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Pregunta: ¿Cuál es la interpretación correcta de Juan 20:23?

Respuesta:
En Juan 20:23, Jesús dice a sus discípulos: "A quienes perdonéis los pecados, les son perdonados; a quienes se los retuviereis, les son retenidos". El núcleo mismo del mensaje del evangelio es la verdad de que la forma en que alguien tiene sus pecados perdonados es teniendo fe en Jesucristo como su Señor y Salvador. En Hechos 10:43-44, cuando Pedro estaba compartiendo el evangelio, dijo: "De este dan testimonio todos los profetas, que todos los que en él creyeren, recibirán perdón de pecados por su nombre.". Primera de Juan 5:1-5 nos dice que solo el que cree en Jesús vencerá al mundo. Lucas 5:20 dice: "Al ver él la fe de ellos, le dijo: Hombre, tus pecados te son perdonados.". Colosenses 2:13-14 dice que Jesús perdonó todos nuestros pecados. Todos estos pasajes confirman que Jesús es el que perdona el pecado, y Él perdona todos nuestros pecados. Si hemos tenido una fe genuina en Él, otra persona no puede decidir más tarde que no se nos ha perdonado un pecado u otro. Entonces, ¿qué quiso decir exactamente Jesús en Juan 20:23?

Solo Dios puede perdonar los pecados, y Cristo, siendo Dios, tiene el poder de hacerlo también, pero nunca comunicó tal poder a sus discípulos, ni ellos asumieron tal poder para sí mismos. La clave para entender el significado de Juan 20:23 está en los dos versículos anteriores: “Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también yo os envío. Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo.". Los envió, como nos está enviando a nosotros, a llevar las buenas noticias del camino a la salvación y el cielo al mundo entero. Jesús se estaba yendo físicamente de la tierra, pero prometió que Dios estaría con ellos en la persona del Espíritu Santo que vive en ellos. Mientras proclamaban el evangelio, podían decir honestamente a las personas que creían en ese mensaje que sus pecados eran perdonados, y podían decir honestamente a las personas que no creían en el mensaje que sus pecados no eran perdonados y que estaban condenados a los ojos de Dios. “El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él.” (Juan 3:36).

¡Hoy, los creyentes tenemos la misma misión que nos fue dada! Estamos obligados a compartir el mensaje del evangelio, el camino al cielo, con otros en el mundo, y realizamos esa misión con el Espíritu Santo que vive dentro de nosotros, guiándonos mientras compartimos Su verdad. Estamos obligados a decirle a la gente que la única forma de ser perdonados es a través de la fe. Jesús dijo en Juan 8:24, "Por eso os dije que moriréis en vuestros pecados; porque si no creéis que yo soy, en vuestros pecados moriréis". Este es el núcleo del mensaje del evangelio y el corazón de lo que debemos explicar al mundo. Fue el último mandamiento de Jesús a sus seguidores antes de dejar físicamente la tierra: llevad adelante el mensaje de esperanza y salvad a cuantos crean en Él.

Jesús predicó un mensaje crucial sobre el perdón a nuestros hermanos, así como Dios nos perdonó a nosotros. Estamos en gracia, y Él espera que mantengamos nuestros corazones puros hacia los demás, sin guardar rencores o albergar un espíritu de rencor, especialmente después de que Él nos dio tal amor y perdón inmerecidos a un costo personal tan alto para Él mismo. Jesús dijo que aquellos a quienes se ha perdonado mucho, aman mucho (Lucas 7:47). Él espera que perdonemos a los demás 70 veces 7 veces (Mateo 18:22). También se nos dice que si estamos orando pero tenemos algo en contra de alguien, debemos perdonar a esa persona para que nuestra relación con Dios sea correcta y justa. Colosenses 3:13 dice: “soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros”. Sabemos que somos Suyos si amamos a nuestros hermanos y no los odiamos ni tenemos rencor en nuestros corazones (1 Juan 2:3-6; 3:14-19; 4:16-21). El perdón es una clave para demostrar que efectivamente tenemos la vida eterna dentro de nosotros, según estos pasajes. Si decimos que amamos a Dios pero odiamos a nuestro hermano, somos mentirosos y en nosotros no hay verdad. Por lo tanto, nuestro perdón hacia los demás es un importante indicador de la verdadera comunión con Dios. Dios mira el corazón y las acciones, no las meras palabras. Jesús declaró mientras estaba en la tierra: “Este pueblo de labios me honra; más su corazón está lejos de mí”. Por lo tanto, es importante que tengamos una fe viva y genuina: “Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos. El que no ama a su hermano, permanece en muerte.” (1 Juan 3:14).

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