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Pregunta

¿Qué significa que "Este pueblo de labios me honra" (Mateo 15:8)?

Respuesta


Mientras Jesús viajaba haciendo milagros, Sus discípulos le adoraban diciendo: "Verdaderamente eres Hijo de Dios" (Mateo 14:33). Sin embargo, los líderes religiosos judíos se volvieron más hostiles y antagónicos hacia Jesús. En Mateo 15, los escribas y fariseos persiguen a Jesús para enfrentarse a Él por no cumplir sus rituales religiosos relativos a la limpieza ceremonial (versículos 1-2). En respuesta, Jesús desafía sus tradiciones y les acusa de hipócritas (versículos 3-9).

Jesús se dirige directamente a los escribas y fariseos con una profecía de Isaías del siglo VIII a.C. relativa a la hipocresía de Judá: "Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, cuando dijo: Este pueblo de labios me honra; mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres" (Mateo 15:7-9). Jesús afirma rotundamente que Isaías hablaba de ellos cuando profetizó: "Dice, pues, el Señor: Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado" (Isaías 29:13).

La palabra traducida como "hipócrita" en Mateo 15:8 tiene su origen en un término griego clásico que significa "el que lleva máscara". Se refería a un actor o pretendiente en el escenario de un drama griego. Un hipócrita profesa creencias y opiniones que no tiene para ocultar sus verdaderos sentimientos y motivos. Un hipócrita lleva una máscara exterior para ocultar lo que hay dentro de su corazón. Dice una cosa con los labios, pero su corazón revela una verdad distinta.

Jesús (y Dios a través de Isaías) dijo: "este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí", porque reconoció la falsa piedad y la actuación espiritual de estos líderes religiosos judíos. Afirmaban con la boca y los labios que amaban, honraban y adoraban a Dios, pero sus corazones se rebelaban contra Él. Su rebelión se hizo evidente en su rechazo de Jesucristo y en su insistencia en que los demás siguieran sus reglas creadas por ellos mismos.

Los rituales y las tradiciones religiosas son adornos externos, un espectáculo exterior. En Mateo 6:2-4, Jesús presentó un ejemplo de cómo podemos honrar a Dios con los labios y, al mismo tiempo, tener un corazón alejado de Él: "Cuando le des a alguien que pasa necesidad, no hagas lo que hacen los hipócritas que tocan la trompeta en las sinagogas y en las calles para llamar la atención a sus actos de caridad. Les digo la verdad, no recibirán otra recompensa más que esa Pero tú, cuando le des a alguien que pasa necesidad, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha. Entrega tu ayuda en privado, y tu Padre, quien todo lo ve, te recompensará" (NTV).

En los círculos religiosos actuales, la gente sigue realizando rituales piadosos y honrando al Señor sólo con los labios. Lo hacen para agradar a la gente o ganar estatus (ver Gálatas 1:10-14; Mateo 6:1, 5, 16; 23:5-7). Pero Dios desea una adoración auténtica, que sea algo más que una observancia externa o un servicio de labios; es un compromiso total y sincero de amar, obedecer y agradar a Dios (Salmo 51:16-17; Mateo 22:37; Romanos 2:29; 6:17; 14:17-18; Efesios 6:6; 1 Tesalonicenses 2:4).

En Romanos 2:25-29, Pablo enseñó que un verdadero adorador "es aquel que tiene el corazón recto a los ojos de Dios" (versículo 29, NTV). Obedecer "la letra de la ley" (versículo 29) en prácticas como la circuncisión no es más que una ceremonia externa. Lo que cuenta a los ojos de Dios es tener "un cambio en el corazón, producido por el Espíritu. Y una persona con un corazón transformado busca la aprobación de Dios, no la de la gente" (versículo 29, NTV).

Complacemos a Dios cuando obedecemos Su Palabra y no las tradiciones humanas. Le honramos cuando nuestras palabras y acciones reflejan lo que realmente creemos en nuestros corazones (Romanos 10:9-10; Colosenses 3:16). Jesús dijo que los que pretenden ser religiosos "con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí". Que seamos verdaderos adoradores que honran, aman y obedecen al Señor con todo nuestro corazón, alma, mente y fuerzas. Que expresemos nuestra devoción a Dios con palabras que reflejen verazmente nuestras convicciones internas.

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