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Pregunta: "¿Qué dice la Biblia sobre el pesimismo?"

Respuesta:
El pesimismo es la tendencia a ver lo peor de las cosas y esperar el peor resultado posible. Un pesimista es una persona que ve el vaso medio vacío y que quiere señalarlo a los demás. Los pesimistas a veces prefieren llamarse a sí mismos "realistas"; sin embargo, la realidad no suele ser tan oscura como ellos afirman. Algunas personas son optimistas por naturaleza. Ven el sol en cada día y encuentran algo feliz en cada circunstancia. Otros parecen haber nacido con una disposición más oscura y no ven la necesidad de cambiarla ya que para ellos es "así soy". No obstante, si el pesimismo es nuestra forma de ser, ¿debemos seguir siéndolo?

La esperanza es lo contrario al pesimismo, y la Biblia es un libro de esperanza (Salmo 119:105; Proverbios 6:23). El Señor es el Dios de toda esperanza (Romanos 15:13). Desde el Génesis hasta el Apocalipsis, Dios entreteje Su tema de la esperanza en la historia del pecado del hombre y sus consecuencias. Aunque muchos de los sucesos registrados en la Biblia parecían oscuros y sin esperanza en su momento, Dios siempre ha ofrecido un camino de restauración (Deuteronomio 30:1-2; Zacarías 1:3). La oferta continua de restauración de Dios debería prevalecer sobre nuestro pesimismo natural.

Otra forma de pensar en el pesimismo es la falta de fe. Es imposible tener fe mientras se es pesimista. Los pesimistas prevén un futuro sin Dios -o quizás un Dios al que no le importa-, sin embargo, Jesús mostró el amor de Dios y ofrece un futuro prometedor (Romanos 5:8; Tito 2:13).

Estábamos condenados a una eternidad sin Dios por nuestro pecado, y no teníamos forma de salvarnos (Romanos 3:23; 6:23). En esa condición, teníamos derecho a ser pesimistas. "La vida es dura, y luego te mueres" es una afirmación correcta para aquellos que rechazan el don de Dios del perdón y la vida eterna. Ahora bien, para el cristiano, ese dicho se puede modificar: "La vida es difícil, pero Jesús está conmigo. Y cuando muera, el cielo me espera". Jesús dijo a Sus discípulos: "Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo" (Juan 16:33). Como Sus victorias son nuestras victorias, el saber que Cristo ha vencido al mundo debería convertir a los pesimistas en optimistas (Romanos 8:37).

El pesimismo extremo no es lo mismo que el realismo, así como el optimismo extremo no es realismo. Los realistas intentan ver la vida como es en realidad, no como les gustaría que fuera. El pesimismo reconoce los hechos y luego especula sobre cuánto empeorarán. Por el contrario, el cristiano, cuya fe descarta el pesimismo, se limita a reconocer los hechos tal y como existen y los confía al Dios que hace milagros (1 Pedro 5:7; Proverbios 3:5-6; Salmo 33:20). El Salmo 42:5 debería convertirse en la oración de todos los que tienen una tendencia pesimista: "¿Por qué te abates, oh alma mía, y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, salvación mía y Dios mío".

Los pesimistas pueden reorientar su pensamiento negativo hacia el que honra al Señor (2 Corintios 10:5). Podemos ver una situación de manera realista, pero no tenemos que detenernos ahí. La fe exige que vayamos más allá de lo que podemos ver y entender. Las Escrituras están llenas de ejemplos en los que Dios actúa de forma sobrenatural para convertir una situación verdaderamente negativa en algo bueno para Su pueblo. Segunda de Reyes 6:15-17 relata la historia de Eliseo y su siervo cuando fueron rodeados por un ejército. El siervo estaba aterrorizado, pero Eliseo le dijo con calma: "No tengas miedo, porque más son los que están con nosotros que los que están con ellos" (versículo 16). Luego pidió al Señor que abriera los ojos de su siervo. Dios respondió, y el siervo quedó asombrado al ver las "colinas llenas de caballos y carros de fuego" que los protegían. La fe optimista de Eliseo en Dios venció el pesimismo de su siervo.

Los cristianos deben considerar su pesimismo como un rasgo negativo que hay que superar. Cuando estamos llenos del Espíritu Santo, Él trae consigo amor, gozo, paz y una nueva forma de creer en Dios (Gálatas 5:22). El amor "siempre espera" (1 Corintios 13:7). Debemos aprender a escuchar nuestras propias palabras, las cuales pueden volverse negativas por costumbre. Cuando tenemos la intención de hablar sólo la verdad y responder a nuestras situaciones con fe en la Palabra de Dios, nuestro pesimismo puede convertirse en optimismo.

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