Pregunta

¿Qué importancia tiene Asiria en la Biblia?

Respuesta
Asiria fue una nación antigua que llegó a ser una gran potencia mundial durante casi mil años (1700–727 a.C.). Según el International Standard Bible Commentary, Asiria "se extendía desde Babilonia hacia el norte hasta las montañas kurdas y a veces incluía el país hacia el oeste hasta el Éufrates y el Jabur". Asiria no solo representaba una gran amenaza para Israel, sino que también fue usada por el Señor para castigar al reino del norte. En la historia de Asiria ocupa un lugar central su capital, Nínive, a la cual Dios envió a Jonás para advertirle de la destrucción que se avecinaba.

Como parte del castigo por la persistente idolatría de Israel, Dios entregó el reino del norte en manos de los asirios. Los reyes Pul y Salmanasar V invadieron Israel, y hacia el año 722 a.C. este último "tomó Samaria y se llevó a Israel al destierro en Asiria, y los puso en Halah y en Habor, río de Gozán, y en las ciudades de los medos" (2 Reyes 17:6).

Oseas 11:5 había profetizado la ira venidera de Dios a través de una nación gentil. "Asiria, entonces en decadencia temporal, despertaría como un gigante dormido y devoraría al Reino del Norte de Israel como su presa" (John D. Hannah, "Jonás", Bible Knowledge Commentary). Como afirman Isaías y 2 Reyes, el Señor hizo esto porque Israel no le obedeció ni adoró únicamente a Él (Isaías 10:6; 2 Reyes 18:12).

Después de la caída del reino del norte, algunos asirios fueron enviados a vivir en Samaria. Esdras 4:2 menciona a algunos de estos hombres que fueron establecidos allí por Esarhaddón, rey de Asiria, quienes afirmaban adorar al Señor. Sin embargo, "tenían una forma sincretista de adoración; adoraban tanto a Yavé como a otros" (John A. Martin, "Esdras", Bible Knowledge Commentary). Estos descendientes de los asirios, que se mezclaron con otros pueblos, frustraron los esfuerzos de los israelitas por reconstruir el templo (Esdras 4:1-5). Según The Pulpit Commentary, sus descendientes se convirtieron más tarde en el pueblo samaritano.

En los años posteriores al asedio de Samaria, el reino de Judá también se vio amenazado por Asiria. Durante el reinado del rey Ezequías, Senaquerib, rey de Asiria, atacó y capturó cuarenta y seis de las ciudades fortificadas de Judá (Isaías 36:1). Luego sitió Jerusalén. Senaquerib se jactó de su poder y afirmó que nadie, ni siquiera el Señor, podría impedirle conquistarla (2 Reyes 18:13, 19–22, 33–35; 2 Crónicas 32:14–16). Desesperado, Ezequías envió oro y plata como ofrenda de paz, esperando apaciguar su furia (2 Reyes 18:13–16). Pero el Señor, por medio del profeta Isaías, le dijo que los asirios no pisarían la ciudad (Isaías 37:33) y que Él mismo lucharía contra ellos. Luego reprendió al rey asirio: "¿A quién has injuriado y blasfemado? ¿Y contra quién has alzado la voz y levantado con orgullo tus ojos? ¡Contra el Santo de Israel!" (Isaías 37:23). El Señor envió a Su ángel y mató a 185.000 soldados asirios mientras dormían. Senaquerib huyó, y los asirios no pudieron capturar Jerusalén. Así, Dios demostró que Él es el único Dios verdadero.

El viaje de Jonás a Nínive, en Asiria, también demuestra la misericordia de Dios. Él envió al profeta a advertirles del juicio inminente. Como los ninivitas eran enemigos de Israel y conocidos por su crueldad, Jonás se negó a obedecer (Jonás 1:3). Pero Dios intervino soberanamente y Jonás llegó a Nínive de todos modos. Al oír su mensaje, los asirios se arrepintieron de sus pecados (Jonás 3:6–10; Mateo 12:41). Dios tuvo misericordia de ellos y los libró del juicio en aquel momento.

Sin embargo, con el tiempo, la maldad de los asirios los alcanzó y llegó su hora de juicio. Su nación fue destruida (Isaías 10:5–19; Nahúm 3:18–19; Sofonías 3:13). Un profeta comparó su caída con la tala de un árbol: "Y extranjeros, los más crueles de entre las naciones, lo han derribado y abandonado. Sus ramas han caído sobre los montes y en todos los valles, y su ramaje ha sido quebrado en todas las barrancas de la tierra. Todos los pueblos de la tierra se han retirado de su sombra y lo han abandonado. Sobre sus ruinas habitarán todas las aves del cielo, y sobre su ramaje derribado estarán todas las bestias del campo" (Ezequiel 31:12–13).

Asiria desempeñó un papel importante en la historia bíblica como enemiga de Israel y como instrumento de Dios para castigar su infidelidad. Pero también fue usada para mostrar la supremacía del Señor sobre todos los dioses falsos y el alcance de Su misericordia.

Isaías 19 contiene una profecía respecto a Asiria que describe la condición del Medio Oriente durante el reinado milenario de Cristo. La frase "en aquel día" se refiere al día del Señor, cuando Él restaurará todas las cosas. Según la profecía, Asiria (el actual Irak) se unirá a Egipto e Israel para servir al Señor (Isaías 19:23), y habrá unidad política entre las tres naciones. Serán bendecidas por Dios (versículo 25) y serán una bendición para otras (versículo 24). Jesús, el Príncipe de Paz, traerá unidad a estos antiguos enemigos. Gracias a Él, el futuro de Asiria es brillante.