Pregunta
¿Qué fue el avivamiento de la calle Azusa?
Respuesta
El avivamiento de la calle Azusa fue una reunión pentecostal que tuvo lugar en Los Ángeles, California, en abril de 1906. La mayoría de las denominaciones pentecostales actuales señalan el avivamiento de la calle Azusa como el catalizador del crecimiento mundial del movimiento carismático, ya que creen que el Espíritu Santo se derramó una vez más en un "nuevo Pentecostés".
El avivamiento de la calle Azusa tuvo sus raíces en Kansas. Un predicador llamado Charles Parham fue uno de los primeros defensores del movimiento pentecostal en los Estados Unidos y el primero en sugerir que hablar en lenguas era la prueba inevitable de haber sido bautizado en el Espíritu Santo. Parham fundó una escuela bíblica en Topeka, Kansas. Uno de sus alumnos era un predicador afroamericano llamado William Joseph Seymour.
En 1906, Seymour (que había sido pastor en Houston) fue invitado a predicar en una iglesia de Los Ángeles. Allí predicó la doctrina de Parham de que hablar en lenguas era una prueba del Espíritu Santo. Después de un par de sermones, los ancianos de la iglesia le prohibieron seguir predicando porque no estaban de acuerdo con su mensaje. Sin embargo, Seymour comenzó a impartir estudios bíblicos en la casa de uno de los miembros de la congregación.
Poco después, el grupo de Seymour se trasladó a otra casa. En pocas semanas, varios miembros del grupo comenzaron a hablar en lenguas por primera vez. A medida que se corrió la voz sobre lo que estaba sucediendo, comenzaron a formarse multitudes cada vez más grandes, no solo de afroamericanos, sino también de latinos y blancos, en una época en la que los servicios religiosos segregados eran la norma. Necesitado de un local, el grupo alquiló un edificio en ruinas en el número 312 de la calle Azusa, en el centro de Los Ángeles. El edificio se utilizó para albergar la sala de reuniones principal, las oficinas, una sala de oración y el alojamiento de Seymour y su esposa. Seymour también inició allí una misión de rescate.
En menos de cuatro meses después de llegar a Los Ángeles, Seymour predicaba a multitudes en la calle Azusa que oscilaban entre trescientas y mil quinientas personas. Las reuniones eran muy ruidosas y se escuchaban muchos gritos. Había informes de sanidades y, por supuesto, hablar en lenguas, junto con gritos y predicaciones espontáneas de aquellos que se sentían impulsados por el Espíritu a hablar. Los líderes estaban seguros de que esto era evidencia de un avivamiento e incluso de un nuevo Pentecostés.
Seymour publicó varios testimonios en su boletín, La Fe Apostólica. Los que participaron en el Avivamiento de la calle Azusa dijeron lo siguiente: "La audiencia se dejó llevar por el éxtasis de los amén y los aleluyas. La emoción aumentaba cada vez más, y la gloria de Dios se posó sobre la calle Azusa" (A. G. Garr). "El fuego cayó y Dios me santificó. El poder de Dios me atravesó como miles de agujas" (Florence Crawford). "El poder de Dios descendió sobre mi y me sumergí en él. No tengo palabras en mi idioma para describir lo que ocurrió, pero fue maravilloso. Me pareció que mi cuerpo se había vuelto repentinamente poroso y que una corriente eléctrica me atravesaba por todos lados; y durante dos horas permanecí bajo Su gran poder" (William H. Durham). "Alguien podía estar hablando. De repente, el Espíritu caía sobre la congregación. Dios mismo hacía el llamado al altar. Los hombres caían por toda la casa, como los muertos en batalla, o se apresuraban en masa hacia el altar [sic], para buscar a Dios. La escena a menudo se asemejaba a un bosque de árboles caídos" (Frank Bartleman).
Estas reuniones continuaron con intensidad durante unos siete años, con cientos de miles de asistentes y misioneros enviados. Muchas denominaciones pentecostales actuales remontan sus raíces al avivamiento de la calle Azusa, y muchos pentecostales a título individual remontan sus raíces espirituales al mismo. Lamentablemente, el énfasis en las lenguas como única prueba de la llenura del Espíritu Santo no es bíblico y conduce al error y al exceso.
El avivamiento de la calle Azusa tuvo sus raíces en Kansas. Un predicador llamado Charles Parham fue uno de los primeros defensores del movimiento pentecostal en los Estados Unidos y el primero en sugerir que hablar en lenguas era la prueba inevitable de haber sido bautizado en el Espíritu Santo. Parham fundó una escuela bíblica en Topeka, Kansas. Uno de sus alumnos era un predicador afroamericano llamado William Joseph Seymour.
En 1906, Seymour (que había sido pastor en Houston) fue invitado a predicar en una iglesia de Los Ángeles. Allí predicó la doctrina de Parham de que hablar en lenguas era una prueba del Espíritu Santo. Después de un par de sermones, los ancianos de la iglesia le prohibieron seguir predicando porque no estaban de acuerdo con su mensaje. Sin embargo, Seymour comenzó a impartir estudios bíblicos en la casa de uno de los miembros de la congregación.
Poco después, el grupo de Seymour se trasladó a otra casa. En pocas semanas, varios miembros del grupo comenzaron a hablar en lenguas por primera vez. A medida que se corrió la voz sobre lo que estaba sucediendo, comenzaron a formarse multitudes cada vez más grandes, no solo de afroamericanos, sino también de latinos y blancos, en una época en la que los servicios religiosos segregados eran la norma. Necesitado de un local, el grupo alquiló un edificio en ruinas en el número 312 de la calle Azusa, en el centro de Los Ángeles. El edificio se utilizó para albergar la sala de reuniones principal, las oficinas, una sala de oración y el alojamiento de Seymour y su esposa. Seymour también inició allí una misión de rescate.
En menos de cuatro meses después de llegar a Los Ángeles, Seymour predicaba a multitudes en la calle Azusa que oscilaban entre trescientas y mil quinientas personas. Las reuniones eran muy ruidosas y se escuchaban muchos gritos. Había informes de sanidades y, por supuesto, hablar en lenguas, junto con gritos y predicaciones espontáneas de aquellos que se sentían impulsados por el Espíritu a hablar. Los líderes estaban seguros de que esto era evidencia de un avivamiento e incluso de un nuevo Pentecostés.
Seymour publicó varios testimonios en su boletín, La Fe Apostólica. Los que participaron en el Avivamiento de la calle Azusa dijeron lo siguiente: "La audiencia se dejó llevar por el éxtasis de los amén y los aleluyas. La emoción aumentaba cada vez más, y la gloria de Dios se posó sobre la calle Azusa" (A. G. Garr). "El fuego cayó y Dios me santificó. El poder de Dios me atravesó como miles de agujas" (Florence Crawford). "El poder de Dios descendió sobre mi y me sumergí en él. No tengo palabras en mi idioma para describir lo que ocurrió, pero fue maravilloso. Me pareció que mi cuerpo se había vuelto repentinamente poroso y que una corriente eléctrica me atravesaba por todos lados; y durante dos horas permanecí bajo Su gran poder" (William H. Durham). "Alguien podía estar hablando. De repente, el Espíritu caía sobre la congregación. Dios mismo hacía el llamado al altar. Los hombres caían por toda la casa, como los muertos en batalla, o se apresuraban en masa hacia el altar [sic], para buscar a Dios. La escena a menudo se asemejaba a un bosque de árboles caídos" (Frank Bartleman).
Estas reuniones continuaron con intensidad durante unos siete años, con cientos de miles de asistentes y misioneros enviados. Muchas denominaciones pentecostales actuales remontan sus raíces al avivamiento de la calle Azusa, y muchos pentecostales a título individual remontan sus raíces espirituales al mismo. Lamentablemente, el énfasis en las lenguas como única prueba de la llenura del Espíritu Santo no es bíblico y conduce al error y al exceso.