Pregunta
¿Quiénes fueron Nadab y Abiú?
Respuesta
Nadab y Abiú fueron los dos hijos mayores de Aarón, el hermano de Moisés y primer sumo sacerdote de Israel. Su relación con Aarón se menciona en Números 3:2–3 como dos de los cuatro hijos de Aarón: "Estos son los nombres de los hijos de Aarón: Nadab, el primogénito, Abiú, Eleazar e Itamar. Estos son los nombres de los hijos de Aarón, los sacerdotes ungidos, a quienes él ordenó para que ministraran como sacerdotes" (NBLA).
Éxodo 24 incluye a Nadab y Abiú entre los líderes de Israel que se presentaron ante el Señor. Se les concedió el privilegio especial de ver una visión de Dios: "Y subió Moisés con Aarón, Nadab y Abiú, y setenta de los ancianos de Israel; y vieron al Dios de Israel. Debajo de Sus pies había como un embaldosado de zafiro, tan claro como el mismo cielo. Pero Él no extendió Su mano contra los príncipes de los israelitas. Ellos vieron a Dios, y comieron y bebieron" (Éxodo 24:9–11, NBLA).
Sin embargo, Nadab y Abiú son más conocidos por haber ofrecido "fuego no autorizado" (o "fuego extraño", según la versión NBLA) delante del Señor en el tabernáculo, lo cual les costó la vida. Levítico 10:1–2 relata este sobrio episodio: "Pero Nadab y Abiú, hijos de Aarón, tomaron sus respectivos incensarios, y después de poner fuego en ellos y echar incienso sobre él, ofrecieron delante del Señor fuego extraño, que Él no les había ordenado. Y de la presencia del Señor salió fuego que los consumió, y murieron delante del Señor" (NBLA).
¿Por qué Dios mató a Nadab y Abiú? Levítico 10:3 da la explicación: "Entonces Moisés dijo a Aarón: "Esto es lo que el Señor dijo: "Como santo seré tratado por los que se acercan a Mí, y en presencia de todo el pueblo seré honrado""" (NBLA). Los que servían como sacerdotes delante del Señor debían hacerlo con honra. Si no lo hacían, la consecuencia era la muerte. En el caso de los hijos de Aarón, deshonraron al Señor al desobedecer Su orden de usar únicamente el fuego del altar de bronce en el tabernáculo (ver Levítico 16:12). El "fuego extraño" que ofrecieron provenía de otra fuente.
Una penalidad similar se observa cuando David y los israelitas intentaron trasladar el Arca del Pacto a Jerusalén desde Quiriat Jearim (1 Crónicas 13:1–10). Cuando el arca estuvo a punto de caerse, un hombre extendió la mano para sujetarla y murió de inmediato. ¿Por qué? Porque no era uno de los levitas autorizados por Dios para servir en ese papel sagrado y reservado (Deuteronomio 31:25; 1 Crónicas 15:2).
Puede resultar difícil comprender una visión tan estricta sobre la ceremonia en nuestros tiempos, pero estas normas formaban parte de la manera en que Dios se revelaba como santo al pueblo de Israel. Con la venida de Jesús, encontramos el cumplimiento de la Ley (Mateo 5:17) y el velo del templo rasgado en dos, lo cual nos ofrece acceso directo a Dios por medio de Jesucristo (Hebreos 10:20). Dios sigue reinando en perfecta santidad, y todos los que se acercan a Él por medio de Cristo pasan a formar parte de "un real sacerdocio" (1 Pedro 2:9).
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