Pregunta

¿Quién era Annie Armstrong?

Respuesta
Annie Walker Armstrong (1850–1938) fue una educadora y líder laica estadounidense del movimiento misionero femenino a finales del siglo XIX y principios del XX. Visionaria e incansable, Annie fundó la Unión Femenina Misionera (WMU, por sus siglas en inglés), una organización auxiliar de la Convención Bautista del Sur (SBC). También fue una figura clave en la creación de la Ofrenda de Navidad Lottie Moon, que desde su inicio en 1888 ha recaudado miles de millones de dólares para las misiones mundiales bautistas.

Conocida afectuosamente como "la señorita Annie", era la cuarta de cinco hijos de James Dunn Armstrong y Mary Elizabeth Walker Armstrong, de Baltimore, Maryland. Su padre, un próspero hombre de negocios, falleció cuando Annie tenía solo dos años, y su madre—una ferviente bautista—educó a sus hijos en la fe y el servicio cristiano. Desde pequeña, Annie mostró una profunda sensibilidad espiritual y una fuerte inclinación hacia la enseñanza y la obra social.

Durante la Guerra Civil Estadounidense, en un contexto de violencia y división, Annie escuchó un sermón que hablaba sobre la paz que Cristo ofrece incluso en tiempos difíciles. A los diecinueve años entregó su vida al Señor y fue bautizada en la Séptima Iglesia Bautista de Baltimore. Poco después, junto con otros 117 creyentes, ayudó a fundar la Iglesia Bautista de Eutaw Place (hoy Iglesia Bautista de Woodbrook), donde sirvió fielmente durante más de cincuenta años enseñando a niños y adolescentes. Su pastor, Richard Fuller, un influyente predicador y tercer presidente de la Convención Bautista del Sur, marcó profundamente su compromiso con la evangelización y las misiones.

Annie Armstrong fue una mujer de acción, fe y compasión. Junto a su hermana Alice, dedicó su vida a promover las misiones y el bienestar de los más necesitados. Ambas se involucraron activamente en el movimiento de sociedades femeninas misioneras, que tenía como objetivo apoyar la labor de las misioneras—en especial mujeres solteras—tanto en Estados Unidos como en el extranjero. Con el tiempo, su preocupación por la pobreza y la injusticia la llevó a involucrarse también en proyectos locales de ayuda. Fundó y colaboró en refugios, hogares para niños y programas de asistencia a mujeres, huérfanos, inmigrantes y minorías marginadas, incluyendo afroamericanos, nativos americanos, judíos, italianos y chinos. Durante más de setenta años, Annie fue una voz activa a favor de los pobres, los enfermos y los olvidados.

En 1882, organizó la Sociedad Bautista Femenina de Misiones Domésticas de Maryland, de la cual fue su primera presidenta. Bajo su liderazgo, la sociedad recaudó fondos para sostener escuelas, apoyar misiones en las fronteras del país y enviar recursos a las misiones extranjeras. Su entusiasmo, visión y don para la organización sentaron las bases de lo que más tarde se convertiría en una red nacional de apoyo misionero.

En 1888, Annie lideró la formación de la Unión Femenina Misionera (WMU), redactó su constitución y fue elegida su primera secretaria correspondiente, un cargo equivalente al de directora ejecutiva. Su papel no fue fácil, ya que tuvo que enfrentarse a la resistencia de muchos líderes masculinos dentro de la Convención Bautista del Sur. Sin embargo, su convicción de que Dios la había llamado a esa misión le dio fortaleza para perseverar. Bajo su dirección, la WMU se convirtió en una fuerza vital para la expansión de las misiones y la educación cristiana entre las mujeres bautistas.

Annie escribía miles de cartas al año a pastores e iglesias para promover las misiones y recaudar fondos. Fue responsable de obtener apoyo para las dos primeras misioneras bautistas afroamericanas y de coordinar ayuda para Lottie Moon, quien servía en China sin recursos suficientes. Recorrió largas distancias en tren y diligencia, visitando iglesias, recolectando ofrendas y motivando a otros a participar en la obra misionera. A pesar de su enorme labor, nunca aceptó un salario por su trabajo, convencida de que su servicio debía ser completamente para el Señor.

En 1906, Annie renunció a su cargo en la WMU tras enfrentarse a la oposición de algunos líderes denominacionales. Sin embargo, nunca abandonó su vocación de servicio. Continuó ayudando a los pobres y apoyando causas cristianas en Baltimore hasta el final de sus días. En reconocimiento a su vida de sacrificio, la WMU renombró en 1934 su ofrenda anual de Pascua como la Ofrenda de Pascua Annie Armstrong para Misiones Domésticas, cuyos fondos siguen apoyando a misioneros en Estados Unidos y Canadá.

Annie Armstrong murió el 20 de diciembre de 1938, a los 88 años, el mismo año en que la WMU celebró su 50.º aniversario. Su legado perdura no solo en las misiones bautistas, sino también como ejemplo de una fe práctica, perseverante y visionaria. En palabras de su pastor, Annie fue "una soñadora en acción… que soñaba sus sueños y luego los hacía realidad".

Entre sus frases más conocidas destacan:

"Qué glorioso es ser colaborador de Dios en ganar el mundo para Cristo".

"El futuro está ante nosotros... ¿será solo un leve avance sobre lo que solemos hacer? ¿No debería ser abundante, un salto hacia adelante, hacia alturas de esfuerzo y éxito nunca antes soñadas?".

La vida de Annie Armstrong demuestra el poder de una mujer entregada totalmente a Dios, convencida de que el servicio cristiano es el más alto privilegio y la mayor expresión del amor al prójimo.