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Pregunta

¿Por qué Jesús no se apareció a más personas después de Su resurrección?

Respuesta


Después de que Jesús resucitó de entre los muertos, se apareció a María Magdalena, a varias otras mujeres, a dos discípulos sin nombre, a Pedro y al resto de los once apóstoles. La Escritura dice que "Después apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales muchos viven aún, y otros ya duermen. Después apareció a Jacobo; después a todos los apóstoles; y al último de todos, como a un abortivo, me apareció a mí" (1 Corintios 15: 6–8). Algunos han sugerido que un mayor número de testigos habría proporcionado pruebas más certeras, convenciendo a más gente de creer en Cristo. ¿Por qué Jesús no se apareció a más personas después de Su resurrección?

Jesús pudo haberse mostrado a muchas otras personas después de Su resurrección, si hubiera querido. Pero el plan de Dios era limitar las apariciones después de la resurrección a ciertos grupos. Los más de quinientos testigos oculares del Señor vivo eran suficientes. La Biblia enseña que la salvación es un regalo de gracia a través de la fe, no es el producto de aprender una cantidad suficiente grande de conocimientos históricos: "Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe" (Efesios 2: 8–9). Tener más pruebas no es necesario para los que tienen fe.

Hay muchos pasajes de las Escrituras que son suficientes para llevar a alguien a creer en Cristo. "Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios" (Romanos 10:17). Cuando escuchamos la Palabra de Dios, el Espíritu Santo trabaja juntamente con ella en nuestros corazones para llevarnos al punto de creer. Un poco más de información sobre la vida de Jesús no necesariamente haría que más personas se salven; más bien, todos aquellos en quienes el Espíritu obra para creer, van a creer.

Hubo muchas personas que no fueron testigos oculares de la resurrección, pero que sí la oyeron. La noticia de la resurrección de Jesús llegó rápidamente a oídos de los líderes judíos a través de las guardias romanos de la tumba. Los guardias habían visto a un ángel descender y rodar la piedra de la entrada de la tumba. Ante la visión, los guardias "cayeron desmayados por completo" (Mateo 28: 4, NTV). Cuando informaron lo que pasó a los líderes judíos, su reacción fue dar a los guardias dinero, diciendo: "Decid vosotros: Sus discípulos vinieron de noche, y lo hurtaron, estando nosotros dormidos. Y si esto lo oyere el gobernador, nosotros le persuadiremos, y os pondremos a salvo. Y ellos, tomando el dinero, hicieron como se les había instruido. Este dicho se ha divulgado entre los judíos hasta el día de hoy" (Mateo 28: 13–15).

Además, muchos santos fallecidos se levantaron de entre los muertos y fueron vistos por muchos (Mateo 27: 52–53). El hecho es que los líderes judíos escucharon sobre la resurrección y la confirmación de muchos testigos, pero rechazaron la verdad. Podemos suponer que, si Jesús se hubiera aparecido a más personas después de Su resurrección, más gente hubiera creído, pero las muchas pruebas no cambian un corazón endurecido.

Jesús enseñó que el corazón de un hombre puede estar tan endurecido hacia Dios que ni siquiera una resurrección lo haría cambiar de opinión (ver Juan 11:53; 12: 9–10). El hombre rico en el Hades suplica a Abraham que envíe a Lázaro de regreso de entre los muertos para advertir a sus cinco hermanos de la necesidad de arrepentirse y así evitar el tormento que estaba sufriendo (Lucas 16:27). El razonamiento del hombre parecía lógico: ¡Si alguien de entre los muertos va a ellos, se arrepentirán! (versículo 30). Pero Abraham dijo: "A Moisés y a los profetas tienen; óiganlos…. Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos" (versículos 29, 31). Que Jesús se apareciera a más personas después de Su resurrección no habría sido suficiente evidencia para aquellos que se niegan a creer.

La fe en Cristo tiene su propia definición. Simplemente, tener mucho conocimiento sobre la vida de Cristo y creer de forma intelectual que existió no es el tipo de fe que habla la Biblia. La fe que lleva a la salvación es la fe que deposita la confianza en la muerte y resurrección de Cristo y lleva a la acción (Santiago 2:22). Creer en Cristo no se trata solo de una cantidad de conocimiento sobre Su vida, sino de una conversión, confianza y compromiso con Él y Su obra, que lleva la vida de uno a la obediencia.

Jesús no se apareció a más personas después de Su resurrección, porque la fe no depende de tener la mayor cantidad posible de hechos. No necesitamos más información escrita, histórica para llegar a la posición correcta de fe. Cristo resucitado no necesitaba mostrarse al Sanedrín, Herodes, Pilato o cualquier otro burlón. Su reino "no es de este mundo" (Juan 18:36), y las personas tienen suficientes pruebas sobre las cuales fundamentar su fe.

Jesús se apareció a la cantidad justa de personas después de Su resurrección. Tenemos suficiente evidencia histórica para creer en la verdad, y Dios requiere fe (Hebreos 11:6). "Por lo tanto, es por fe, para que sea por gracia, a fin de que la promesa sea firme para toda su descendencia; no solamente para la que es de la ley, sino también para la que es de la fe de Abraham, el cual es padre de todos nosotros" (Romanos 4:16). Por supuesto, el conocimiento de las Escrituras es supremamente importante, pero el tipo de "fe" que se obtiene solo por el trabajo teórico, sin una transformación que cambia la vida, solo puede ser un consentimiento intelectual, no la fe que trae la salvación. La verdadera fe en Cristo implica una cierta cantidad de conocimiento histórico, pero también lleva a una vida cambiada con la presencia del Espíritu Santo en el corazón de uno. Jesús pronunció una bendición sobre los que tienen fe: "Bienaventurados los que no vieron, y creyeron" (Juan 20:29).

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