Pregunta
¿Qué significa que "Dios los entregó" en Romanos 1:24-28?
Respuesta
Pablo, escribiendo a "todos los amados de Dios que están en Roma, llamados a ser santos" (Romanos 1:7), dice que su propósito es predicar el Evangelio, pues en él "la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá" (versículo 17). A continuación compara a los santos justos con los gentiles injustos, sobre los que se revela la ira de Dios desde el cielo. Enumera las obras de los injustos que han provocado la ira de Dios y luego dice que "Dios los entregó" a tres cosas:
- "Dios los entregó a la impureza en la lujuria de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos" (versículo 24, NBLA).
- "Dios los entregó a pasiones degradantes" (versículo 26, NBLA).
- "Dios los entregó a una mente depravada, para que hicieran las cosas que no convienen" (versículo 28, NBLA).
De las versiones en español más populares en la actualidad, solo la Nueva Versión Internacional y la Nueva Biblia de las Américas utilizan la frase "Dios los entregó". La versión Nueva Traducción Viviente dice: "Dios los abandonó" . La palabra griega traducida "entregó" significa "rindió, cedió, confió o transmitió". En este contexto, se refiere al acto de Dios de abandonar completamente a los injustos. A medida que los impíos abandonaban a Dios, Dios los abandonaba también a ellos, dejando de darles dirección o restricción divinas, y permitiéndoles que se corrompieran a su antojo. Como no querían honrarle, les dejó hacer lo que quisieran para deshonrarse a sí mismos. Entregarse o ceder a los propios deseos pecaminosos es un juicio de Dios.
¿A quién entregó Dios? A los impíos e injustos: "Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres, que con injusticia restringen la verdad" (Romanos 1:18). Estos son los impíos e inicuos, los que rechazan las verdades que Dios les aclara sobre Sí mismo. Saben que Dios existe, y están "sin excusa" en su supresión activa de la verdad (versículo 20). No reconocen ni honran a Dios, ni le están agradecidos. Su pensamiento se vuelve vano; no pueden razonar, y sus corazones se oscurecen, careciendo de la luz de Dios (versículo 21). Pretenden ser sabios, pero en realidad son necios (versículo 22). Adoran a la criatura en vez de a Dios Creador (versículo 23).
¿A qué les entregó Dios? Pablo especifica tres cosas a las que Dios entregó a los impíos: 1) "a la impureza en la lujuria de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos" (versículo 24). Dando rienda suelta a los deseos pecaminosos de sus corazones, los impíos se degradaron en la inmoralidad sexual. 2) "A pasiones degradantes" (versículo 26). Tanto hombres como mujeres abandonaron las funciones sexuales naturales y cometieron actos homosexuales. 3) "A una mente depravada" (versículo 28). El resultado es que "[hicieron] las cosas que no convienen". La mente depravada, sin la luz de Dios, correrá naturalmente hacia el mal y, a menos que sea controlada divinamente, llevará a cabo toda su depravación.
¿Por qué los entregó Dios? "Dios les entregó" a estas cosas por la decisión que tomaron de rechazar el conocimiento de Dios en la creación; de negarse a sacar conclusiones obvias de las pruebas que les rodeaban sobre la existencia y los atributos de Dios; de negarse a dar gracias a Dios; y de cambiar "la gloria del Dios incorruptible por una imagen en forma de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles" (Romanos 1:23). A lo largo de la historia, los hombres insensatos han intentado rebajar a Dios a su nivel, representándolo en diversas imágenes y adorando a las cosas creadas en lugar de al Creador. Es una violación directa de los dos primeros de los Diez Mandamientos (Éxodo 20:1-5). Sus mentes rechazaron la prueba que tenían de la naturaleza divina, así que, como castigo justo, Dios los abandonó a mentes incapaces de comprender la verdad (Romanos 1:19-20).
¿Cuál es el resultado de que Dios los haya entregado? "Están llenos de toda injusticia, maldad, avaricia y malicia, llenos de envidia, homicidios, pleitos, engaños, y malignidad. Son chismosos, detractores, aborrecedores de Dios, insolentes, soberbios, jactanciosos, inventores de lo malo, desobedientes a los padres, sin entendimiento, indignos de confianza, sin amor, despiadados. Ellos, aunque conocen el decreto de Dios que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no solo las hacen, sino que también dan su aprobación a los que las practican" (Romanos 1:29-32, NBLA). Al manifestarse la depravación del corazón humano, se hace más evidente el contraste entre la luz y las tinieblas: "Y este es el juicio: que la Luz vino al mundo , y los hombres amaron más las tinieblas que la Luz, pues sus acciones eran malas" (Juan 3:19). Al negarse a mantener a Dios en sus pensamientos, los gentiles cometieron crímenes contra la razón y contra su propio bienestar, y Dios los entregó.
Lo triste es que a veces Dios nos da lo que queremos. Dios permitió que los israelitas que se rebelaron cosecharan las consecuencias naturales de su elección: "Pero Mi pueblo no escuchó Mi voz; Israel no me obedeció. Por eso los entregué a la dureza de su corazón, para que anduvieran en sus propias intrigas" (Salmo 81:11-12). En Romanos 1, Pablo muestra cómo los impíos tomaron la decisión de rechazar a Dios, y esa decisión los puso en una espiral descendente de oscuridad creciente y esperanza decreciente. A medida que los impíos se alejan cada vez más de Dios, Dios interviene cada vez menos. La restricción del pecado por parte del Espíritu es una bendición, y si se suprime esa restricción, sigue toda la maldad.
- "Dios los entregó a la impureza en la lujuria de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos" (versículo 24, NBLA).
- "Dios los entregó a pasiones degradantes" (versículo 26, NBLA).
- "Dios los entregó a una mente depravada, para que hicieran las cosas que no convienen" (versículo 28, NBLA).
De las versiones en español más populares en la actualidad, solo la Nueva Versión Internacional y la Nueva Biblia de las Américas utilizan la frase "Dios los entregó". La versión Nueva Traducción Viviente dice: "Dios los abandonó" . La palabra griega traducida "entregó" significa "rindió, cedió, confió o transmitió". En este contexto, se refiere al acto de Dios de abandonar completamente a los injustos. A medida que los impíos abandonaban a Dios, Dios los abandonaba también a ellos, dejando de darles dirección o restricción divinas, y permitiéndoles que se corrompieran a su antojo. Como no querían honrarle, les dejó hacer lo que quisieran para deshonrarse a sí mismos. Entregarse o ceder a los propios deseos pecaminosos es un juicio de Dios.
¿A quién entregó Dios? A los impíos e injustos: "Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres, que con injusticia restringen la verdad" (Romanos 1:18). Estos son los impíos e inicuos, los que rechazan las verdades que Dios les aclara sobre Sí mismo. Saben que Dios existe, y están "sin excusa" en su supresión activa de la verdad (versículo 20). No reconocen ni honran a Dios, ni le están agradecidos. Su pensamiento se vuelve vano; no pueden razonar, y sus corazones se oscurecen, careciendo de la luz de Dios (versículo 21). Pretenden ser sabios, pero en realidad son necios (versículo 22). Adoran a la criatura en vez de a Dios Creador (versículo 23).
¿A qué les entregó Dios? Pablo especifica tres cosas a las que Dios entregó a los impíos: 1) "a la impureza en la lujuria de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos" (versículo 24). Dando rienda suelta a los deseos pecaminosos de sus corazones, los impíos se degradaron en la inmoralidad sexual. 2) "A pasiones degradantes" (versículo 26). Tanto hombres como mujeres abandonaron las funciones sexuales naturales y cometieron actos homosexuales. 3) "A una mente depravada" (versículo 28). El resultado es que "[hicieron] las cosas que no convienen". La mente depravada, sin la luz de Dios, correrá naturalmente hacia el mal y, a menos que sea controlada divinamente, llevará a cabo toda su depravación.
¿Por qué los entregó Dios? "Dios les entregó" a estas cosas por la decisión que tomaron de rechazar el conocimiento de Dios en la creación; de negarse a sacar conclusiones obvias de las pruebas que les rodeaban sobre la existencia y los atributos de Dios; de negarse a dar gracias a Dios; y de cambiar "la gloria del Dios incorruptible por una imagen en forma de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles" (Romanos 1:23). A lo largo de la historia, los hombres insensatos han intentado rebajar a Dios a su nivel, representándolo en diversas imágenes y adorando a las cosas creadas en lugar de al Creador. Es una violación directa de los dos primeros de los Diez Mandamientos (Éxodo 20:1-5). Sus mentes rechazaron la prueba que tenían de la naturaleza divina, así que, como castigo justo, Dios los abandonó a mentes incapaces de comprender la verdad (Romanos 1:19-20).
¿Cuál es el resultado de que Dios los haya entregado? "Están llenos de toda injusticia, maldad, avaricia y malicia, llenos de envidia, homicidios, pleitos, engaños, y malignidad. Son chismosos, detractores, aborrecedores de Dios, insolentes, soberbios, jactanciosos, inventores de lo malo, desobedientes a los padres, sin entendimiento, indignos de confianza, sin amor, despiadados. Ellos, aunque conocen el decreto de Dios que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no solo las hacen, sino que también dan su aprobación a los que las practican" (Romanos 1:29-32, NBLA). Al manifestarse la depravación del corazón humano, se hace más evidente el contraste entre la luz y las tinieblas: "Y este es el juicio: que la Luz vino al mundo , y los hombres amaron más las tinieblas que la Luz, pues sus acciones eran malas" (Juan 3:19). Al negarse a mantener a Dios en sus pensamientos, los gentiles cometieron crímenes contra la razón y contra su propio bienestar, y Dios los entregó.
Lo triste es que a veces Dios nos da lo que queremos. Dios permitió que los israelitas que se rebelaron cosecharan las consecuencias naturales de su elección: "Pero Mi pueblo no escuchó Mi voz; Israel no me obedeció. Por eso los entregué a la dureza de su corazón, para que anduvieran en sus propias intrigas" (Salmo 81:11-12). En Romanos 1, Pablo muestra cómo los impíos tomaron la decisión de rechazar a Dios, y esa decisión los puso en una espiral descendente de oscuridad creciente y esperanza decreciente. A medida que los impíos se alejan cada vez más de Dios, Dios interviene cada vez menos. La restricción del pecado por parte del Espíritu es una bendición, y si se suprime esa restricción, sigue toda la maldad.