Pregunta
¿Cuál es la leyenda del Judío Errante?
Respuesta
La leyenda del judío errante es una historia con moraleja que ha circulado durante siglos. Básicamente, el judío errante es un hombre inmortal condenado a viajar de un lugar a otro en un estado constante de tristeza hasta la segunda venida de Cristo, como castigo por su maltrato a Cristo en Su pasión. No es una historia bíblica, ya que la Biblia no menciona a nadie, judío o no, que esté maldito de la misma manera que supuestamente lo está el judío errante.
Dependiendo de la versión de la historia, los detalles fantásticos sobre el judío errante son ligeramente diferentes. La mayoría de las versiones enfatizan su incapacidad para morir y su maldición de no poder descansar: viaja por todo el mundo y solo puede detenerse para comer antes de seguir adelante.
Una versión, de la Edad Media, identifica al judío errante como un hombre llamado Cartaphilus, que se burló de Jesucristo mientras llevaba Su cruz al Calvario. Cuenta la historia que, cuando este hombre vio pasar a Jesús, le dijo que se diera prisa y dejara de holgazanear, a lo que el Salvador respondió con algo así como: "Yo voy, pero tú esperarás hasta que yo vuelva". Las palabras de Jesús a Cartaphilus lo condenaron a vagar por la tierra hasta la segunda venida.
En una versión italiana de la historia del siglo XIV, el nombre del judío errante es Juan Buttadeus, siendo "Buttadeus" la palabra latina para "golpear a Dios", en referencia al supuesto ataque físico de Juan a Jesús. Otras versiones también asocian el delito del judío errante con la violencia física: en 1228, un hombre afirmó haber conocido en Armenia a un hombre que, según se dice, había sido portero de Poncio Pilato y había golpeado a Jesús en Su camino al Calvario.
En otras versiones del cuento, el crimen del judío errante fue simplemente negarse a ayudar al Cristo sufriente. En el siglo XVI, un obispo alemán afirmó haber conocido en Hamburgo a un hombre alto, descalzo y de pelo largo. El hombre dijo que se llamaba Asuero y que era un zapatero judío que se había negado a ayudar al Señor en Su hora de necesidad. Más tarde, este mismo Asuero fue supuestamente visto en Madrid, España, donde demostró dominar todos los idiomas.
Hay muchas otras variaciones del mito del judío errante, y se han contado en muchas culturas de todo el mundo. En algunas versiones, el judío errante se convierte al cristianismo y actúa como evangelista allá donde va. En otras, simplemente está condenado a su miseria. Las distintas versiones le dan distintos nombres: Melmoth, Matatías, Malco, Isaac Laquedem (en francés), Juan Espera a Dios (en español) y Jerusalemin suutari (en finés, "zapatero de Jerusalén"). En todas las versiones, el tema es que maldecir a Cristo trae una maldición.
La maldición del judío errante tiene algunas similitudes con la maldición que Dios impuso a Caín después de que este asesinara a Abel. Además de decretar que Caín ya no podría labrar la tierra para producir cosechas, Dios dijo: "[serás] vagabundo y errante en la tierra" (Génesis 4:14). El vagabundeo milenario no se menciona como parte del castigo de Caín, y no se da a entender la inmortalidad, aunque Dios le pone una marca para que nadie lo mate (Génesis 4:15).
Algunos ven la leyenda del judío errante como una metáfora de la difícil situación del pueblo judío en general: bajo el liderazgo de Moisés, los judíos vagaron durante cuarenta años por el desierto; y cuarenta años después de rechazar a Jesús como el Mesías, los judíos perdieron su templo y su nación y se vieron obligados a dispersarse por diversos lugares del mundo. Algunos grupos antisemitas han utilizado el concepto del judío errante para hacer propaganda, y el término "judío errante", utilizado como epíteto, se considera ofensivo.
Una vez más, la leyenda del judío errante no tiene base en la Biblia. Es una fábula que ha tomado prestados algunos elementos de la Biblia, incluida una mención a Jesús, pero es una historia ficticia. Durante Su juicio y crucifixión, Jesús fue efectivamente burlado; sin embargo, en el camino al Calvario, no tenemos constancia de que nadie lo maltratara. Lucas 23:27 registra que las mujeres de Jerusalén lo lloraban y se lamentaban por Él. En Su respuesta, Jesús nunca maldijo a nadie. En todo lo que dijo, fue un ejemplo de gracia y verdad. Cuando fue atacado y humillado por los soldados romanos, no respondió (Mateo 27:27-31). Cuando los falsos acusadores mintieron contra Él, "se quedó callado y nada respondía" (Marcos 14:61). Cualquier supuesta interacción con un hombre que se burló de Él, con Jesús maldiciéndolo, es simplemente un mito.
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