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Pregunta: "¿Qué dice la Biblia con respecto a ser pobre?"

Respuesta:
La Biblia tiene mucho que decir sobre la pobreza, y en ella encontramos muchos ejemplos de personas pobres. Ya que la riqueza material no es una garantía de la bendición de Dios, el hecho de ser pobre no significa que Dios no lo apruebe. En realidad, podemos ser pobres en lo material pero ricos en lo espiritual (véase Apocalipsis 2:9).

Claro, muchas veces la pobreza es el resultado de malas decisiones. La Biblia nos advierte que la pereza nos llevará a la pobreza: "Un poco de sueño, cabeceando otro poco, poniendo mano sobre mano otro poco para dormir; así vendrá como caminante tu necesidad, y tu pobreza como hombre armado" (Proverbios 24:33-34; cf. 6:11). Los sueños absurdos también conducen a la pobreza: "Mas el que sigue a los ociosos se llenará de pobreza" (Proverbios 28:19), así como no hacer caso a los consejos sabios: "Pobreza y vergüenza tendrá el que menosprecia el consejo" (Proverbios 13:18).

La Biblia muestra en otros lugares que los pobres son bendecidos, y que los ricos son mal vistos. Jesús mismo era pobre, no tenía casa ni "dónde recostar su cabeza" (Mateo 8:20). Los discípulos y la mayoría de los que seguían a Jesús eran pobres, pero ricos en cuanto a lo espiritual. Hasta dejaron todo lo que tenían para poder seguirlo, entregando todo lo que tenían y confiando plenamente en Él para suplir sus necesidades. Jesús dijo que siempre habrá pobres con nosotros (Mateo 26:11). Ser pobre no es ningún motivo para avergonzarse. Debemos tener la misma actitud que el escritor de Proverbios, cuando dijo: "No me des pobreza ni riquezas; manténme del pan necesario" (Proverbios 30:8).

Por lo general, los ricos aparecen de manera negativa en la Biblia. Se considera que la riqueza es un obstáculo para los que quieren entrar en el reino de Dios. Jesús declaró: "¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas!" (Marcos 10:23), y lo repitió en el siguiente versículo. ¿Por qué hizo semejante afirmación? Porque los ricos suelen depositar su confianza en sus riquezas antes que en Dios. La riqueza tiene la tendencia de alejarnos de Dios.

La historia del hombre rico y Lázaro (Lucas 16:19-31) muestra la naturaleza temporal de las riquezas. El hombre rico disfrutó de grandes lujos en vida, pero pasó la eternidad en el infierno a causa de su avaricia y codicia. Lázaro sufrió las indignidades de la pobreza extrema, pero fue consolado en el cielo para siempre. Jesús mismo dejó su trono en el cielo para tomar la forma humilde de un hombre pobre. Pablo dijo de Él: "Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que siendo rico, se hizo pobre por vosotros, para que por su pobreza os enriquecierais" (2 Corintios 8:9).

Como cristianos, llegamos a un punto en el que tenemos que preguntarnos: ¿Qué es lo que realmente hacemos aquí en este lugar temporal? ¿Dónde está nuestro corazón (Lucas 12:34)? ¿Realmente renunciamos a nosotros mismos? ¿Estamos dando con sacrificio como hizo la viuda pobre (Lucas 21:1-4)? Seguir a Jesús es cargar con nuestra cruz (Lucas 9:23). Esto significa literalmente entregarle toda nuestra vida a Él, sin el impedimento de las cosas de este mundo. En la parábola del sembrador, las riquezas son como "espinas": "El afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa" (Mateo 13:22).

Son esas espinas, "el afán de este siglo" y el "engaño de las riquezas", las armas poco sutiles de Satanás, las que nos alejan de Dios y de Su Palabra. La Biblia nos presenta un contraste entre los que son pobres pero ricos en Cristo y los que son ricos pero que no tienen a Dios.

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