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Pregunta: "¿Qué dice la Biblia sobre los motivos?"

Respuesta:
La Biblia tiene mucho que decir sobre nuestros motivos. Un motivo es la razón de fondo de cualquier acción. Proverbios 16:2 dice: "Todos los caminos del hombre son limpios en su propia opinión; pero el Señor pesa los espíritus". Ya que el corazón humano es muy engañoso (Jeremías 17:9), podemos engañarnos fácilmente con respecto a nuestros propios motivos. Podemos pretender que estamos eligiendo ciertas acciones para Dios o el beneficio de otros, cuando en realidad tenemos razones egoístas. Dios no se deja engañar por nuestro egoísmo y "discierne los pensamientos y las intenciones del corazón" (Hebreos 4:12).

Los seres humanos pueden actuar por diversas motivaciones, por lo general negativas. El orgullo, la ira, la venganza, cierto grado de protagonismo o el deseo de aprobación, pueden ser catalizadores de nuestras acciones. Cualquier motivación que se origine en nuestra carne pecaminosa no es agradable a Dios (Romanos 8:8). Dios incluso evalúa la condición de nuestros corazones cuando le damos ofrendas (2 Corintios 9:7). Los motivos egoístas pueden obstaculizar nuestras oraciones. Santiago 4:3 dice: "Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites". Puesto que nuestros corazones son tan engañosos, debemos evaluar constantemente nuestros propios motivos y estar dispuestos a ser honestos con nosotros mismos sobre el porqué de una determinada acción.

Incluso podemos predicar y ministrar con motivos impuros (Filipenses 1:17), pero Dios no se deja impresionar (Proverbios 21:27). Jesús se refirió a este tema en Mateo 6:1 cuando dijo: "Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos de ellos; de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos". Aquellos que están involucrados en el ministerio deben estar alertas con esta tendencia hacia el egoísmo, ya que el ministerio que comienza por motivos puros puede convertirse rápidamente en una ambición egoísta si no guardamos nuestros corazones (Proverbios 4:23).

Entonces, ¿cuál es la motivación correcta? Primera de Tesalonicenses 2:4 dice: "Así hablamos; no como para agradar a los hombres, sino a Dios, que prueba nuestros corazones". Dios está interesado en nuestros motivos incluso más que en nuestras acciones. Primera de Corintios 4:5 dice que, cuando Jesús vuelva, "aclarará también lo oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones; y entonces cada uno recibirá su alabanza de Dios". Dios quiere que sepamos que Él ve lo que nadie más ve. Él sabe por qué hacemos lo que hacemos y desea recompensar a aquellos cuyos corazones son íntegros para con Él. Podemos mantener nuestros motivos puros si entregamos continuamente cada parte de nuestro corazón al control del Espíritu Santo.

Aquí hay algunas preguntas específicas para ayudarnos a evaluar nuestros propios motivos:

1. Si nadie se enterara de lo que estoy haciendo (dar, servir, hacer un sacrificio), ¿lo seguiría haciendo?

2. Si no tuviera una recompensa visible por hacer esto, ¿lo seguiría haciendo?

3. ¿Aceptaría con gusto una posición menor si Dios me lo pidiera?

4. ¿Hago esto pensando en la admiración de los demás o en cómo me hace sentir?

5. Si tuviera que sufrir por continuar con lo que Dios me ha llamado a hacer, ¿continuaría?

6. Si otros malinterpretan o critican mis acciones, ¿dejaré de hacerlo?

7. Si aquellos a quienes estoy sirviendo nunca me demuestran su agradecimiento o me retribuyen de alguna manera, ¿lo seguiré haciendo?

8. ¿Juzgo mi éxito o mi fracaso en función de mi fidelidad a lo que Dios me ha pedido que haga, o de cómo me comparo con los demás?

Las satisfacciones personales, por ejemplo, tomarse unas vacaciones o ganar una competencia, no son malas en sí mismas. La motivación se convierte en un problema cuando no somos honestos con nosotros mismos acerca de por qué estamos haciendo las cosas. Cuando aparentamos obedecer a Dios, pero nuestro corazón es duro, Dios lo sabe. Nos estamos engañando a nosotros mismos y también a los demás. La única manera en que podemos operar con motivos puros es cuando "caminamos en el Espíritu" (Gálatas 5:16, 25). Cuando permitimos que Él controle cada parte de nosotros, nuestro deseo será complacerlo a Él y no a nosotros mismos. Nuestra carne constantemente reclama exaltarse a sí misma, pero sólo cuando caminamos en el Espíritu no gratificaremos esos deseos de nuestra carne.

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