Pregunta

¿Por qué Jesús escupía en algunos milagros?

Respuesta
Cerca de la región de Decápolis, algunas personas llevaron ante Jesús a un hombre sordo y con dificultad para hablar. Jesús lo sanó, por supuesto, pero de una manera llamativa: "le metió los dedos en los oídos, y escupiendo, le tocó la lengua con la saliva" (Marcos 7:33, NBLA). Más adelante, en la ciudad de Betsaida, Jesús sanó a un ciego. Nuevamente, el milagro incluyó escupir: "tomando al ciego de la mano, lo sacó fuera de la aldea; y después de escupir en sus ojos y de poner las manos sobre él" (Marcos 8:23, NBLA). Para sanar a un hombre ciego de nacimiento, Jesús "escupió en tierra, e hizo barro con la saliva y le untó el barro en los ojos al ciego" (Juan 9:6, NBLA).

Ciertamente, Jesús, el Hijo de Dios, no necesitaba elementos físicos para realizar milagros. En muchos casos, solo pronunciaba una palabra, y ocurría la sanidad (por ejemplo, Mateo 15:28; Lucas 17:12–14). Sin embargo, en tres ocasiones específicas, utilizó Su saliva como parte del milagro.

Una posible razón para esto tiene que ver con las creencias culturales de la época. Algunos escritores romanos y rabinos judíos consideraban que la saliva tenía propiedades curativas, especialmente para la vista. Como la gente de ese tiempo atribuía poder sanador a la saliva, Jesús pudo haberla usado como un gesto visible que comunicara su intención de sanar. Los enfermos, al ver ese acto, habrían entendido que estaban por recibir sanidad.

Cada una de esas personas sanadas tenía una necesidad aún mayor: fortalecer su fe. Jesús, conociendo esta necesidad espiritual, empleó una acción física para aumentar sus expectativas y enfocar su fe en Él. Así, en Marcos 8, la vista espiritual del hombre fue fortalecida mientras recibía también la vista física.

Es posible que el uso del barro en Juan 9 tuviera una intención simbólica: alusión a la creación original del ser humano. "Entonces el Señor Dios formó al hombre del polvo de la tierra" (Génesis 2:7, NBLA). Es decir, Jesús mostró Su poder como Creador al repetir el acto de formar al ser humano con polvo de la tierra, otorgando así nueva vista a quien había nacido ciego. El impacto de este milagro no pasó desapercibido para el hombre sanado: "Desde el principio jamás se ha oído decir que alguien abriera los ojos a un ciego de nacimiento. Si Este no viniera de Dios, no podría hacer nada" (Juan 9:32–33, NBLA).

Jesús sanó a muchas personas durante Su ministerio; de hecho, no hubo enfermedad ni dolencia que Él no pudiera sanar (Mateo 4:23). Es significativo que cada milagro tuvo detalles diferentes. Jesús nunca sanó de la misma manera dos veces. Esta variedad de métodos elimina cualquier idea de que haya una técnica o fórmula mágica para obtener sanidad. La sanidad proviene únicamente del poder de Dios.

Cada vez que Jesús sanaba, ya fuera con saliva o sin ella, la reacción de la gente solía ser la misma: asombro y alabanza a Dios. "Todos estaban asombrados, y glorificaban a Dios, diciendo: "Jamás hemos visto cosa semejante"" (Marcos 2:12, NBLA).