra brújula moral, entonces hemos construido nuestra moral sobre una base de arena movediza. El consenso social es sólo eso, un consenso. Es una imagen de las costumbres sociales generales de la época. Hace una o dos generaciones, la homosexualidad, el divorcio y el adulterio aún no eran aceptados, e incluso eran considerados pecaminosos. Hoy en día, tanto la homosexualidad como el divorcio son normales y el adulterio no es tan estigmatizado como lo era antes. Básicamente, lo que tenemos con consenso social es lo que les sucedió a los israelitas un par de generaciones después de conquistar la Tierra Prometida: "Cada uno hizo lo que le pareció correcto" (Jueces 17:6). El pueblo abandonó a Dios, y en dos generaciones estaban haciendo lo que era malo a los ojos de Dios.

Entonces, ¿por qué la Biblia debería ser nuestra fuente de moralidad? Porque sin ella, somos como barcos a la deriva en el mar. Al final del Sermón del Monte, nuestro Señor dijo estas palabras: "Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca" (Mateo 7:24-25). La Palabra de Dios, la Biblia, es la única roca sobre la que se puede construir la moralidad.

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