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Pregunta: "¿Qué dice la Biblia sobre las personas de la calle / sin hogar?"

Respuesta:
La Biblia hace referencia a la situación de las personas sin hogar y nos enseña a ayudar a los pobres y a los necesitados, incluyendo a las personas desamparadas.

En Su ministerio, Jesús se identificó con los que no tenían hogar. En Mateo 8:20, Jesús afirma que incluso los animales tienen un lugar al que llamar hogar, pero Él no tenía ningún lugar donde recostar Su cabeza. Se quedaba en las casas de quienes lo acogían y otras veces afuera. Nació en un establo e incluso la última noche antes de la crucifixión la pasó fuera, en un jardín. El apóstol Pablo también se encontró muchas veces en una situación de desamparo (1 Corintios 4:11).

Dios espera que Su pueblo ayude a los que no tienen hogar. La ley trata directamente sobre el cuidado de los necesitados. En Levítico 25:35 Dios ordena a Su pueblo para que ayude a mantener a los que no tienen casa y no pueden mantenerse a sí mismos: "Y cuando tu hermano empobreciere y se acogiere a ti, tú lo ampararás; como forastero y extranjero vivirá contigo" (ver también Deuteronomio 15:7-11). El Señor reprendió a los que guardaban la forma externa de la religión y, sin embargo, no se preocupaban por los pobres: "¿No es más bien el ayuno que yo escogí...que partas tu pan con el hambriento, y a los pobres errantes albergues en casa; que cuando veas al desnudo, lo cubras, y no te escondas de tu hermano?". (Isaías 58:6-7).

Los Proverbios, libro de la sabiduría, establecen el principio de dar a los pobres y lo relacionan con una bendición: "Al Señor presta el que da al pobre, y el bien que ha hecho, se lo volverá a pagar" (Proverbios 19:17). Los que se niegan a ayudar a los pobres saldrán perdiendo: "El que da al pobre no tendrá pobreza; mas el que aparta sus ojos tendrá muchas maldiciones" (Proverbios 28:27).

En el Nuevo Testamento, Jesús y Sus discípulos daban regularmente a los pobres (ver Juan 13:29), y Jesús nos ordena que sigamos Su ejemplo y también cuidemos de los pobres: "Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo rehúses" (Mateo 5:42). Como dice Santiago, las palabras son inútiles; nuestras palabras (y nuestra fe) deben ir acompañadas de acciones: "Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha?". (Santiago 2:15-16).

La Biblia no elude la difícil y desagradable realidad de que algunas personas han experimentado terribles contratiempos y dificultades en sus vidas, hasta el punto de llegar a la indigencia. La Biblia reconoce que la pobreza, la injusticia social y la falta de vivienda son problemas reales que afectan constantemente a la sociedad (Marcos 14:7). La Biblia enseña que debemos ser radicalmente diferentes del mundo en la forma de ver y tratar a nuestro prójimo. De hecho, debemos hacer todo lo posible para ayudar a las personas sin hogar y a otros necesitados, confiando en que Dios nos recompensará a Su debido tiempo. Nuestro Señor dijo: "Mas cuando hagas banquete, llama a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos; y serás bienaventurado; porque ellos no te pueden recompensar, pero te será recompensado en la resurrección de los justos" (Lucas 14:13-14).

Puesto que Dios creó a todas las personas a Su imagen y semejanza (Génesis 1:27), todos, independientemente de la condición social o las limitaciones económicas, tenemos un valor inherente. Oprimir o explotar a los que son más débiles o pobres que nosotros es una maldad. De principio a fin, las escrituras dicen que debemos mostrar generosidad, compasión, bondad y misericordia de manera práctica y concreta. Incluso nuestro Señor Jesús dijo que "no vino para ser servido, sino para servir" (Marcos 10:45).

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