Pregunta

¿Cómo debemos entender el pasaje del León y el Cordero?

Respuesta
Típicamente, cuando alguien piensa en el "león y el cordero", tiene en mente Isaías 11:6, debido a que frecuentemente se cita de manera incorrecta: "El lobo morará con el cordero, y el leopardo se echará con el cabrito. El becerro, el leoncillo y el animal doméstico andarán juntos". Sin embargo, el verdadero pasaje del "León y el Cordero" se encuentra en Apocalipsis 5:5–6. Tanto el León como el Cordero hacen referencia a Jesucristo. Él es tanto el León conquistador de la tribu de Judá como el Cordero que fue inmolado. Estas descripciones representan dos aspectos de la naturaleza de Cristo. Como el León de Judá, cumple la profecía de Génesis 49:9 y es el Mesías que provendría de la tribu de Judá. Como el Cordero de Dios, Él es el sacrificio perfecto y definitivo por el pecado.

La escena en Apocalipsis 4–5 tiene lugar en la sala del trono celestial. Después de recibir la orden de escribir a las siete iglesias de Asia Menor, Juan es "arrebatado en el espíritu" a la sala del trono en el cielo, donde recibe una serie de visiones que culminan en la victoria definitiva de Cristo al final de los tiempos. Apocalipsis 4 nos muestra la alabanza interminable que Dios recibe de los ángeles y de los 24 ancianos. El capítulo 5 comienza con Juan viendo un rollo en la "mano derecha del que estaba sentado en el trono". El rollo tenía escritos por dentro y estaba sellado con siete sellos.

Tras describir el rollo, un ángel proclama en voz alta: "¿Quién es digno de abrir el libro y desatar sus sellos?" Juan comienza a desesperarse cuando nadie se presenta para responder al desafío del ángel. Entonces, uno de los 24 ancianos lo anima diciéndole: "No llores más", y señala que el León de la tribu de Judá ha venido para tomar y abrir el rollo. Este León de la tribu de Judá, obviamente, es una referencia a Cristo. La imagen del león transmite realeza. Jesús es digno de recibir y abrir el rollo, porque Él es el Rey del pueblo de Dios.

En Génesis 49:9, cuando Jacob bendice a sus hijos, se refiere a Judá como un "cachorro de león", y en el versículo 10 aprendemos que "el cetro no se apartará de Judá". El cetro simboliza señorío y poder. Esta fue una profecía de que la línea real en Israel descendería de Judá. Esa profecía se cumplió cuando David ascendió al trono tras la muerte del rey Saúl (2 Samuel). David era descendiente de Judá, y sus descendientes fueron los reyes de Israel/Judá hasta el tiempo del cautiverio babilónico en el año 586 a.C.

Esta imagen de la realeza se refuerza cuando se describe a Jesús como la "raíz de David". Esto nos remite a las palabras del profeta Isaías: "Entonces un retoño brotará del tronco de Isaí, y un vástago dará fruto de sus raíces...Acontecerá en aquel día que las naciones acudirán a la raíz de Isaí, que estará puesta como señal para los pueblos, y será gloriosa Su morada" (Isaías 11:1, 10). Como la raíz de David, a Jesús no solo se le identifica como descendiente de David, sino también como la fuente o "raíz" del poder real de David.

¿Por qué Jesús es digno de abrir el rollo? Es digno porque Él "ha vencido". Sabemos que cuando Jesús regrese, vencerá a todos los enemigos de Dios, como se describe gráficamente en Apocalipsis 19. Sin embargo, más importante aún, Jesús es digno porque venció al pecado y a la muerte en la cruz. La cruz fue la victoria definitiva de Dios sobre las fuerzas del pecado y del mal. Los eventos que ocurren en el regreso de Cristo son el "ajuste final" para completar lo que comenzó en la cruz. Debido a que Jesús aseguró la victoria definitiva en el Calvario, es digno de recibir y abrir el rollo, que contiene el juicio justo de Dios.

La victoria de Cristo en la cruz está simbolizada por Su apariencia como un "Cordero que parecía haber sido inmolado" (Apocalipsis 5:6). Antes del éxodo de Egipto, Dios ordenó a los israelitas tomar un cordero sin defecto, inmolarlo y untar su sangre en los postes de las puertas de sus casas (Éxodo 12:1–7). La sangre del cordero inmolado apartaría al pueblo de Israel del pueblo de Egipto cuando el ángel de la muerte viniera por la noche para herir a los primogénitos del país. Aquellos que tenían la sangre del cordero serían perdonados. Siglos después, cuando Juan el Bautista vio a Jesús acercarse, proclamó ante todos: "Ahí está el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29). Jesús es el "cordero pascual" definitivo que salva a Su pueblo de la muerte eterna.

Por lo tanto, cuando se hace referencia a Jesús como el León y el Cordero, debemos verlo no solo como el Rey conquistador que destruirá a los enemigos de Dios en Su regreso, sino también como el Cordero sacrificial que quitó el reproche del pecado de Su pueblo para que puedan compartir Su victoria final.