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Pregunta

¿Cómo puede Jesús ser Dios, cuando Números 23:19 dice que Dios no es un hombre o un hijo de hombre?

Respuesta


Algunos afirman que el Antiguo Testamento prueba que Jesús no puede ser Dios debido a Números 23:19a, que dice: “Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta”. El razonamiento es que, si Dios no es un hombre, entonces la afirmación cristiana de que Jesús, un hombre, es Dios es falsa. Igual de problemático es el hecho de que Jesús muchas veces se llama el "Hijo del Hombre" en los evangelios (por ejemplo, Marcos 14:21).

El Antiguo Testamento enseña de hecho que Dios no es un ser humano, no sólo en Números 23:19 sino también en 1 Samuel 15:29 y Oseas 11:9. Sin embargo, el Nuevo Testamento nos muestra que Jesús afirmó ser Dios, y al mismo tiempo se llama "Hijo del Hombre", un título que proclama Su humanidad. Con todo esto siendo cierto, ¿cómo podemos probar que Jesús es Dios?

Jesús afirmó ser tanto el Hijo de Dios como el Hijo del Hombre. No hay trucos aquí. Dijo que Él es Dios, y dijo que Él es (al mismo tiempo) humano. Nadie antes había dicho tal cosa. Era extraño entonces, y es extraño ahora: extraño lo suficiente como para un nuevo término, la unión hipostática. Nadie entenderá completamente la unión de las naturalezas divina y humana de Cristo, no importa cuánto hablemos de ella, la definamos, o la tipifiquemos. Por lo tanto, no se puede obtener "prueba". O creemos en Jesús, o no lo hacemos.

Es crucial entender en este punto que la Biblia es verdadera en detalle y en totalidad, tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento. Por lo tanto, cuando Jesús comenzó a enseñar cosas nuevas, las cosas antiguas no se volvieron falsas; se revelaron. Recuerda lo que Él dijo acerca de la Ley: “No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir" (Mateo 5:17). Todas las nuevas revelaciones de Jesús funcionan exactamente de la misma manera. El conocimiento antiguo era sombrío y, como Luz del mundo, Jesús disipó las sombras (ver Colosenses 2:16–17). Este proceso no destruye el antiguo conocimiento, lo instruye, como muestra el encuentro de Felipe con el etíope (Hechos 8:30–35).

También debemos considerar lo que el Antiguo Testamento realmente está diciendo acerca de Dios cuando dice que Él no es un ser humano. El punto que se hace en Números 23:19, 1 Samuel 15:29, y Oseas 11:9 es que Dios no miente. Él no es voluble. Sus emociones no cambian Sus propósitos eternos. Esto no es como la humanidad caída, que no puede ver el panorama general, que a menudo rompe promesas, y cuyos sentimientos a menudo nublan el discernimiento. En otras palabras, las declaraciones de que Dios no es un hombre están contrastando un aspecto de la naturaleza de Dios con una parte correspondiente del hombre. Decir "Dios no es un hombre", no tiene nada que ver con si Dios puede o no existir en la carne.

Las referencias del Antiguo Testamento a que Dios no es como el hombre no se aplican al tipo particular de humanidad de Jesús. Todo lo que nos dicen es que Dios no es un hombre como pensamos en los hombres. Es un contraste, no una restricción. No hay nada que lógicamente impida a Dios convertirse en un hombre de una manera totalmente nueva, de hecho, la redención requiere esto, y la redención fue el plan de Dios desde antes de la fundación del mundo (Apocalipsis 13:8). Por lo tanto, se puede decir que Dios sabía que se convertiría en un hombre antes de que Números 23:19 fuera incluso escrito.

Si consideramos el Antiguo Testamento de forma aislada (que es la perspectiva judía), es poco probable que "probemos" que Jesús Cristo fue el hombre, Dios, Mesías y Salvador, aunque los indicadores están ahí (ver Isaías 53, por ejemplo). Los cristianos ven el presagio del Dios-hombre en el Antiguo Testamento porque la revelación del Nuevo Testamento ayuda a interpretar las referencias del Antiguo Testamento (por ejemplo, Mateo 2:15; c.f. Oseas 11:1). Esto plantea un hecho importante con respecto a la interpretación bíblica: Dios revela Su verdad progresivamente, con el tiempo. Ha desplegado sus propósitos secuencialmente y según sea necesario a lo largo de los milenios.

Por ejemplo, Adán y Eva en su inocencia no necesitaban saber acerca de la redención, pero después de que pecaron, entonces el momento era apropiado, y Dios lo delineó para ellos en Génesis 3:15. Esa pizca de revelación se dio en un momento en el tiempo, pero su significado completo no se hizo claro hasta después de que Cristo vino en la carne, y mientras los autores del Nuevo Testamento escribían bajo inspiración. Entendemos ahora que Génesis 3:15 apunta directamente a la muerte expiatoria de Jesús, y esta revelación es necesaria para nosotros hoy. Pero esa información no era necesaria para Adán y Eva. Su ignorancia antes de la caída, envuelta como estaba en la inocencia, era apropiada para ellos.

Del mismo modo, Dios reveló su voluntad progresivamente a Su pueblo en las Escrituras del Antiguo Testamento, y esas personas fueron responsables de comportarse con obediencia de acuerdo con el lugar donde estaban en la línea de tiempo de la revelación. Hoy en día, los cristianos somos responsables de toda la Palabra de Dios, porque vivimos en un momento en que está completa. Además, los creyentes tienen el Espíritu Santo morando en ellos, así que no hay excusas para no reconocer a Jesús Cristo como Dios.

Como la revelación es progresiva, la respuesta de una persona a Dios depende de dónde se encuentre en la línea de tiempo. Un judío del Antiguo Testamento no tendría concepto del Dios-hombre, aunque las pistas (como el Salmo 110:1) estaban presentes. Sin embargo, las profecías de Juan el Bautista, seguidas de los milagros de Jesús, fueron una revelación adicional. De hecho, los milagros de Jesús fueron señales para demostrar quién es Él: "Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. Pero estas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre" (Juan 20:30–31). Las personas hoy en día aún necesitan responder con fe a los milagros de Jesús. Los que no lo hacen están espiritualmente ciegos.

Para resumir, las afirmaciones de Dios de que Él no es un hombre y las afirmaciones de Jesús de que Él es el Hijo de Dios coexisten como verdaderas; no están en conflicto. La revelación es progresiva, y los conceptos del Antiguo Testamento se desarrollan más plenamente en el Nuevo Testamento. Finalmente, Dios siempre tuvo en mente que el Hijo se convertiría en hombre y habitaría entre ellos, por lo que Dios nunca "cambió de opinión" sobre convertirse en un hombre.

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